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Colgadas están el la sala de exposiciones del FAD, en la Plaza de los ángeles de Barcelona, estas obras que ponen “cara” y “alma” a personajes influyentes de la Barcelona contemporánea; ‘personas humanas’ de las que todos hemos oído hablar por sus obras u opiniones de liderazgo, pero de los que, en algún caso, no conocemos ni su imagen. Porque algunos de ellos no son ni siquiera mediáticos, pero sí han sido fundamentales en la evolución de una ciudad caracterizada por su contribución al mundo de arte, el diseño, la creatividad, la innovación, el cosmopolitismo, la diversidad y las ideas liberales.
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Conceptos de carácter muy catalán como Joan Manuel Serrat, Mariscal, Lluís Bassat, Andreu Buenafuente, Jorge de la Garza o Carles Sans, entre otros -y me atrevo a denominarlos “conceptos” porque ya han transgredido la individualidad para instruirse en formas de vida, cuanto menos, a tener en consideración- se internacionalizan a través de su faceta más humana mediante estos lienzos de gran formato y enorme fuerza vital, generados por la creatividad de alguien muy acostumbrado a vestir de seducción la esencia para que ésta llegara al público.
Diseñador gráfico íntimamente ligado a la publicidad y Director Creativo de CB’a Graell, agencia de diseño perteneciente al grupo multinacional Bassat Ogilvy, Carles Graell ha optado por mostrar su faceta más emocional aún a sabiendas de que, para algunos puristas, jamás será un artista. Sin embargo, este barcelonés de sesenta años que participó activamente en la creatividad de los JJOO de Barcelona’92 y también diseñó el escudo del Real Zaragoza y el logotipo de la Expo2008 tenía una obsesión: indagar e indagar en los infinitos misterios del retrato, y una vez aceptada la crudeza del realismo solo ha tenido que doblegarlo para conseguir que sus lienzos sean impactantes.
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Lluís Bassat dice de él que “es un artista” y Pilar Pasamontes, Vicepresidenta de ModaFad, le agradece el haberle descubierto que “la vida, la emoción y el ego tienen lectoras más exquisitas y más sensoriales de las que, a veces, apetece”. A Joan Gràcia, de Tricicle, le congratula que, por primera vez en su vida, se guste en un cuadro; pero, en fin, ¡qué van a decir los amigos!.
Para salir del círculo, para que otros que no sean los suyos juzguen su talento y porque a estas alturas de la vida y con su trayectoria cualquiera se vuelve osado, Graell ha hecho un ejercicio de valentía mostrando sus obras al público con la intención de que éste sienta el impacto de la fuerza de sus personajes retratados. Una exposición interesante con ideología propia.
Gema Castellano
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