Esta performance fashion recreada en la iglesia desacralizada de San Pablo Converso de Milán -cuya bóveda, todo sea dicho de paso, una auténtica obra de arte, fue pintada a finales del s.XVI utilizando la técnica del “trampantojo” por Vicenzo Campi- ha sido una excepcional exaltación del ‘lifestyle’ gótico, que, aunque edulcorado con cierto “chic”, siempre está presente en las manifestaciones creativas de Philipp Plein como si de un sello de identidad se tratara.
Cuando hablamos de Philipp Plein siempre debemos referirnos a los tejidos más ricos, los materiales más sofisticados, las pieles más perfectas o los brillos más costosos. La fuerza de las prendas de sus colecciones requiere de un público muy definido y exclusivo; de esa clase de gente que destaca por su fuerte personalidad, por su independencia y también -por qué no decirlo- por un ‘lifestyle’ anárquico, inconformista e incluso caótico. Las constantes alusiones al mundo del Rock-and-Roll en sus diseños sitúan a este creador en un lugar preferente en el armario de las ‘celebrities’.
Peaches Geldof -la indomable ‘socialite’ británica e hija del cantante Bob Geldof- y Jerry Hall, ex mujer de Mick Jagger, han sido las “musas” de Plein que han inspirado una colección “para todas las edades” a pesar de su idiosincrasia juvenil. Philipp Plein hace, con esta colección, un homenaje a la rebeldía y la radicalidad que perdura a pesar de los años y que se manifiesta en una manera de vestir lujosa, provocativa y lujuriosa en la que el Swarovski y las pieles más suntuosas se entremezclan con el refinamiento afrancesado en las formas y con la falta de rigidez de las sociedades futuristas de una supuesta vida virtual. Philipp Plein ha presentado una propuesta muy personal que se aleja muy poco de su línea habitual, aunque sus prendas ya no tienen que demostrar nada.
Gema Castellano
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