Cavallo llegó en su automóvil –con vidrios polarizados- a los Tribunales de la calle Comodoro Py, en la zona del porteño barrio de Retiro, evitando todo contacto con los medios.
Tras haber contestado, por más de hora y media, las más de 60 preguntas con relación al supuesto contrabando agravado de material bélico a Ecuador y Croacia, el calvo economista fue trasladado al Edificio Centinela de la Gendarmería Nacional (policía de fronteras). El Magistrado Speroni tendrá 10 días hábiles para decidir si lo deja en libertad o continúa arrestado. Menem, ex jefe superior del ahora detenido cumplió arresto domiciliario por una causa paralela que se ventilaba en el Juzgado Federal del doctor Jorge Urso. Quien gobernó a la Argentina desde julio de 1989 hasta mediados de diciembre de 1999 quedó en libertad luego de que la Corte Suprema de Justicia, cuestionada por su connivencia con el poder, desechó la pesquisa aduciendo que las razones para su detención eran inexistentes. Con una mezcla de enojo y perplejidad, el diputado nacional Guillermo Cantini, legislador de Acción por la República –instituto político pergeñado por Cavallo- precisó que la decisión judicial “sorprendió (al ex Ministro de Economía) como a todos nosotros”, ya que “Cavallo no participó en el contrabando de las armas”.
Vale recordar que mediante una serie de decretos secretos suscritos por Menem y sus colaboradores más cercanos, entre ellos Cavallo, se autorizó la venta del material bélico. Que supuestamente tenía como destino Venezuela y Panamá, recalando en países como Ecuador y Croacia, que sobre el primero la Argentina era garante de paz del brete bélico entre esa Nación y Perú. En tanto, sobre el país balcánico pesaba un embargo decretado por las Naciones Unidas impidiéndole la entrega de armamentos. Si el Juez Speroni se mantiene en sus treces, Cavallo podría recibir una condena de entre 4 y 12 años. Aunque Hugo, vendedor de periódicos en la city porteña se regocijaba por la prisión del ex titular de Hacienda, descreía que la Justicia cayera con todo su peso sobre el padre de la convertibilidad menemista y del corralito delarruista. “Merecería pudrirse en cana (la cárcel). Pero en este país, los únicos que van presos son los ladrones de gallinas”, mascullaba mientras terminaba de vender el último vespertino de ayer. Si bien el lugar de detención de don Cavallo no es el sucucho que le correspondería, en los 10 días que pasará a la sombra –ordenador portátil y libros de por medio- le harán extrañar su amplio piso aburguesado sito en la Avenida del Libertador desde el que contemplaba la amplia arboleda de la hermosa vía de tránsito rápido.
Alberto Bastia