¡Quién lo iba a decir! El Papa ya ha pasado a formar parte de la lista negra de la derecha española; una ‘black list’ formada por “comunistas radicales que se quieren cargar España”, según Abascal, Casado y Díaz Ayuso; o lo que es lo mismo, por personas de diferentes ideologías a los que les da por pensar diferente no sólo de la derecha, sino también entre ellos.
En fin. Es evidente que las diferencias de criterio entre el Papa Francisco y Yolanda Díaz son extremadamente radicales, pero, aún así, la grandeza de la inteligencia, de la palabra y del entendimiento está en encontrar esos puntos en común que permitan consensos entre los que piensan diferente, para avanzar en la gestión del bien común y de los intereses de todos.
¡Qué España más parduzca quiere esta derecha derechizada con esa idea obsesiva de legitimar un único pensamiento a su imagen y semejanza que atolondre la creatividad, la innovación y la tolerancia!
Lo cierto es que Francisco ya era un Papa sospechoso e incómodo para la ortodoxia política más beata, antes de decidir reunirse con una comunista vicepresidenta del gobierno español. Lo han confrontado con Juan Pablo II y su lucha contra el comunismo en Polonia, lo han criticado por pronunciarse sobre las actitudes de los conquistadores en América y Abascal lo llama “ciudadano Bergoglio”, intentando despojarlo así de toda categoría papal.
¡Llevando la moda de la polarización al límite con objetivo electoral-populista, en España es ahora la izquierda, también la comunista, la que defiende al Papa de Roma! ¡Cosas veredes, Sancho!
En cualquier caso, el Papa ya ha advertido que no tiene intención de venir a España hasta “que haya paz” -a las grescas e insultos continuos se refiere ¡no lo vayan a pillar entre dos fuegos!- y Casado le ha respondido en ‘cero coma’ que la paz la destroza la kale borroka catalana.
La pregunta es si además de una lista negra Casado habrá confeccionado también, o no, una lista blanca que incluya a los que gobernará -él- si llega al poder; porque lo cierto es que cada día se vuelve más selectivo y excluyente.
La vicepresidenta Yolanda Díaz, sin embargo, se ha propuesto todo lo contrario y desde su condición irrefutable de comunista ha roto barreras hasta con el sursum corda. Sindicatos, patronal, empresarios, banqueros, gentes del Ibex y hasta el mismísimo Papa; porque la comunista sabe que sin el consenso y el respaldo de todos no se construye un gran proyecto.
Parece que el comunismo evoluciona, pero la derecha española sigue igual. ¡Erre que erre!
Ella es legítimamente ambiciosa y tiene proyecto, pero además tiene una visión estratégica del medio y el largo plazo excepcional. Tampoco tiene complejo de clase y carece de resentimientos propios del impacto ideológico, que la impregnen de prejuicios y que le impidan ver la gestión política como una acción de efecto transversal.
Los socialistas la temen y las derechas la acusan de ambición. Flacos argumentos para tumbar a una política con carisma, empecinamiento y sin complejos, que no va a bailar al son que nadie le toque.
Las filas del “cuarto poder” más reaccionario tampoco han dejado pasar la oportunidad de cargar contra ella con toda crudeza, pero no contra su gestión. Federico Jiménez Losantos se refiere a sus labios pintados de rojo aludiendo a “lo que eso significaba en el antiguo Egipto” y Carlos Herrera la llama “adolescente mental”. Sin más comentarios sobre este asunto.
Respecto al Papa Francisco, habría que preguntarse por qué la Iglesia se decidió por su perfil y por qué toda esa troupe de cardenales, obispos, arzobispos y demás militancia tan influyente permiten, sin rechistar, esa actitud del Papa que tanto extraña y ofende a la derecha española.
¿Está la Iglesia perdiendo influencia? Muy posiblemente, sobretodo en Latinoamérica. Pero este es otro asunto. En cualquier caso Francisco parece tener más poder mental que Anthony Blake. Yolanda Díaz salió llamándolo ‘Santo Padre‘ y Jordi Évole absolutamente abducido. ¡A tener en cuenta!