Una ciudad que hay que contemplarla desde puntos de vista diferentes para conocer en profundidad su gran versatilidad y no me refiero sólo a las excelentes vistas desde las cubiertas de la Catedral; por cierto, majestuosa visita (sobre todo si el día apuntaba lluvia, viento y frío, como así ocurrió cuando cumplí con el obligatorio recorrido), continuada en el "dieciséis", como punto de encuentro obligado para reponer fuerzas ante un lacón con grelos impresionante, regado con vino de la tierra.
Pero el objetivo de esta reflexión no se debe a los motivos apuntados. Mi reflexión viene al caso porque he vivido de "primera mano" el significado de la palabra unión, del compañerismo y de la vuelta al idealismo como "vacuna" contra la imposición de postulados incomprensiblemente asentados en premisas inamovibles. Todavía hay quien piensa, desafortunadamente, que Walter Lippman fue muy beneficioso para la profesión periodística, a pesar de ser fundador de la Comisión Creel, que metió de lleno a los Estados Unidos en la Gran Guerra, mintiendo sobre los horrores de los rivales; ¿a qué suena esta forma de persuasión colectiva después de casi un siglo?. Todavía hay que escuchar que los postulados de Habermas, sobre la participación ciudadana, han quedado obsoletos, quizás porque en la cultura de la banalidad y del infoentretenimiento, continúa siendo válida la distinción que hacía Lippman sobre los ciudadanos: la clase dirigente y los otros. éstos, nosotros, los ciudada! nos de a pie, denominados como el "rebaño desconcertado", los primeros elegidos para la gloria y para dirigir a aquellos con los que hay que estar en permanente observación porque pudiera ocurrir que, al enfadarse, "bramen y pisoteen".
Queda entendido que no soy "lippmaniano", que estoy más cercano a los postulados de Habermas, para quien la democracia partía de un ciudadano libre pensador, quizás hasta bueno y sin ningún género de dudas quien atesora la representatividad exclusiva de su propio desarrollo social.
El debate en el Congreso ha sido de una altura incuestionable, al menos en aquellos a los que he tenido la suerte de asistir. Disquisiciones, puntos de vista diferentes, conclusiones dispares y cierta rivalidad, pero todo ello desde la armonía y el diálogo. Los cerca de quinientos investigadores de la comunicación, cada uno en su propia parcela del conocimiento, han llegado como un soplo de aire fresco para una profesión cuestionada que ha encontrado el rumbo perdido en la penumbra de un mundo donde los cambios se producen al instante, donde sólo se vive el aquí y ahora y se desprecia la investigador dejándole desnudo ante la desidia de la Administración, y la "incredulidad", de quienes utilizan los avances de los pensadores para su propio beneficio, sin ánimo de compartirlo con los demás.
Ahora que estamos en época de elecciones es buen momento para recordarlos: de tanto "cocinar" los datos aportados por los profesionales e investigadores, los políticos llega! n a creerse sus propias "mentiras", lógicamente cuestionando las investigaciones que ellos mismos han manipulado.
Alguien me dijo en este congreso que había dudas sobre el ejercicio de la consultoría política en España, vamos más o menos me preguntaba para qué sirve o si realmente podemos incidir en el desarrollo de cualquier campaña electoral. No me importó, previamente otro colega me preguntaba si los consultores investigábamos; ya que era sorprendente que presentáramos trabajos de investigación, lo cual le parecía raro. Curioso viniendo de donde venía.
Nuestro objetivo como consultores políticos es hacer que el mensaje llegue en las mejores condiciones posibles y para ello la investigación es básica. Mi respuesta no es contestar estas preguntas si no responder ofreciendo mi conocimiento para saber en qué les puedo ayudar yo a ellos; que ya me han ayudado de tal manera, con sus conocimientos y el debate permanente, que hasta es posible que mi paso por el congreso de Santiago signifique un cambio en mi labor investigadora, dentro de la preparación de mi propia tesis doctoral.!
Sirva esta breve reflexión como un ofrecimiento en firme de colaboración en el desarrollo de la labor investigadora en comunicación, en aras de conseguir las más altas cotas de eficiencia, eficacia y consecución de los más altos ideales propuestos en Santiago de Compostela, una ciudad que siempre recordaré como punto de partida; el inicio de un camino que nos llevará a conseguir nuestras metas pero que habrá que recorrer algún otro día, desandándolo, bajo la mirada cálida del Santo Patrón de la ciudad, para no caer en el futuro en los errores cometidos, por la "comunicación", en el pasado. El respeto por mis colegas y los asistentes al congreso fundacional de la AE-IC bien merecía que dedicara unos minutos a la presente reflexión, al igual que la ciudad tan maravillosa que nos ha acogido durante los últimos días. Gracias por todo.
Francisco Roldán Castro
Presidente de la Asociación Española de Consultores Políticos