En su afán por innovar, el polifacético director creativo en el 31 de la Rue Cambon se ha empeñado en que “la petite veste noire” es el complemento por excelencia; y tras ofrecer un espectáculo de moda inigualable en Escocia, ha regresado a París para ensalzar el espíritu de perfección que “Mademoiselle” imponía en todas sus creaciones. Coco Chanel encontró el hilo conductor de su estilo perfeccionista en la “éternelle” chaqueta negra, que ha pasado de generación en generación como una obra de arte única.
Ahora, Karl Lagerfeld ha fotografiado al clásico de Chanel de las maneras más inverosímiles y sobre mujeres y hombres de excepción. Carina Roitfeld ha sido su cómplice un tanto “folle” en la puesta a punto de magnífica exposición de 113 fotografías extraídas del libro “La Petite Veste Noire: Un classique de Chanel revisité par Karl Lagerfeld et Carine Roitfeld”; y ambos han conseguido, de nuevo, que los más fieles seguidores de Chanel vean a esta prenda legendaria como si fuera la primera vez. Charlotte Casiraghi, Laetitia Casta, Astrid Bergès-Frisbey o las modelos Aymeline Valade, Sigrid Agren y Anja Rubik, han sido algunas de las invitadas a esta excéntrica y extraordinaria exposición, en la que se demuestra la apasionante versatilidad de “la petite veste noire”.
Pero no crean que es una mera cuestión de estilo. El secreto de la chaqueta de tweed es que se trata de una prenda técnicamente perfecta, rica en detalles funcionales y arquitectónicamente bella. Su proceso de creación es complicado y no apto para costureras poco avezadas. Coco Chanel exigía que sus creaciones fueran perfectas, tanto por el revés como por el derecho, y esto obligaba a los artesanos a una pulcritud fuera de serie. También exigía confort, por lo que se puede afirmar que la chaqueta más codiciada del mundo es, también, la más funcional y cómoda.
Armar cada pieza supone un ritual regido por un orden perfecto de prioridades, para evitar cualquier tipo de desequilibrio final. Desde la impecable colocación de la cadena de latón dorada -que consigue mantener intacta la caída de la chaqueta-, hasta los ojales de las mangas, siempre cosidos a mano y perfectos para ser utilizados; porque -según Coco- “la chaqueta debe poder ponerse y quitarse sin necesidad de que la mujer se desprenda de las pulseras”.
Miles son los detalles que han hecho de la chaqueta negra de Tweed de Chanel un icono del refinamiento durante décadas. Pero ahora Lagerfeld -la persona que mejor ha entendido el singular esnobismo y la sofisticación de Coco- propone a la “petite veste noire” como la “star” de una performance creativa que evoca osadía, seducción, descaro y divertimento; y seguro que a Mademoiselle Chanel le hubiera encantado.
Gema Castellano
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