De casta le viene al galgo. Ramón Ruscalleda y Nuria Serra, padres de Carme, vendían en su tienda de alimentación de Sant Pol de Mar los mejores canelones caseros de la comarca, hasta el punto de que los fines de semana la cola ante el establecimiento era interminable. Con el tiempo, en 1988, Carme Ruscalleda y Toni Balam transformaron el comercio familiar en un excepcional restaurante; y Carme le dio la vuelta a los canelones de toda la vida con ese afán suyo de reinventarlo todo. Literalmente y sin exageraciones.
‘La de Sant Pol‘ se inventó el “canelón al revés”, con la carne por fuera y la pasta por dentro, como queriendo dejar claro que la sofisticación y el snobismo acompañarían, desde ese mismo instante, a la calidad entre sus fogones.
Carme Ruscalleda ha sabido hacerse respetar y admirar internacionalmente, destacando sobretodo durante la última década, en un mundo -el de la “haute cuisine”- gobernado por el género masculino. Los más prestigiosos “chefs” han rendido culto a sus creaciones culinarias, considerándola, sin embargo, un “grajo blanco” en tan selectiva élite; pero también han sabido reconocer su espíritu emprendedor.
Su salto a Tokio con un concepto absolutamente mediterráneo y una réplica exacta del Sant Pol de aquí, fue considerado por los analistas una auténtica locura y descalabro empresarial. Se equivocaron. Ahora Ruscalleda practica el tráfico de talento entre el país del sol naciente y Sant Pol de Mar, hasta el punto de que los cimientos de sus orígenes gastronómicos se han visto agradablemente influenciados por la sutileza de lo oriental.
Un toque de auténtica distinción culinaria que se plasma en imposiciones gastronómicas tan arriesgadas como la medusa, muy poco habitual en la restauración mediterránea.
Pero ahí no acaban sus esfuerzos integradores. La autora gastronómica se enzarza en una carrera sin tregua por concentrar lo más espectacular -incluso lo más extravagante- en sus platos, ya que la calidad se da por sentada. Así, Carme ha retado a los personajes más dispares, antagónicos y diferentes a que participen en su carta. Desde el “bocata de mejillones” de Joan Manuel Serrat al “arroz de gambas” de Boris Izaguirre, el comensal se adentra en un carrusel de sabores diseñado por las fantasías culinarias de sus ilustres autores. En una orgía de gula.
En la fiesta del 20 aniversario de su Restaurante Sant Pau en Sant Pol de Mar -a la que han asistido políticos, intelectuales, empresarios, colegas de profesión y ‘su gente’- Ruscalleda ha presentado un menú compuesto por veinte propuestas degustación firmadas por personajes excepcionales y servidas en los diferentes espacios del complejo: el jardín, el restaurante, el porche y el garaje. Una idea original, como no podía ser de otra manera, que inicia una nueva década de investigación, innovación y lucha por mantener sus fogones y “salones a manger” a la altura del paladar de las nuevas generaciones.
La pasada semana, Ruscalleda y la enóloga de Juan Alcorta, Elena Adell, presentaron en Madrid “GastroVino”, una gama de productos gourmet producida a base de Alcorta Reserva 2004 que nace junto a la Edición Especial Alcorta&Carme Ruscalleda, un coupage especial del que se comercializarán tan solo 5.000 botellas.
Alcorta & Ruscalleda Edición Especial, un excelente coupage 100% tempranillo de 2007 criado 11 meses en barrica de roble francés, ha sido diseñado por Elena Adell en homenaje a la cocina mediterránea de Carme Ruscalleda. Una nueva apuesta por ofrecer una gastronomía global que lleve su sello de calidad y originalidad. Sin lugar a dudas, su fiesta de aniversario no es sino el comienzo de una nueva era gastronómica liderada por la experiencia y el “savoir faire” que dan veinte años que “no son nada”.
Gema Castellano
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