Global Warming
tHay discos que llegan por la puerta de atrás y se quedan para siempre. COUSTEAU son el último caso, los autores de quizá el gran disco desconocido del 99. Poco más sabemos: diez canciones que desde ahora obligan a escribir el nombre de COUSTEAU con letras mayúsculas y trazos de oro. No es nada fácil definirlos, cercanos en ocasiones al mainstream, COUSTEAU vencen éste y cualquier otro handicap. Si Chet Baker se cruzara con Tindersticks, si Blue Nile sumaran a su elegancia la emoción de Portishead, si Perry Blake pidiera el relevo… el resultado sería éste, «Cousteau». Estamos ante algo muy serio, muy profundo, con algo de espiritualidad en el ambiente y con el viento a favor de un vocalista inmenso. Porque por encima de una trama instrumental cuidada y sobresaliente triunfa un interprete del que desconocemos su identidad pero sentimos sus virtudes: pasión, versatilidad y una voz de órdago. Súmale ese esmerado tono instrumental, esas canciones diseñadas sólo desde la emoci¢n y ese factor cl sico que parece lo comon en sus compa_eros y sabr s por qu’ COUSTEAU son el secreto mejor guardado del pop actual. Crooners espirituales dispuestos a florecer en la sequ¡a de tu coraz¢n. Mosica atemporal ajena a modas y excusas. Un milagro que, si hubiera s¢lo una brizna de justicia, desbancar¡a desde ahora a todas esas novedades discogr ficas que ni siquiera sobreviven al tiempo que marca su propio marketing. Sublime. t