La segunda semana de abril mostró a la divisa estadounidense en los mismos niveles del viernes pasado. Con escasas órdenes de compra y venta en las agencias de cambio porteña, el billete norteño cerró –en promedio- a 2,69 pesos y 2,85 pesos, para las modalidades mencionadas, respectivamente. El mantenimiento de esa meseta estuvo ayudado por la ausencia de importadores, que esperan una mayor apreciación de la moneda doméstica para irrumpir en el mercado.
En el terreno de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, las caras de los agentes mostraban la preocupación transmitida por los tenedores de portafolios de acciones. Al 3,93% de pérdida que exhibió ayer el índice MerVal, verdadero llamado de atención, debe adicionársele la caída de las ruedas precedentes, que acumula –en 5 jornadas- un negativo 11,97%. Otro dato que ha desalentado a los inversores, a la hora de pensar en los papeles, lo demostró el escaso volumen negociado de 23,2 millones de pesos. De las 56 especies cotizadas, 41 se deprimieron, 10 tomaron el rumbo del crecimiento y 5 no modificaron sus cotizaciones anteriores. Al panal bajista se le pegaron empresas como el grupo alimenticio Molinos –11,69%-; el español BBVA –6,37%- y la petroquímica Atanor –5,63%-, por nombrar un pequeño universo. Despegadas de la jornada negra, quedaron los títulos de la automotriz de origen francés Renault –4,58%- y del grupo peninsular Telefónica, que alcanzó un lucro de 4,10%. A las restantes compañías de la Madre Patria, que transan sus papeles en el recinto de Sarmiento y 25 de Mayo, este lunes también les fue esquivo. Mientras que a la petrolera Repsol, su flama se le enfrió un 2,99%; al BSCH le ocurrió lo mismo que en las ruedas anteriores: no cotizó, lo cual puede ser visto como un alerta para los tenedores de sus acciones. En tanto, ayer arribó el indio Anoop Singh, Director del Departamento de Operaciones Especiales del FMI, completándose, de esta manera, la misión que monitoreará los números gruesos, y los finos también, de la macroeconomía argentina, en recesión desde julio de 1998. El Gobierno del peronista Eduardo Duhalde aspira a que, en su próxima reunión –20 y 21 de este mes- el organismo de crédito le haga un guiño y libere los fondos, trabados desde diciembre pasado. Algo que suena a una ilusión, porque ni la administración republicana de George W. Bush ni los tecnócratas del FMI le perdonarán a la Argentina la declaración, en diciembre de 2001, de la cesación de pagos.
YA NO RESULTA CAUTIVANTE LA ÓRBITA DE LAS ACCIONES
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