…; y por tanto -y aunque muy necesarios- los miembros de ésta la que ahora llaman, Generación Perdida, además de estar abocados al fracaso también están condenados a ser ignorados; como si no existieran porque no interesa.
Lo cierto es que resulta mucho más cómodo tanto a los poderes públicos como a los privados presentar, sin excepciones y globalmente, una juventud sin valores, adicta al “botellón” y las drogas, descontrolada, caprichosa, embrutecida, violenta e incluso cruel, porque de esta manera se hacen con la excusa perfecta para justificar, por ejemplo, cifras de desempleo juvenil a nivel mundial del 13% y en aumento. También para los medios de comunicación es altamente lucrativa la explotación sensacionalista del supuesto “pérfido perfil” de una juventud actual que, tal y como la pintan, lleva a pensar a la población que el mundo no tiene solución.
Descartando interpretaciones interesadas, deberíamos saber que como en todo, hay una cara y una cruz. Dos acepciones para el mismo término. Porque es cierto que existe una juventud descontrolada, una generación “perdida” presa de miserias como el culto a la imagen, al ocio indiscriminado y al dinero rápido. Son individuos débiles, super-protegidos y sin capacidad para afrontar compromisos ni siquiera con su formación intelectual o personal; dependientes absolutamente de sus progenitores no solo por falta de un empleo, sino -y sobre todo- por su carencia de cualificación y formación a la hora de acceder a la actual y escasa oferta laboral, dotados, además, de cierta soberbia que les empuja a exigir todo por derecho a cambio de nada o con la violencia extrema como moneda de cambio.
Pero esta generación ”perdida” a la que prestan tantísima atención medios de comunicación, psicólogos televisivos, asistentes sociales cegados por una absurda “discriminación positiva” que ya ha demostrado ser contraproducente, políticos oportunistas, organismos “rehabilitantes” varios y una sociedad preocupada simplemente porque se cree amenazada, no tiene nada que ver con esta otra “Generación Pérdida” informada y comprometida con los nuevos valores de futuro -absolutamente ignorada y desatendida- que muchos, creen, ni existe.
Hablamos de jóvenes que estudian, que se esfuerzan cada año para mantener su beca, que trabajan al mismo tiempo para financiar su ocio y que, aunque no pueden evitar sentir el germen de la juventud con todo lo que ello conlleva, son capaces de descartar todo aquello que consideran nocivo para su salud o su desarrollo personal o intelectual. Son gente humilde, solidaria, competitiva, reivindicativa, inteligente, sana, informada y comprometida con el medio ambiente y los valores de nuevo cuño que molesta a los intereses creados, porque estos individuos sí tienen la preparación necesaria para cambiar el mundo.“Cambios”. Un término que hace temblar a los poderosos y a las sociedades manipuladas y que tantísima falta hacen.
Estos jóvenes saben lo que ocurre. Tienen la información necesaria para poder analizar y hacer una crítica exacta de la realidad, pero son un auténtico peligro para un stablishmen mundial absolutamente abusador que solo pretende el enriquecimiento de unos pocos a costa, incluso, de la destrucción del planeta. No interesa este tipo de jóvenes ilustrados. Pueden cambiar el mundo y eso sería una catástrofe para los auténticos poseedores del poder mundial.
Alejados del idealismo sesentero, estos jóvenes absolutamente formados, interconectados y globales viven la realidad día a día y luchan contra la adversidad con preparación y buen criterio; porque su, en cierta manera, ingenuidad de los pocos años vividos, les dice que si están a la altura encontrarán su oportunidad. No es así. Nuestra sociedad y nuestro sistema laboral no premian a los que lo hacen bien, sino que los ignora haciéndonos creer que ni siquiera existen.
No cabe duda de que la crisis económica se ha cebado con ellos de una manera brutal, casi inhumana, sin que ni las empresas, ni los bancos, ni los gobiernos hagan nada por remediarlo; y sin embargo, son la única esperanza de una sociedad en multicrisis que, gracias a una gran manipulación interesada, ha perdido la confianza en su propio garante de futuro: la juventud. De los 620 millones de jóvenes de entre 14 y 24 años que existen en el mundo -dato de 2009- 81 millones están desempleados y en España el dato empeora. En 2009 el 37,8 de los jóvenes en edad de trabajar no podían hacerlo.
No nos va a quedar otro remedio que intentar ver la realidad entre tanta tergiversación de los datos reales y dejar de identificar a nuestra juventud a través de morbosos y sensacionalistas programas de televisión que solo nos muestra la cara de la moneda que menos debería interesarnos. Y el que no desee hacerlo por la esperanza de un mundo mejor deberá agarrarse a su propio egoísmo, ya que esta Generación Perdida, si se consolida, dará al traste con un Estado del Bienestar que se basa precisamente en que unos paguen para que otros -los que antes cotizaron- cobren. Apostemos por una juventud informada que, además, deberá ocuparse del cuidado de esa otra juventud que -también por exceso de celo y superprotección- sí que irremediablemente se ha quedado en el camino; y confiemos en que ellos sí sepan terminar con la injusticia, los prejuicios, los intereses creados y la irracionalidad mediante el conocimiento.
Gema Castellano