Porque entrar en el establecimiento que la familia Gratacós posee en el elegante Paseo de Gracia de Barcelona, supone mucho más que cumplir con el deseo de hacerse con ese tejido deseado. Desde que en 2006 la empresa decidiera crear una nueva unidad de negocio dedicada a los complementos, diseñadores de prestigio tanto nacionales como internacionales han colaborado en la creación de piezas únicas que han dado lugar a los “Clásicos Gratacós”. Bolsos, sombreros, tocados y ahora echarpes -firmados por Nuria Baulies y englobados en un concepto casi “esotérico” basado en las matemáticas ideado por el vanguardista artista italiano, Giosafat– que cumplen con el denominador común de estar realizados por tejidos Gratacós. Hablamos con Giosafat, Nuria Baulies y Juan Gratacós en una entrevista “a tres” que nos desvela diferentes perspectivas de un sugerente concepto artístico.
Giosafat, ¿cómo nació este concepto artístico?
Los foulards nacen en realidad de un encuentro. Yo descubrí que Nuria Baulies tiene un talento increíble a la hora de transformar los tejidos. Por otra parte descubrí a Gratacós, que tiene unos tejidos maravillosos y quiere reafirmarse en la contemporaneidad y proyectarse hacia el futuro vendiendo complementos de calidad realizados con sus propios tejidos. Simplemente he conectado matemáticamente a Nuria, que necesita tejidos preciosos, con Gratacós, que necesita diseños preciosos. Así ha nacido este Foulard, que es el embajador por excelencia del tejido.
Lo cierto es que a priori un foulard parece una pieza muy limitada para realizar 144 versiones. ¿Cómo lo consiguen?
Nuria trabaja el Foulard de una manera muy libre, casi inconsciente. No tiene ningún miedo y se otorga mucha libertad en su trabajo. Esto es lo que más me gusta de ella. Tiene una capacidad de crear volcánica. Nunca se extingue. Es por esto que hemos hecho piezas únicas. Damos la oportunidad a 144 mujeres de tener cada una un foulard. 144 posibilidades de tener una prenda que será única, que tendrás tú y nadie más.
¿Y por qué el número 144?
Porque el doce es un número precioso, un símbolo muy profundo en la cultura europea. Son doce los meses del año, el día se divide en dos mitades de doce horas, 12 fueron también los Apóstoles, las Tribus de Israel también eran doce, etc. El doce para mí, personalmente, tiene mucho que ver con el tiempo, y así relacionamos también el precio de este foulard único que cuesta 366 euros porque este año es bisiesto. El próximo año costará un euro menos. Lo cierto es que pretendo que cada persona que adquiera uno de los foulards de la colección pueda darle su propio aspecto simbólico al número.
Yo no he visto los foulards. Sólo he podido ver 144 cubos.
Pretendemos que el primer contacto que la persona tenga con el foulard sea el propio número por su simbología. Es por esto que el foulard está encerrado en el cubo Gratacós, en la caja mágica. Cada cubo tiene doce aristas de 144 milímetros cada una. Así, en el propio cubo se repite el concepto de la exposición. Los foulards deben verse primero en el catálogo, que tiene doce caras de 12×12 cm. Hay doce catálogos, uno por cada serie. Damos a la gente la oportunidad de jugar con el número.
¿Dónde podemos conseguir uno de estos 144Gratacós?
Los foulards pueden adquirirse en la tienda de Gratacós de Barcelona, pero también a través de la web creada para este fin: www.144gratacos.com. Este es un concepto absolutamente novedoso en la Casa que permite a la gente que lo desea adquirir estos foulards desde cualquier parte del mundo. Hemos creado un catálogo on line que permite la compra e incluso regalarlo y enviarlo a cualquier lugar. La idea es rescatar un producto cultural de Barcelona y ofrecerlo al mundo. En ninguna otra parte se podría crear este producto.
Dígame Nuria. ¿Cómo son los foulards?
Los 144 foulards tienen un patrón exactamente igual. Lo que he hecho ha sido jugar con los tejidos y darle a cada uno de ellos una variante empezando por el propio tejido, que es diferente en todos. He realizado modelos que van desde el “japan”, muy japonés, hasta otro que lleva bolsillos, por ejemplo. Son piezas para jugar con ellas, con sus lazos y sus formas para que nunca parezcan lo que son. Yo prefiero llamarlos echarpes, porque tienen aproximadamente dos metros por ochenta centímetros cada uno de ellos. Son piezas únicas y por tanto tampoco son iguales en la medida, por eso insisto en que miden “aproximadamente” eso.
¿En qué pensaba al crearlos?. ¿Cuál es su fuente de inspiración?
