Lo que debe hacer es darle todas las oportunidades necesarias para evitar llegar a situaciones de reproche, y ello pasa por incluir y desarrollar planes de educación vial, procurar una máxima difusión de las conductas que favorecen la seguridad vial, y velar por una continua formación de los conductores. Hasta la fecha nada se ha hecho al respecto, como conjunto de medidas eficaces pensadas a medio y largo plazo. Y ya va siendo hora de hacerlo.
Desde CEA entendemos que las multas de tráfico no pueden ser la única solución a los problemas de la alta siniestralidad del tráfico, pero aceptamos que la represión policial, aunque no nos guste, es un elemento eficaz en la prevención vial. Lo que sí debe tener en cuenta la Administración es que utilizar una simple multa por sí sola para prevenir conductas o comportamientos de los conductores hace que el sistema quede cojo y que éstos simplemente vean un sistema represivo en vez de fórmulas educativas.
Somos conscientes de que la vía administrativa puede dar solución a muchas conductas irregulares de la conducción, siempre que dichas normas se apliquen con el rigor y con la eficacia debida. Pero, ¿quién ayuda al conductor a corregir las conductas que atentan contra la seguridad del tráfico? Sabemos que la responsabilidad es del conductor, pero ¿qué modelos europeos con baja siniestralidad podrían ser también aplicables por nuestra Administración para educar y concienciar? Parece que sólo nos fijamos en otros “modelos” cuando se trata de sancionar y reprimir al conductor, pero nunca para aportar soluciones y llegar así a la raíz del problema.
La verdad es tener que recurrir al código penal es como admitir una especie de fracaso del sistema en la vía administrativa. Sería una ingenuidad pensar que se iban a reducir drásticamente los accidentes de tráfico por la mera entrada en vigor del carné por puntos. Por supuesto que ha ayudado y que sin carné por puntos habría más muertos en las carreteras; pero el nuevo modelo no es una especie de “bálsamo milagroso”, como mucha opinión pública podría haber pensado y, además, once meses es un plazo insuficiente para poder hacer una valoración medianamente rigurosa acerca del mismo.
Los muertos en las carreteras no disminuirán mientras, conjuntamente al carné por puntos, no se ejecuten otras medidas como la creación de una Agencia Nacional de Seguridad Vial que aglutine competencias hasta ahora dispersas, se aumente la vigilancia policial en las carreteras, se disponga de un plan ambicioso de eliminación de los puntos negros de las vías, mucha más información y, sobre todo, más educación vial como asignatura obligatoria en la enseñanza de los colegios. Y estamos totalmente seguros de ello.
Fuente: CEA