En la sala tribunalicia se juzgará la conducta de Ceferino Landa y Silvia Moreira, pareja que se apropió de la beba, que de momento se encuentran detenidos y continuarán en esa situación mientras dure el juicio.
De los 30 testigos que deberán comparecer, ni Juan Antonio Del Cerro y Julio Simón, alias «El Turco Julián», imputados ambos por la sustracción de la niña, hija de José Poblete Roa y Gertrudis Hlaczik, y por haberlos torturados, han sido convocados.
Para el Juez Federal Gabriel Cavallo, Magistrado que realizó la investigación penal, el matrimonio, secuestrado el 28 de noviembre de 1978, sufrió todo tipo de torturas.
Las sesiones no serán televisadas, ya que los titulares de la Sala, Guillermo Gordo, Rafael Di Renzi y Guillermo Madueño, así lo decidieron, siendo autorizado el ingreso de una docena de periodistas de medios gráficos y radiales.
Recordemos que el genocida Simón, ex Suboficial de la Policía Federal, al haber sido indagado el pasado 18 de octubre reconoció haber cumplido «tareas» en «El Olimpo», uno de los centenares de campos clandestinos de detenci¢n que funcionaron durante la oltima dictadura militar, empero neg¢ haber participado en el robo de beb’s en ese sangriento cap¡tulo que se extendi¢ desde el 24 de marzo de 1976 hasta el 10 de diciembre de 1983.
Las «tareas» cumplidas por «El Turco Juli n» inclu¡an desde la tortura f¡sica hasta la violaci¢n de las mujeres que pasaron por ese «chupadero», denomiaci¢n que se le di¢ a las mazmorras de la dictadura.
Con el retorno del orden constitucional el 10 de diciembre de 1983, una decena de militares fueron juzgados, empero el ex Presidente peronista Carlos Saol Menem los indult¢ a finales de 1989, aduciendo que con esa medida se «pacificar¡a» la Naci¢n sudamericana.
Sim¢n y otros miles de asesinos fueron beneficiados por las leyes de impunidad, Obediencia Debida y Punto Final, que se sancionaron bajo la gesti¢n del ex Jefe de Estado radical, Raol Ricardo Alfons¡n.
Podr n caminar por las calles de la Argentina, pero la condena social, conocida como los «escraches» organizados por los hijos de los desaparecidos, seguir siendo la espada que los golpear hasta el oltimo d¡a de sus vidas.
Esa condena es el compromiso con la memoria de los m s de 30 mil desaparecidos que fue una de las consecuencias del terrorismo de Estado.