Y si éste es el pensamiento de los propios interesados -incluso cuando, en su caso, no ha ganado el premio de 10.000 euros una vez, sino dos- !cual será la opinión de los auténticos mentideros de lo fashion al respecto!. Porque cuando se trata de “diseñadores emergentes” ocurre lo mismo que con todos esos que se hipotecaron por 1.500 euros al mes cuando ganaban 600; que ahora, si no te solidarizas con ellos y les regalas la casa, eres una mala persona. Y por esto, lo más ético es que comencemos por analizar qué es la “emergencia” aplicada a la moda.
Y en éste sentido, el símil con los países nos servirá. Un país se considera emergente cuando se presenta ante el mundo como un posible y peligroso competidor, porque -internamente- ha sabido gestionar a la perfección sus vías de productividad y puede salir al mercado internacional con garantías de triunfo. La emergencia significa, con matices, excelencia; pero nunca podría considerarse como “emergente” un país de nuevo cuño al que le quedan por resolver todas sus estructuras e infraestructuras. Sería, en todo caso, un proyecto de país nuevo; pero nada más.
Dicho esto y salvando excepciones para las que nos sobran casi nueve de diez dedos, considero y me atrevo a afirmar que en la Pasarela 080 no expone su colección ningún diseñador emergente español; y este es un grave problema que nadie quiere afrontar para no resultar impopular. A partir de esta realidad basada en un concepto mal interpretado, el proyecto se torna insostenible como tal e inaceptable como inversión a nivel oficial, porque, aún cuando los compradores llegaran a espuertas -que no es ni mucho menos el caso- la mayoría de los diseñadores no tienen capacidad productiva para hacer frente a grandes pedidos.
Pero vamos por partes. Cuando un diseñador sale de la escuela debe decidir si desea trabajar para sí mismo o para otros; y en este aspecto no por ser diseñador es diferente de un recién licenciado en medicina o arquitectura. Si opta por lo primero -crear un negocio- tampoco debe creerse que es diferente a cualquier otro emprendedor con la obligación de realizar las inversiones necesarias en locales, infraestructuras, materiales etc. Y por supuesto, deberá crear un canal de distribución para vender su producto acabado, el cual -además- tendrá que competir con otros en el mercado, por lo que también deberás invertir en marketing. Todo esto sin contar con la internacionalización, la cual deberá abordar si de verdad pretende consolidar su negocio. En ese momento – y no antes- el diseñador se convertirá en “emergente” y podrá optar a premios que reviertan en su negocio.
El problema se manifiesta cuando las subvenciones invertidas en promover un loable proyecto de moda que retorne beneficio a la ciudad se desvirtúa con un contenido erróneo y ocurre lo que Karlotalaspalas asegura: “que no llega (la pasarela)”. Porque al tratarse de dinero público, parece que nada importa; pero debemos saber que la emprendeduría y la subvención no hacen buenas migas. Así me lo confirmaba días atrás en la celebración del 25 Aniversario de la Asociación de Jóvenes Emprendedores de Cataluña su presidenta -Marta Martí- quién apuesta no por las subvenciones, sino por una fiscalidad y una legislación adaptada a las necesidades empresariales de los emprendedores. ¿Hay acaso alguna diferencia, por ejemplo, entre un emprendedor del sector de la tecnología y un emprendedor del sector de la moda?.
Pero aún cuando el de la moda y el diseño es el sector -junto al de la tecnología- que más divisas mueven en el mundo dentro de una industria en la que los actores en competencia cambian continuamente y en el que España- gracias a la seriedad de Inditex- ha influido de una manera considerable; la frivolidad intrínseca que lo acompaña en todas sus manifestaciones suele, a veces, dar al traste con proyectos muy interesantes; como éste de la Pasarela 080. Porque no juzgamos la necesidad de que se consolide -por supuesto que lo deseamos- pero todo debe cambiar para que se convierta en una pasarela deseada por los diseñadores emergentes de todo el mundo, por todos los agentes internacionales de la moda y por la más prestigiosa prensa internacional. Hay que hacer algo grande y para eso los personalismos y los intereses creados deben quedar aislados.
No están los tiempos para manifestaciones soberbias de vanidad, ni para mandar mensajes erróneos a jóvenes emprendedores que desean dedicarse al negocio de la moda -a la industria de la moda- y que se desencantan gracias a que con ellos alguien está haciendo negocio. El espectáculo de la Pasarela 080 ha sido, una vez más, dantesco; tanto dentro como fuera de los desfiles.
Un alarde de frivolidad negativa en lo que al culto por mostrarse se refiere por parte de unos invitados salidos de nadie sabe donde, que alternan los disfraces con el botellón esponsorizado acompañado canapés de vez en cuando; y sobre la pasarela, nombres que ya nos suenan solo porque repiten y repiten hasta el punto de que incluso el jurado hace lo propio, porque convendrán conmigo en que, el hecho de que en en los últimos tres años dos diseñadores hayan repetido premio, provoca cierta frustración. Así las cosas, no podemos prever si algún día la Pasarela 080 “llegará”, pero sí estamos seguros de que Karlotalaspalas -además de otros de los mismos- estará allí, porque 10.000 euros son 10.000 euros.
Gema Castellano
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