Así, en el conjunto de la Unión Europea, los salarios siguen siendo un 15% menos que el de los hombres y, si se mira más lejos, por ejemplo a América Latina y El Caribe, las mujeres cobran un 32% menos. A esto hay que sumar las dificultades que las mujeres tienen para conciliar su vida laboral y familiar, y los estereotipos que persisten en la sociedad. Un reciente estudio de la Comisión Europea señala que ellas presentan mayores riegos de sufrir exclusión social y pobreza, en especial las de mediana edad y con hijos a su cargo.
La pobreza tiene rostro de mujer, pues más del 70% de los pobres del planeta son mujeres, las cuales sufren además la marginación y discriminación. Esta situación es común en la región de América Latina y El Caribe, donde las mujeres están colocadas en los empleos más precarios y peor remunerados. Muchas ni siquiera tienen acceso al mercado laboral. Datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) reflejaban en 2004 que casi la mitad de las mujeres mayores de 15 años en la región no tienen ingresos propios, frente a uno de cada cinco hombres. La situación se agrava en el caso de las mujeres cabezas de familia, quienes además de tener menos ingresos que los hombres, son más vulnerables a caer en situación de pobreza. Diversas fuentes confirman que en la última década de los hogares encabezados por mujeres han aumentado, tanto en los países desarrollados como en los países en vías de desarrollo.
En Guatemala y El Salvador, países donde INTERVIDA está presente, los hogares con mujeres como cabeza de familia son elevados, siendo para el primero un 39% y para el segundo un 32% del total de hogares. Estas mujeres tienen la responsabilidad de la manutención de los hijos y de familiares a cargo en una sociedad que no les pone las cosas fáciles. La ausencia de la figura masculina en estos hogares se debe a diversas razones, como migración, alcoholismo, violencia, abandono, fallecimiento, madre soltera, etcétera.
La situación es aún más difícil en el área rural, donde los índices de pobreza son mayores y, por ejemplo, en Guatemala, donde predomina la población indígena, la discriminación es por partida triple: por ser mujer, por ser pobre y por ser indígena. Muchas de estas mujeres son además analfabetas -más del 50% de las indígenas guatemaltecas-, lo que dificulta su integración en el mercado laboral. INTERVIDA, dentro de sus proyectos de desarrollo integral, tiene especialmente en cuenta esta realidad y considera imprescindible apoyar a estas mujeres, fortaleciendo su formación y autoestima, y fomentando su participación en la toma de decisiones comunitarias.
La principal actividad de las mujeres en el área rural es la agrícola, seguida de la elaboración de artesanías y el pequeño comercio. A menudo, realizan también trabajos no remunerados como el pastoreo y actividades agrícolas familiares como el acarreo de agua y la recogida de leña. En Guatemala, INTERVIDA está trabajando con 200 mujeres cabezas de familia en proyectos del sector Producción a través de los cuales reciben formación sobre la diversificación de cultivos y la comercialización de productos, con el fin de que puedan obtener ingresos para ellas y sus familias. Estas mujeres tienen una media de casi cuatro hijos a su cargo pero algunas tienen hasta diez hijos.
En los centros culturales que INTERVIDA apoya en Guatemala, en los últimos dos años se han realizado más de 20 talleres dirigidos a mujeres tratando temas como la autoestima, la salud reproductiva, los derechos de la mujer, la violencia doméstica y otros que han contribuido a aumentar su conocimiento. Además, cerca de 1.800 mujeres jefas de hogar han participado en cursos de formación básica en informática, corte y confección y cursos artísticos.
También en El Salvador se está trabajando con más de 270 mujeres cabeza de familia, con proyectos de alfabetización y formación, así como proyectos de producción e innovación agropecuaria, competitividad agro empresarial y generación de autoempleo.
Además al trabajo concreto con mujeres que lideran hogares en solitario, INTERVIDA en estos países beneficia con sus proyectos a más de 594.000 niñas y mujeres. La organización considera que para alcanzar el desarrollo sostenible de las sociedades es indispensable incluir a las mujeres.