Lecciones desde África: cuando la realidad supera al proyecto
Hace años, en un viaje por África Occidental, tuve la oportunidad de visitar varias comunidades para evaluar cómo gestionaban algo tan básico como el agua y las heces. Era parte de un proyecto que pretendía mejorar su calidad de vida, pero como ocurre a menudo, lo que funciona en el papel no siempre lo hace en el terreno. Recuerdo dos tipos de letrinas que analizamos:
- Letrinas convencionales, que eran funcionales pero dependían de fosas sépticas y camiones cisterna para su vaciado. El problema era que el mantenimiento resultaba tan caro que rara vez podían permitírselo. Las fosas siempre estaban llenas, y las comunidades recurrían a soluciones improvisadas que terminaban contaminando los pozos de agua.
- Inodoros de hormigón, inspirados en los de porcelana que usamos en Occidente. Pero en África, donde no hay agua suficiente para el sifón, eran inútiles. En un entorno donde el recurso más valioso escasea, no tiene sentido replicar tecnologías que dependen de un suministro infinito de agua.
Lo que más me impactó fue descubrir que muchas familias hacían sus necesidades en bolsas de plástico dentro de sus propias cabañas. Más tarde, se deshacían de esas bolsas de cualquier manera posible. Aunque incómodo para nuestra perspectiva, era una solución eficiente en su contexto.
Valencia 2024: una realidad preocupante
Un mes después de la riada en Valencia, estoy viendo paralelismos preocupantes con el caso de África. Muchos garajes siguen inundados, convirtiéndose en fosas sépticas improvisadas. Las bajantes están rotas, y no hay un plan claro para vaciar esos espacios o restaurar los sistemas de aguas residuales.
Los primeros días sentí mucha curiosidad, quería saber si el ejército había desarrollado alguna solución para la gestión de las heces. Sorprendentemente la respuesta fue que no. El asunto lo solucionan con inodoros químicos que es inviable para el tamaño de la población afectada. Pero esta solución, válida en campamentos pequeños, no escala para una población entera. Por lo visto vaciar los garajes y restaurar el sistema de aguas tampoco ha sido contemplado como una prioridad, lo que sin duda va a tener consecuencias. Esto me lleva a reflexionar sobre lo frágiles que son nuestras infraestructuras. Un simple apagón de tres o cuatro días podría colapsar los sistemas de suministro y depuración de agua, dejando inservibles los inodoros que todos damos por sentados.
Por eso, propongo adaptar un modelo sencillo y probado:
- Un balde, un taburete y bolsas de basura pequeñas para gestionar los desechos en casa.
- Toallitas húmedas para la higiene personal.
- Y, lo más importante, un sistema de recogida diaria exclusivo para estas bolsas, implementado en los primeros días de la catástrofe.
No es agradable imaginarlo, pero sí necesario. Es preferible un plan básico que improvisar cuando el problema ya está encima.
El saqueo: la señal de la quiebra social
Otro tema que ha surgido en conversaciones recientes es el del pillaje. Lo vimos en la conferencia que Santiago Posteguillo dio en el Senado, donde describió cómo el saqueo simboliza la ausencia del Estado (min. 40:30 del vídeo).
En mi opinión, la mejor defensa es la organización vecinal. En contextos de emergencia, las patrullas comunitarias pueden ser una barrera disuasoria importante. Pero hay un detalle que nunca falla: el silbato.
Todos deberíamos tener al menos uno en casa por cada miembro de la familia. Y no cualquiera: debe ser un buen silbato, preferiblemente metálico y con bolita. Parece algo insignificante, pero en situaciones críticas, puede marcar la diferencia.
No esperen a que alguien más se los proporcione. Si aún no tienen, háganse con ellos cuanto antes.
Prepararse para lo que viene
Al final, las situaciones catastróficas nos ponen a prueba como comunidad y como individuos. La clave está en la preparación: soluciones simples y prácticas pueden evitar problemas mayores, tanto en términos de salud pública como de seguridad. Por ello es importante la anticipación; reflexionar sobre cómo podemos enfrentar juntos lo inesperado.