Ninguno de los argumentos que puedan formularse parecerá razonable. Inexplicablemente parece perdida la oportunidad para que la sociedad civil se armara de razones legales para consolidar una paz todavía lejana.
Las reformas aprobadas por el Parlamento en octubre pasado, apuntaban a convertirse en el soporte jurídico a los acuerdos de paz del 96 entre el gobierno de Alvaro Arzú y la guerrilla de la Unidad Revolucionaria Nueva Guatemala.
Se pretendía afirmar el dominio civil sobre las Fuerzas Armadas y de policía, responsables del 93 por ciento de las atrocidades cometidas durante los 36 años de enfrentamiento interno.
Se buscaban cambios democráticos en los poderes ejecutivo, legislativo y en el judicial. En este último caso, con la intención de sentar las bases para que este poder estuviera comprometido con la justicia y no con la impunidad. Pero fundamentalmente, hacer realidad los derechos indígenas, terminando con la ancestral discriminación y promoviendo la igualdad de las personas.
Aún admitiendo que las altas tasas de analfabetismo, el desconocimiento,el miedo u otros factores puedan haber alejado de las urnas a muchos guatemaltecos,¿cómo puede explicarse que ni 20 personas de cada 100 fueran a defender sus derechos en las urnas?.
¿Cómo los sectores democráticos no advirtieron esta posibilidad? ¿Cómo las encuestas, con los límites de credibilidad que puedan tener en un país que vive condiciones tan especiales, daban la victoria para el SI a las reformas ?
Los sectores del inmovilismo político, los vinculados a los períodos de represión, los beneficiados económicamente durante los gobiernos autoritarios sabían la importancia de lo que estaba en juego el domingo.
La cúpula empresarial y la Alianza Evangélica, por ejemplo, usaron todos los medios para que los votantes dijeran NO a las reformas.
Apenas un 18 por ciento de los guatemaltecos depositó su voto. Pero además, poco más de la cuarta parte de ellos lo hicieron por las reformas. Más del 70 por ciento de los votantes, siguió las consignas del inmovilismo y votó NO.
El esfuerzo de 36 años de lucha y de resistencia indígena y campesina, de quienes hicieron su aporte para una salida pacífica que permitiera avanzar hacia formas democráticas, ha sufrido el domingo un golpe durísimo.
Los asesinos de Monseñor Gerardi, los que siguen amenazando y matando, han recogido los frutos del miedo.
También Guatemala parece demostrar que la impunidad de los represores es un pantano sobre el que es imposible construir una sociedad democrática y libre. (Ni/QR/Ac/Pp/mc-ap)
GUATEMALA HA PERDIDO UNA OPORTUNIDAD HISTóRICA
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