El 5 de agosto de 1996 alrededor de las 19:00 hs. Gumercindo Ramoa Paredes, trabajador paraguayo de 32 años, estaba tomando mate junto a su hermano Elvio y su amigo Imber en su casilla de la Villa 21 de esta Ciudad de Buenos Aires.
En ese momento, dos ladrones asaltaban un colectivo de la línea 46 y obligaban a su conductor a dirigirse al interior de la villa. Un móvil policial no identificado advirtió la maniobra y los siguió. A bordo viajaban el subcomisario Osvaldo Daniel Cutri, y los suboficiales Suarez y Rosa.
A la entrada del conglomerado, los ladrones bajaron del micro. Los policías también. Inmediatamente se inició un tiroteo.
Gumercindo, su hermano y su amigo habían salido al patio de su vivienda para ir a comprar una garrafa. Escucharon los disparos. Estaban a media cuadra. Gumercindo se adelantó hacia los lindes de su casa, contra el alambrado que la separa de la otra. Elvio vió como su hermano se agarraba el estómago, se quejaba y caía.
Cutri hab¡a disparado 4 tiros con su pistola Taurus 45 calibre 11,25 mm. Los otros polic¡as, 2 y 1 con sus 9mm. Los impactos demostraron que fueron hechos en abanico. De derecha a izquierda: en la pared de la casa vecina, en el poste que sostiene el alambrado, en un chap¢n de las inmediaciones. El del medio, en el pecho de Gumercindo.
Por perseguir a dos ladrones de monedas, el m s claro desprecio por la vida humana. Disparar, aunque le peguen a cualquiera.
De inmediato el encubrimiento: El muerto era uno de los asaltantes. Abaten peligroso delincuente en Villa 21, titulaba Cr¢nica TV y gr fica. Se tuvo que probar que Gumercindo hab¡a salido de trabajar hacia menos de una hora. Que Gumercindo era un obrero que estaba en su casa.
La Federal «plant¢» armas en las inmediaciones de donde Gumercindo cay¢ muerto, no una sino dos, por las dudas. Un testigo dijo que «el arma fue colocada ah¡ a prop¢sito…»
El pueblo de la villa no quer¡a entregar a la Polic¡a el cuerpo de Gumercindo porque sab¡an que iban a «truchar» pruebas. La Jueza de turno, Dra. Leiras, se neg¢ ir al lugar porque «para eso estaba la polic¡a» y adem s se iba a ensuciar con barro.
La causa pas¢ al juez Vel zquez, timorato si los hay. Lo primer¡simo que hizo fue tomar declaraci¢n a los pasajeros del micro. A lo mejor a alguno le parec¡a que el ladr¢n era semejante a Gumercindo…
Llam¢ a declarar a Elvio y a Imber. Dicejeron la verdad: que los tiros vinieron del lado de la polic¡a. Otro testigo ratific¢ la versi¢n. La patronal de Gumercindo confirm¢ que era un trabajador de la empresa. El juez Vel zquez orden¢ una inspecci¢n ocular. Fue con el secretario, el fiscal y dos brigadas del grupo GEOF. No sea cosa que los villeros…
Los peritos bal¡sticos, planim’tricos, etc. (todos de la PFA) afirmaron que las huellas en el lugar (agujeros en pared, en poste, en chapa) indican que los tiros vinieron desde donde estaba ubicada la polic¡a. Aunque no hab¡a ningon indicio en el sentido contrario, los peritos policiales dicen que tambi’n hubo tiros del otro lado… donde estaba Gumercindo…
Las armas se peritaron. El proyectil que ten¡a alojado Gumercindo tambi’n. Dice que este es encamisado. Las tres pistolas policiales y la plantada disparan balas encamisadas. Los otros rev¢lveres secuestrados, no. La bala que mat¢ a Gumercindo es 45. La onica pistola que tira balas de ese tipo es la de Cutri. L¢gica elemental.
Se perita el arma de Cutri. Es apta para el tiro y no se puede descartar que haya disparado la bala que mat¢ a Gumercindo. Resultado NI. Pericia hecha por la Federal. Vel zquez ordena nueva pericia a la Gendarmer¡a: la Taurus de Cutri fue la que dispar¢ el proyectil incriminado. O sea Cutri hab¡a matado a Gumercindo Ramoa Paredes.
El abogado de la familia de Gumercindo, Gabriel Lerner de CORREPI, pidi¢ la inmediata detenci¢n del subcomisario Cutri. Pidi¢ que el hecho se califique como homicidio simple. El juez le dio vueltas. Despu’s de un tiempo cito a Cutri por c’dula a su domicilio laboral. (Si hubiera sido un civil comon lo manda detener ipso facto).
