En fin. Es evidente que si Garamendi, el jefe de los empresarios, está encantado con los cambios en la Reforma Laboral, es que esas modificaciones muy “comunistas bolcheviques extremistas” no son. Así que esos liberales ortodoxos que, por cierto, se han puesto los primeros a la cola del reparto de los fondos para la recuperación, deberán dejar de hiperventilar y de rasgarse las vestiduras porque revolucionaria la “contrarreforma”, lo que se dice revolucionaria, no es.
Aún así, en el Congreso se va a liar parda para su aprobación. Porque mientras el PP está fuera de juego debido a su negativa ante todo lo que proponga el gobierno aunque sea bueno para los ciudadanos otros, como Rufián, muestran su enfado porque dice que a ERC ‘no se le ha preguntado nada‘. Como si en la mesa de negociación hubieran tenido que sentarse el Gobierno, la patronal, los sindicatos… y ERC. Así que ya afilan el lápiz para la lista de prebendas a cambio del voto. En este aspecto, la ministra de trabajo, Yolanda Díaz, ha dejado claro que todos los grupos parlamentarios han conocido el contenido de la negociación en tiempo real.
Previendo el debate, Garamendi ya ha advertido que si se cambia una coma al super medido texto que los ha tenido con el trasero pegado a las sillas durante meses y horas diarias -toda una proeza en un tiempo en el que el diálogo se ha cambiado por los insultos y los ataques personales- la patronal no podrá validarlo. Y es que al presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) le ha costado más de un disgusto con Pablo Casado sentarse en la mesa de negociación. El pasado mes de julio Casado atacó a Garamendi a cuenta de un comentario sobre los indultos y ahora ha vuelto a arremeter contra su posición de diálogo. «¡O conmigo o contra mi!» es la posición de un Pablo Casado y su troupe, que han eliminado del Parlamento su función fundamental: la discusión, el diálogo y el entendimiento.
Garamendi ya pertenece a la lista negra del PP de Casado, al igual que el Papa o cualquier otro que reconozca que en España hay un gobierno democrático y legítimo.
El Consejo de Ministros ha dado hoy luz verde al proceso de negociación de la reforma, un cambio fundamental para que podamos acceder a las ayudas europeas. Era urgente, ya que los cambios deben presentarse en Bruselas antes del final del año. La modificación de la reforma del PP prioriza la lucha contra la excesiva temporalidad del mercado laboral. Es una imposición de Europa, que considera a los contratos temporales un lastre para la economía.
Es bien cierto que esta modalidad de contrato, que impuso temporalmente el gobierno de Felipe González para intentar paliar unas cifras escandalosas de desempleo, se quedó; y los empresarios han hecho uso y abuso de ella hasta el límite de que ahora el 40% de los contratos en España tienen menos de cinco días.
Es cierto que la temporalidad -por estacionalidad- forma parte de la estructura laboral española, pero el abuso de este tipo de contratos preocupa, sobretodo en una Europa que busca la estabilidad económica.
A partir de ahora el contrato temporal solo podrá utilizarse por sustitución durante tres meses o por motivos de la producción por un período de seis meses.
Por otro lado, se recupera la prioridad del convenio sectorial en materia salarial y la ultraactividad en los convenios colectivos -un principio que permite regular las relaciones entre trabajadores y empresas cuando el convenio colectivo pierde su vigencia- y además se crea un nuevo modelo de Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) que será la alternativa de los despidos en caso de crisis o reconversiones sectoriales.
Respecto a los contratos, los fijos-discontinuos tendrán más derechos y en los formativos se pretende que tengan una mayor causalidad para reducir su elevada temporalidad.
Aun sin ser una reforma disruptiva, es un gran paso adelante y sobretodo, goza del consenso de todos los actores sociales, una coyuntura insólita en esta época de confrontación, que le otorga solidez y capacidad de implantación. Una buena noticia y toda una hazaña. Ahora solo falta que los señores diputados estén a la altura.
¿Y Pablo Casado? Ya ha amenazado ¡antes de conocer el texto! con llevar la reforma ante el Tribunal Constitucional.
El Partido Popular (PP) y la judicialización de la política.