La Organización Mundial de la Salud (OMS), una institución caracterizada por su prudencia y por su lentitud a la hora de opinar o emitir recomendaciones, ha calificado a Ómicron como “variante de alta preocupación” y países de todo el mundo, también Europa, pretenden, cerrando fronteras, convertirse en búnkers; como si esto fuera posible. Mientras tanto, las farmacéuticas anuncian que en unos meses podrían tener vacunas actualizadas para esta variante. En unos meses.
Se llama Ómicron, es la variante del Sars-Cov2 detectada en Sudáfrica y tiene alrededor de cincuenta mutaciones, lo que en opinión de virólogos de prestigio, la convierte en una variante susceptible de tener “un escape vacunal alto”.
¿Estaremos convirtiendo al Sars-Cov2 en un virus super resistente?
Hace algunos días entrevistábamos en el canal de Youtube de Informativos.Net al asesor de la OMS para la multirresistencia antibiótica, el investigador Bruno González Zorn. La multirresistencia bacteriana mata más que los accidentes de tráfico o el cáncer de mama y está poniendo en peligro la medicina moderna.
Da la sensación de que las desigualdades a la hora de abordar la pandemia entre los países ricos y los países pobres, la imprudencia ante la infección de los vacunados y la enorme irresponsabilidad de los no vacunados, están convirtiendo a este virus en un super virus de consecuencias imprevisibles, aunque nadie se atreva a hablar de ello. Porque como ‘la población es tonta y está infantilizada‘ -¡eso es lo que piensan nuestros gestores!- podría entrar en pánico y generar un caos.
En España, donde estamos viviendo un momento triunfalista, las multitudes celebraban el Black Friday y los encendidos de las luces de Navidad hacinándose en las calles principales de las grandes ciudades y en los comercios. Los políticos se daban baños de multitudes apretando los botones de encendido del alumbrado y complaciendo al público con circo a tutiplén, porque al fin y al cabo son los que votan, justo a la misma hora que la OMS advertía sobre Ómicron.
El mantra es unánime: “hay que recuperar la normalidad y contribuir a reactivar la economía”, cuando en realidad quieren decir: “estoy hasta las narices y lo que quiero es evadirme de todo como si fuera un niño de cinco años”. El problema es que no vivimos tiempos normales.
¡Hay que salvar la economía! gritan los políticos y los empresarios; y no les falta razón. Pero la pregunta es si, dos años después del comienzo de la pandemia, las empresas han sido capaces de iniciar las transformaciones necesarias para afrontar una nueva etapa o también están esperando a que todo sea como antes. Eso que vienen a llamar ‘normalidad’ y que vete tú a saber qué es. La realidad es que el 46% de las empresas españolas ni siquiera han comenzado el proceso de digitalización y el sector empresarial en su conjunto ha disminuido un 15% las inversiones en este sentido.
Hay que reconocer que con estos mimbres, es difícil ser competitivos.
Es cierto que la pandemia ha hecho estragos en todos los sectores productivos, pero en España no es solo la pandemia el problema de nuestras empresas. Pero este es otro asunto.
Sudáfrica ha tardado sólo dos días en informar a la comunidad internacional sobre el descubrimiento de Ómicron.
El ejercicio de transparencia que ha realizado es ejemplar. ¿Y cual es la reacción de la comunidad internacional? Aplicar el proteccionismo y dejar que Sudáfrica bregue sola con el foco de la infección. Los países cierran fronteras, se aíslan y siguen viviendo de puertas para adentro como si nada pasara. Como si la intercomunicación y la globalización no existieran. Como si así los ciudadanos fueran a estar seguros.
El bloqueo a Sudáfrica ha sido inmediato y sin pensar en las consecuencias, en lugar de ayudar al país a afrontar la situación. Con estos antecedentes, ¿qué país tomará la decisión de informar de mutaciones o apariciones de nuevos virus, hasta que la situación se convierta en insostenible?
Proteccionismo, individualismo… esa es la tendencia de los gobiernos de los países ricos, mientras las bacterias y virus ensayan en condiciones excepcionales su asalto a los humanos o se hacen multirresistentes gracias a nuestro estilo de vida.
Multirresistencia. Los virus y las bacterias aprenden para matar, mientras los humanos ignoran su existencia.