En un escenario global marcado por la urgencia climática, España se enfrenta al reto de aprovechar plenamente el potencial de las energías renovables.
El informe más reciente de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA) revela una realidad contundente: a pesar de la competitividad evidente de las energías limpias, su contribución al mix eléctrico español no está a la altura de las demandas impuestas por la emergencia climática.
El 2022 registró un récord en la potencia renovable instalada, señalando un paso significativo hacia la transición energética. Este hito no solo representa un avance en la descarbonización, sino también una oportunidad dorada para impulsar la economía, generar empleo y reducir los costos energéticos. Sin embargo, el desafío persiste debido a la dependencia continua de combustibles fósiles y a un entorno regulatorio desequilibrado que dificulta el pleno despliegue de las renovables.
La clave para desbloquear este potencial radica en una acción urgente y decidida. Es imperativo acelerar el desarrollo de las energías renovables, despejando el camino de obstáculos administrativos y fomentando una industria nacional que evite la fuga de capitales. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) se presenta como una hoja de ruta acertada, cuyo cumplimiento no solo contribuiría a la descarbonización, sino que también posicionaría a España como líder en la transición ecológica en Europa.
A pesar de los datos alentadores, es crucial no caer en la autocomplacencia. Este es un llamado a la acción y a la toma de decisiones valientes. La ciudadanía demanda un modelo energético 100% verde, justo y democrático, y la responsabilidad recae en todos los actores involucrados. Queda un largo camino por recorrer y solo con pasos audaces superaremos las reticencias que aún frenan el pleno aprovechamiento del potencial renovable de España.
La revolución renovable no es solo una oportunidad; es una necesidad apremiante para un futuro 100% renovable.