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Holanda confinada. A Mark Rutte, primer ministro de los Países Bajos, no le ha temblado la mano al ordenar el cierre de todos los negocios no esenciales durante toda la Navidad.
No cabe duda de que la decisión de Rutte -un liberal conservador defensor de los recortes del presupuesto comunitario y detractor de los “coronabonos” que se ha convertido en la pesadilla de los países del Sur- sorprende y pone en alerta. Con un índice de vacunación similar a Reino Unido y Alemania -más o menos un 70% de la población- Mark Rutte ha decidido que dejar a la variante Omicron a merced de la “responsabilidad individual” durante la Navidad es un auténtico suicidio económico. ¡Sí, sí… económico. A Rutte lo que más le interesa es la optimización económica! Así que ha echado el cerrojazo sin importarle ni el qué dirán, ni el qué harán.
Hay que reconocerle la osadía a Rutte, capaz de dejar boquiabierto siempre al elenco de mandatarios europeos. Ha echado el cerrojazo para frenar los contagios sin importarle ni el qué dirán, ni el qué harán.
Omicron ha puesto en jaque de nuevo a las principales economías del mundo, pero ese mantra que se ha extendido en España sobre que es más benigna que las otras variantes, está otorgando a la población una falsa sensación de seguridad que aniquila la responsabilidad.
Mientras los gobiernos de Alemania, Francia y Reino Unido dudan sobre qué hacer, presionados por una población contestataria que gestiona mal las imposiciones, en España nos hemos instalado en la burbuja de la vacunación como remedio de todos los males. ¿Alguien ha pensado en enero, en febrero o en marzo?
La oposición está instalada en el “ahora sí; ahora no” provocando constantemente la confrontación con el Gobierno tome éste la decisión que tome y lo mismo critica un día las medidas restrictivas como las pide cuando no se aplican.
El Gobierno, por su parte, anda inmerso en el miedo a tomar decisiones por el desgaste que le está suponiendo la imposible armonización de los intereses del poderoso sector hostelero con la gestión de la salud pública e intenta repartir responsabilidades con las Comunidades Autónomas.
No es momento para miedosos.
Las próxima semana, a las puertas de la Noche Buena, el presidente Sánchez ha convocado una reunión telemática de presidentes, con la intención, es de suponer, de trazar una estrategia común que aborde una situación caótica.
A saber que en España la gestión de la sanidad está transferida a las Comunidades Autónomas y, a pesar de la cobardía del gobierno para adoptar medidas contundentes de manera unilateral, son los presidentes autonómicos, uno a uno, los que deberían explicar, por ejemplo, por qué la Sanidad Primaria no está siendo capaz de dar la talla ante los ciudadanos en sus diferentes territorios.
Cobardía por parte del gobierno, oportunismo ‘destroyer’ del lado de la oposición y desmantelamiento sistemático de la atención primaria en España desde las Comunidades Autónomas, por motivos políticos, ideológicos o de intereses creados.
Vaya panorama. De momento Ómicron es una auténtica incógnita, pero está claro que el SARS-CoV2 está aprendiendo a desactivarnos sin matarnos a una velocidad que supera la eficacia de las vacunas. ¿Aguantarán los sistemas sanitarios oleada tras oleada de contagios que dejan miles de ingresos, miles de ciudadanos con secuelas y afectados por el síndrome de covid persistente o con la salud mermada por falta de atención quirúrgica u hospitalaria en otras patologías? ¿Aguantarán los sistemas económicos el impacto de una población multiafectada? Parece que el ortodoxo y pragmático Mark Rutte sí le ve las orejas al lobo
Mientras aquí hablamos de Ómicron como una variante más contagiosa pero más leve, ellos respaldan el confinamiento con la certeza de que no están bien protegidos contra esta nueva variante. Hablan de incertidumbre y ante ella, toman medidas.
No sabemos qué decisiones se tomarán en esa “cumbre” Gobierno-Comunidades Autónomas, pero esperemos que el gobierno escuche a los expertos en salud pública y no deje de tomar medidas por miedo a perder votos; porque la cuadratura del círculo es imposible.
Si hay que cerrar, se cierra.