Lo que desean, en definitiva, es no perder la oportunidad de oro de exprimir a su antojo a la nueva “vaca”, Internet; porque a estas alturas y como todos ya sabrán, el rigor informativo y el respeto por el lector no les importa absolutamente nada. El desprecio por los principios del periodismo ha llegado al límite por parte de estos “personajes” de cuento de terror, a los que ya no es difícil desenmascarar.
Y va a ser que no. Porque por mucho que reivindiquen desde su pedestal de barro cada vez más blando -a base de maquiavélicas estrategias de presunto chantaje al gobierno o presiones a los anunciantes- su oligopolio absoluto sobre los beneficios que genera la información -que es lo único que les interesa- ésta está, irremediablemente y salvo que de repente se tornen solidarios, honestos y “buena gente” -lo que es imposible-, abocado a la extinción.
Esperemos que los gobiernos, éste o cualquier otro que acceda al poder, ignore -por estúpidas, insolidarias y descaradas- las pretensiones de una pandilla de especuladores sin escrúpulos que no tienen la mínima intención de reinvertir las subvenciones estatales ni en mantener los puestos de trabajo de los periodistas, ni en redefinir la objetividad informativa; pero sí en liderar de nuevo, si es posible gratis o a bajo coste, las plataformas publicitarias que los han convertido en inmensamente ricos.
Pretenden repetir su modelo especulativo en Internet una vez que han llevado al fracaso a la prensa tradicional. ¡Qué falta de imaginación!.
Esperamos de verdad la honestidad y la negativa a presuntos chantajes por parte del gobierno, a pesar de que ésta puede traerles consecuencias nefastas derivadas de las presuntas “vendettas” editoriales.
El presidente de la Asociación Española de Editores de Diarios (AEDE) y a su vez consejero delegado de Unidad Editorial, editora del diario El Mundo, Antonio Fernández Galiano -¡hombre sesudo donde los haya!- se ha reunido recientemente con María Teresa Fernández de la Vega, vicepresidente del Gobierno, con el objetivo de “informarla” -que nunca solicitarle, consensuar, tratar el tema o departir- sobre sus nuevas directrices, las de la AEDE y las de los gerifaltes de la información sobre cómo debe evolucionar desde ahora el sector; sobre todo en Internet.
¡Y parece nuevo!. De hecho, dudo que este señor lleve ni cinco días utilizando la Red para informarse, de lo contrario, no propondría semejantes “necedades” imposibles y desfasadas. ¡Vamos!, que el gurú de Unidad Editorial llega, al menos, diez años tarde para imponer su antidemocrática y totalitaria estrategia de control. ¡Vaya gurú!.
Mal está que exija al gobierno aumentar la partida destinada a la compra de ejemplares con dinero público -que ya se está haciendo- para repartirse en universidades y centros educativos de todo el territorio español y reducciones fiscales para empresas privadas de la información que están en quiebra, pero lo que pretende con Internet es de juzgado de guardia. Fernández-Galiano intenta cobrar a los internautas por la información.
Y aquí le decimos: “Oiga, hágalo con las réplicas en la Red de los diarios a los que usted representa, a ver si alguien paga”. Sobre todo teniendo en cuenta que los lectores han dejado de comprar esos diarios por falta de calidad y objetividad informativas. Además, demasiado paga ya el usuario de Internet por la conexión más precaria y cara de Europa. Así que, señor Fernández-Galiano, “haga usted algo útil y si desea cobrar al usuario por la información peléese con Telefónica por una conexión decente y gratuita”.
También desea el señor presidente de la Asociación de Editores lanzar una acción conjunta -de todos los editores de su cuerda, se entiende- contra Google, para defender la propiedad intelectual de los diarios; y aquí sí que, esta cronista cree irremediablemente, que el señor Galiano no es nuevo, no… si no de un ingenuo que insulta. En mi modesta opinión, el usuario estará tremendamente agradecido si Google no le devuelve a su búsqueda la repetición de las notas de agencia que todos los diarios ‘copipastean’ sin pudor. Porque, a estas alturas, señor Fernández-Galiano, debería saber que lo que usted exige solo puede conseguirlo con un producto de altísima calidad, de irreprochable honestidad y de probada objetividad. No es el caso.
Mientras tanto, si ustedes se dan cuenta, este señor que ha decidido que “Internet soy yo” emulando a Luís XIV de Francia cuando argumentó “el Estado soy yo”, no representa a nadie en Internet. Ni a los que llevamos más de diez años editando contenidos en la Red ni a los que consumen estos contenidos.
Así que como dice el refrán: “a palabras necias oídos sordos”, pero ¡cuidado!. El negocio de la publicidad se desvía poco a poco hacia Internet y ellos tienen olfato de sabueso y maneras de alimaña.
Gema Castellano