En Ibiza, las ganancias en tres meses deben cubrir la existencia a todo lujo de sus gestores durante todo un año; y, evidentemente, la inversión, para que esto sea posible, debe cifrarse como prácticamente nula. Un turismo masificado mal educado, poco exigente, embrutecido y hortera que gaste su escaso presupuesto en alcohol, drogas y pizza es, por tanto, el idóneo; pero lo que en su día fue el paraíso de la esencia hippy más aristocrática, ahora es solo un reducto-estercolero en pleno Mediterráneo.
¿No han sabido o no han querido?. Más bien apostamos por la segunda opción, ya que -en resumidas cuentas- lo importante es el enriquecimiento rápido y desorbitado; y en esa pequeña isla balear descubierta por los defensores del “carpe diem” más pudientes y explotada por especuladores con pocos escrúpulos y menos sensibilidad, eso ha sido posible para unos pocos gracias a un poder político caracterizado por la permisividad, la ambición y la lujuria.
Así que no esperen una recuperación de Ibiza. Eso supondría reinventarse, invertir en fórmulas turísticas sostenibles, en servicios y en estrategias a medio y largo plazo; y no interesa. La explotarán hasta el final, hasta que no sirva ni siquiera para acoger a la escoria del mundo, porque incluso ésta la repudie. Un año más, hosteleros y hoteleros con no demasiadas luces pero a los que les sobra la picaresca harán el agosto -sólo y nunca mejor dicho, el agosto- mientras fijan su propaganda en un target que ningún enclave turístico que se precie y aprecie desea.
El último gancho publicitario ha sido Kylie Minogue. La cantante ya anunció el pasado mes de mayo a través del diario The Sun que su intención era actuar en Ibiza, aunque no especificó que sería en el mes de julio y que aprovecharía para presentar su nuevo trabajo “Aphrodite”. La novia de Andrés Velencoso, que ya dice cuatro o cinco palabras en castellano, la lió parda -imaginamos que sin saberlo- con los fotógrafos nacionales apostados en la isla.
Tanto la discoteca Pachá -representada en este caso por su director artístico, Francisco Ferrer– como la productora EMI, organizadores del evento, decidieron -sorprendentemente- vetar la asistencia de fotógrafos españoles a favor de los medios extranjeros; los cuales, fueron tratados con honores tanto en la rueda de prensa que tuvo lugar en el restaurante “Amante” -en Cala Llonga- como, más tarde, en el privado de Pachá, gestionado por la relaciones públicas, Rosetta Montenegro. Pero esto no es una novedad.
En una isla que se hizo famosa en el mundo entero por convertirse en un símbolo de libertad, paz, amor, armonía y generosidad, lo que impera -desde que se descubrió su potencial para generar divisas- es el totalitarismo; ejercido en forma de falsa modernidad por un puñado de especuladores formado por políticos y empresarios que no solo se reparten el pastel año tras año, sino que controlan todos los resortes de la gestión de Ibiza impidiendo que las cosas se hagan de otra manera.
Por supuesto, la arbitrariedad a la hora de aceptar o no a los fotógrafos -en este caso- forma parte de la manera habitual de proceder de estos “dueños de cortijo” que van de “progres”; y un año más, ya van muchos, celebrarán su Flower Power particular brindando por su bronceado desfasado y la suerte que tuvieron aquel día glorioso de los ’60 en el que – porro en boca y margarita en oreja- se les ocurrió “compartir” la magia de Ibiza con el resto de los mortales, es decir, explotar la isla en su beneficio como si se tratara de una parcela propia. No hay libertad en Ibiza. Tampoco para la prensa, la cual, debe morir al palo de las imposiciones de empresarios caprichosos e intocables parapetados en el derecho de propiedad y porteros de discoteca.
Gema Castellano
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