He pensado en un echarpe que pudiera llevar todo el mundo y que por delante sea una cosa y por detrás otra. Hay un cuerpo central y dos cortes en las piezas delanteras que permiten ajustar el echarpe de maneras absolutamente creativas y diferentes, dando la sensación de que se trata de un pareo, chaqueta, falda o incluso vestido de fiesta. El foulard adapta su forma a la imaginación del usuario. Cada persona puede usarlo como quiera. No es rectangular, no es fijo, no es preestablecido. Es una prenda absolutamente libre. Son además piezas para toda la vida que te soluciona muchos momentos del día.
¿Y los tejidos?
Los tejidos son maravillosos. Imagínate procediendo de Gratacós. Absolutamente divinos y además innovadores y sorprendentes. Hay pañuelos que incluso tienen una pieza de plástico combinada con un tul en una base de seda absolutamente natural. Ciertamente no encuentro las palabras para poder definir la riqueza de estos tejidos. Para mi ha sido muy reconfortante porque lo mío es el tejido. Cuando tengo uno delante ya se lo que voy a hacer con él; y en este caso he podido hacer cosas que jamás hubiera imaginado.
Giosafat. ¿Por qué el foulard y no otra prenda?
El foulard es para mí el embajador del tejido, como te he comentado antes. Yo quería crear un producto que pudiera mostrar al mundo los maravillosos tejidos que tiene Gratacós. Tiene miles de tejidos diferentes y las posibilidades para una persona como Nuria son infinitas. Por otra parte también deseaba mostrar lo que se puede hacer con los tejidos. El foulard era la prenda perfecta para estos objetivos.
¿Y por qué Nuria Baulies y no otro diseñador?
Tú has nombrado antes la palabra “fundamental”. Exactamente me comentabas que “el foulard es una prenda fundamental en el armario de una mujer”. Te diré que cuando conocí el trabajo de Nuria utilicé esta palabra. Le dije: “tus piezas son fundamentales” porque definen un estilo. No tienen nada que ver con el accesorio o el complemento.
Juan Gratacós, director de compras de la marca, se mostró encantado con esta idea desde el principio. ¿Cierto, Juan?
Nos encantó la ilusión y lo innovador del proyecto. A partir de que hace dos años Gratacós se transforma y su nowhow básico es el tejido decide ofrecer algo más, algo exclusivo nacido a partir del tejido. Queremos que la gente cuando piense en Gratacós lo haga como algo único y diferente a los que ya existe actualmente en todas las ciudades de Europa y del mundo. Siguiendo esta línea de pensamiento, cuando nos presentaron esta idea nos gustó muchísimo y decidimos abordarla sin ningún tipo de prejuicio.
La realidad es que cada temporada Gratacós sorprende más con sus ideas para mostrar y poner en valor sus tejidos.
Nuestro objetivo es cada temporada ofrecer algo distinto y exclusivo a nuestros clientes, basado en nuestros exquisitos tejidos. En este caso era organizar una exposición de arte para usar. Este foulard es arte en moda para usar y llevar.
Giosafat, ¿Tendrá continuidad este proyecto?
Es un proyecto muy ambicioso y posiblemente sí tenga una continuidad. A mi me gusta otra palabra que tú has usado, el término “consciente”. Le preguntabas a Juan Gratacós si era consciente de todo lo que puede surgir de esta idea. Yo creo que este concepto necesita de mi ambición como creador del proyecto y de la ambición de un empresario emprendedor que pueda llevar todo esto adelante. También hace falta un toque de inconsciencia, que es el que nos va a permitir la libertad creativa y dar los pasos arriesgados necesarios como para sobresalir con respecto a los demás. Este proyecto tiene un futuro muy concreto.
¿En Barcelona?
Lo que tiene de mágico Barcelona es que es una ciudad que tiene puerto y está acostumbrada a recibir lo que viene de fuera. No es una casualidad que en este proyecto nos hayamos fusionado yo, que soy italiano; un argentino; una catalana que es Nuria, la diseñadora -italiana de adopción- y la familia Gratacós, evidentemente. Hay varias culturas que se han unido gracias a la tolerancia de la ciudad a la hora de aceptar culturas distintas y deseos diferentes.
Juan Gratacós representa la parte pragmática de este proyecto tan relacionado con el arte. ¿Cómo encaja un empresario como usted semejante avalancha de ideas?
El secreto está en escuchar muchísimo. Conseguir ver y posteriormente aceptar. Nosotros actuamos convencidos de que estamos haciendo lo correcto y con mucha ilusión. Además hay una unanimidad increíble con el equipo que tenemos en la tienda, porque al fin y al cabo son ellos los que tienen que defender el producto. Las vendedoras están entusiasmadas, como mucha ilusión y con ganas de participar.
Gema Castellano
PULSE LAS FOTOS PARA AMPLIARLAS







