Cutri declara y dice que el asalto es modus operandi de los «villeros», e insiste en que Gumercindo era el chorro.
Vel zquez decide procesar a Cutri. Pero no por homicidio simple sino por homicidio culposo. Cutri fue imprudente y no guard¢ las normas de cuidado al disparar sobre Gumercindo. El fiscal y la querella apelan. La C mara de Apelaciones confirma que Cutri es un negligente, no un asesino.
Paralelamente se hab¡a iniciado una causa por encubrimiento contra el polic¡a Ferreyra por haber plantado pruebas. Vel zquez r pidamente la cierra. No tiene en cuenta que entre el tiroteo y la aparici¢n de los «perros» (armas plantadas) hab¡a pasado m s de 2 horas. Tampoco le da importancia a la declaraci¢n de los testigos. Lo m s grave es que el juez sostiene que hay «hostilidad permanente» de los habitantes de la villa contra el inmaculado personal policial. O sea los negros villeros son malos con la polic¡a…
La causa por la muerte de Gumercindo pasa a la jueza correccional Atucha de Ares, que ordena ofrecer la prueba para el juicio oral.
La defensa de Cutri deja pasar los 10 d¡as que establece el C¢digo sin ofrecer nada, seguros que no hac¡a falta defensa para lograr la impunidad… Pasado m s de 20 se presentan y ofrecen una nueva pericia bal¡stica sobre lo mismo que ya, dos veces, se hab¡a debatido ante el juez Vel zquez. Aunque el c¢digo prohibe la repetici¢n de pericias y no obstante lo extempor neo, la jueza permite su realizaci¢n. El compa_ero Lerner se queja de la misma y la jueza le rechaza el planteo.
Se hace la nueva pericia. Con la Federal y con el mismo perito que se le hab¡a ocurrido que desde donde estaba Gumercindo tambi’n hab¡an salido tiros. Una pericia a medida del subcomisario, que a esta altura era comisario. Lerner advirti¢ de la falta de imparcialidad de la pericia. La jueza Atucha, nada.
La Polic¡a Federal cuida a sus hombres y no tiene empacho en fraguar pericias para zafarlos. Resultado de la pericia: La Taurus de Cutri no dispar¢ la bala que lo mat¢ a Gumercindo.
Si la bala que mat¢ a Gumercindo era 45 (como el arma de Cutri). Si los chorros ten¡an rev¢lveres calibre 22, si los otros canas ten¡an 9 mm. y la nueva pericia consentida entre la jueza y la Polic¡a dec¡a que no fue la pistola de Cutri, nadie mat¢ a Gumercindo. Total un crimen impune m s a qui’n le importa, y menos si se trata de un villero adem s paraguayo.
Con el resultado de esta pericia los Dres. Lerner y Strag fueron a conversar con la Fiscal Olivieri. La representante del Estado estaba convencida que hab¡a que absolver a Cutri. -«Ojo, que hay otra pericia anterior que dice que el que dispar¢ fue Cutri»-. Le advirtieron los abogados de CORREPI. La Fiscal se sorprendi¢ y se disculp¢ por no tenerla presente…
Se acerca el juicio oral: Martes 24 empieza. Termina el 26. Mejor hacerlo a puertas cerradas, decidi¢ la jueza Atucha de Ares.
En la oscuridad, sin la presencia del poblico. No sea que la sala de Audiencias se llene de villeros y adem s de zurdos de organismos de DD HH. No sea cosa que se desprestigie la instituci¢n. Mejor hacerlo en su despacho. Donde no entra nadie. Donde no se pueden escuchar las mentiras de la impunidad. No permitamos que el homicidio de Gumercindo Ramoa Paredes quede impune.
Desde CORREPI, desde la Comisi¢n de Derechos Humanos de la Villa 21 y desde Familiares de V¡ctimas de la Represi¢n hacemos un llamado a las organizaciones sociales, pol¡ticas y de DD HH para que se pronuncien sobre el caso Ramoa Paredes, dirijan sus comunicados a la Jueza Atucha de Ares (Juzgado Correccional n¡ 2, secretar¡a n¡ 58, Lavalle 1638, 4¡ piso, Capital Federal) haci’ndole saber su preocupaci¢n por el encubrimiento de la Polic¡a Federal y requiriendo presenciar el juicio en calidad de veedores.
