Es una ciudad manejable, reducida, que, además, concentra en pocos kilómetros los principales puntos de interés para el turista. Entre las construcciones más modernas el ‘UFO Observation Deck‘; un restaurante mirador cuyo diseño, a la orilla del Puente Nuevo, evoca un OVNI. Quizá sea uno de los puntos más caros pero, en contraprestación a los 4 euros que cuesta allí una cerveza, el visitante puede obtener las mejores vistas de la ciudad.
Posiblemente, uno de los puntos más visitados sea el casco histórico por donde se reparten las famosas estatuas de bronce entre las que destaca el bi-descabezado Camil, que sigue expuesto a los atropellos. Curiosa, extraordinariamente curiosa es la Iglesia Azul, sobrenombre con el que se conoce a la Iglesia de Santa Isabel, situada un poco a las afueras.
A 15 km de Bratislava se encuentra el castillo de Devin, levantado en el Siglo IX y reconstruido siglos después. Situado a las orillas del río Danubio incorpora una romántica, aunque trágica, leyenda de amor a su naturalmente bella ubicación, que sirve también de enclave para recordar a quienes murieron intentando escapar del comunismo.
Sorprendentes son las iglesias articuladas, ocho de las cuales han sido declaradas patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Especialmente bella es la de iglesia de Hronsek, única de estilo tradicional escandinavo montada, sin un solo clavo, con maderas de roble y pino local.
En Banska Bystrica el edificio memorial del levantamiento eslovaco junto al museo al aire libre con piezas de artillería tanques o aviones no deja duda de lo ocurrido a mediados del pasado siglo. Es el lugar en el que nació Haviva Reik cuya heroicidad se recuerda en un pequeño parque reconociendo que su labor ayudó a salvar a más de 5.000 judios de los nazis.
En las naves de Colón se encontró cobre procedente de Spania Dolina una de las múltiples ciudades mineras del país. Otra de ellas es Kremnica donde se acuña la moneda del país y donde pueden visitarse las, ahora paralizadas, minas de oro. Banská Štiavnica, otra de las ciudades mineras, es hoy una romántica ciudad con cuidadas calles medievales que han servido de escenario para diferente rodajes. Situada en lo que fue el cráter de un volcán, una visita a esta ciudad sin entrar al Banco del Amor, carece de sentido.
Finalmente, respecto a la comida, la contundencia de la gastronomía eslovaca permite hacer frente a duros inviernos con bajas temperaturas. Con poca presencia del pescado abundan las diferentes preparaciones de carnes, sopas y patatas. No es difícil encontrar menús elaborados a precios realmente asequibles.
Texto & Fotos: Araceli Viqueira