¿Alguien en la oposición o en el gobierno había leído la entrevista al ministro Garzón que The Guardian publicó el 26 de diciembre, antes de que el 3 de enero el presidente de Castilla y León, Alfonso Mañueco, retorciera las palabras del ministro para rentabilizarlas en su campaña electoral?
Parece que no. O bien por correr un tupido velo sobre el hecho de que un ministro comunista, de tercera categoría, como muchos lo califican, o de cupo, como dicen otros, sea interesante para la prensa internacional; o bien porque nuestros políticos no leen la prensa internacional, ha tenido que ser el oportunista Mañueco, tras desalojar del gobierno de Castilla y León (CyL) a su socio de Ciudadanos (Cs) de una patada en el trasero, quien se apropie de un inexistente agravio para su región supuestamente cometido por el ministro de consumo. Miren. En la entrevista de «The Guardian» Garzón defiende la ganadería extensiva en España por su sostenibilidad y calidad, pero a la hora de hablar de la ganadería intensiva el ministro dice, en palabras de The Guardian, que “produce una carne de mala calidad”.
A pesar de que Garzón ya ha demostrado, con pruebas, que lo que realmente dijo es que “la ganadería intensiva produce una carne de PEOR calidad” y que es la traducción de The Guardian la que no es correcta, ya que la entrevista se realizó en español, el bulo ya ha alcanzado dimensiones estratosféricas y Mañueco, de refilón, está encantado porque ha conseguido soliviantar a los ganaderos de su región, a los cuales Garzón, ni siquiera se refiere.
Lo cierto es que Mañueco, en su afán por ganar adeptos a su causa política, ha sacado a la palestra un debate fundamental que afecta tanto a la salud pública como a la sostenibilidad medioambiental. Un debate fundamental que provoca histeria entre los presidentes autonómicos -sobretodo los de la España vaciada- y en el gobierno central, plegado al conservadurismo por supervivencia; debería atreverse más Pedro Sánchez (opinión personal).
En fin.
Que no es solo, que también, Garzón quien afirma que los españoles consumimos mucha carne, que la ganadería intensiva tiene un impacto medioambiental muy perjudicial para el entorno de las macrogranjas y los acuíferos y que la carne industrial es de peor calidad.
El exceso de carne en la dieta está asociado a la diabetes, a las enfermedades cardiovasculares, a diferentes tipos de cáncer como el de colon y, en definitiva, a la mortalidad prematura, según el colectivo médico del mundo mundial. ¡Vamos! Que es incuestionable. También la OMS lo ha advertido.
Respecto a la contaminación provocada por las macrogranjas, queda demostrada con datos en el informe “Macrogranjas veneno para la España rural. Efectos ambientales de la ganadería industrial« elaborado por Greenpeace a finales de 2021.
A pesar de que se han creado casi cuatro millones de nuevas hectáreas de zonas vulnerables a nitratos (ZVN) en la última década, la contaminación se ha duplicado en los últimos 4 años. Y no solo la de los ríos, embalses y lagos. También la de las aguas subterráneas.
Pero si ustedes son “antiGreenpeace”, que están en su derecho, quizás les valga el “Informe de seguimiento de la Directiva de Nitratos“ emitido por la Comisión Europea, que insiste en la gravedad de la situación y responsabiliza a la ganadería como la única responsable del 81% de la aportación del nitrógeno agrícola a los sistemas acuáticos.
Javier Lambán, presidente de Aragón, ha puesto el grito en el cielo. Ha calificado las palabras del ministro como “desgraciadas e insensatas”, además de asegurar que son “una agresión directa a una parte importante de la economía aragonesa”. Y es que lo cierto es que el debate sobre las macrogranjas lleva abierto en Aragón mucho tiempo y muchos de los pueblos elegidos para su ubicación están en pie de guerra, por considerar que este modelo de explotación vacía más el ya Aragón vaciado. Tema muy sensible para Lambàn, que en lugar de reaccionar de manera histriónica a las”obviedades” de Garzón, quizás debería imponer a esa megaindustria tan contaminante inversiones en modelos de producción sostenibles.
Es sin duda un gran debate. Un debate fundamental de salud pública y sostenibilidad ambiental. Lo demás, puro oportunismo político y cobardía política… para variar.