”Asqueada” o “descompuesta” ¿qué más da? El asunto es que Nadia Calviño, la vicepresidenta económica del Gobierno de España, ha coincidido con Pablo Casado, el premier del PP, en un acto con el Rey y a la pregunta de Casado: «¿Cómo estás?», Calviño le ha respondido: «Estoy asqueada por lo que has dicho esta mañana». Y no era para menos.
En la carrera destroyer y ‘amacarrada‘ de Casado por aniquilar a Sánchez, y aunque su guardia de corps, Cuca Gamarra, se ha empleado a fondo en justificaciones durante toda la mañana, hay que reconocer que en esta sesión de control Casado ha hecho saltar por los aires todos los mimbres de la ética. Ya no de la cortesía parlamentaria, sino de la ética política. Y por eso la prudente vicepresidenta le ha dicho en privado -¡en privado!- que lo que ha dicho la ha “asqueado”, para seguidamente comentar a Martinez Almeida, el alcalde de Madrid, -también en privado- “tu jefe está desequilibrado”
El PP ha puesto el grito en el cielo por estos reproches que Calviño ha lanzado, en privado, a Casado y la pregunta es qué habrá dicho Casado para que la templada Calviño haya saltado como un resorte; eso sí, insisto, a la cara y en privado.
¡Qué piel más fina tiene el PP! Qué piel más fina, a sabiendas de que Casado acusa al presidente del gobierno en el Parlamento, en público, de ser cómplice y responsable de los abusos de menores en España; y ¡señores!, jamás en la historia de la democracia se ha jugado con este asunto en el Congreso de los Diputados, y menos de una manera tan sucia, asquerosa, interesada y frívola.
Nunca se había acusado a un presidente del gobierno español de ser responsable de los abusos a menores y jamás se habían utilizado los abusos a menores como arma de marketing político-electoralista enmarcada en el histrionismo teatral.
Se entiende que Calviño esté “asqueada” por ese papelón sobreactuado de Casado y que se lo diga si tienes oportunidad, insisto, en privado y sin haber entrado desde su escaño en la provocación y réplica pública; en “rifi-rafe” a cuenta de un tema tan sensible, delicado y doloroso.
Pero es que, además, Casado ha mentido sobre una sentencia de maltrato infantil y, a pesar de que el jefe de la oposición no tiene mucho pudor a la hora de atacar a Sánchez con datos falsos, en este caso su actitud “asquea”.
Sorprende la falta de sensibilidad y decoro de Casado, aún imaginándoselo en su faceta más faltona y sobreactuada. “La oposición controla los escándalos del Gobierno y no acepto que me digas lo que puedo decir o no«, ha contestado Casado a Calviño, cuando lo ha increpado por llevar el tema de los menores al Congreso.
¡Escándalos del gobierno! dice Casado, ¿respecto a los abusos de menores? Ciertamente esto va mucho más allá de las gracietas sin gracia para buscar el voto de los más intransigentes.
Nos merecemos una buena oposición. Una oposición con un plan que enmiende la plana al Gobierno en los asuntos importantes. En esos, que no se mete… porque no tiene un plan.
En otro orden de cosas, la mesa de negociación sobre el empleo mantiene con el trasero pegado a las sillas a sindicatos, a Garamendi -el jefe de los empresarios- y a Yolanda Díaz, la ministra; y eso es muy de agradecer. Podría ser, incluso, que se alcance el acuerdo.
A saber que las presiones sobre todos los agentes sociales de la mesa son brutales.
A Garamendi le costó un tremendo disgusto ejercer su libertad de expresión hace unos meses cuando contestó: “si esto acaba en que las cosas se normalicen, bienvenido sea» a una pregunta sobre los indultos del Pròces. En fin.
Pocas cosas tan deseablemente manipulables como una mesa de negociación salarial. “Si quieren encontrar trabajadores páguenles más”, argumentaba Joe Biden, el presidente de Estados Unidos, icono del liberalismo, a los empresarios enfadados porque no encontraban trabajadores. Los republicanos en USA acusan al gobierno de que los desempleados no quieren trabajar gracias a las ayudas sociales aprobadas por el Covid, pero lo cierto es que debido a una precariedad laboral sobresaliente, la economía sumergida supera los dos billones de dólares.
¡Vamos! Que estos dogmas del capitalismo más ortodoxo sobre la oferta y la demanda, la desregularización absoluta y el no intervencionismo porque el mercado se encarga, se han quedado obsoletos en esta era de cambios. Hay que evolucionar y si para evolucionar se deja la ideología a un lado, mucho mejor. Porque ya tenemos bastante con los intereses creados.
Y sí; asquea lo que hoy ha hecho Casado en la sesión de control.