La Organizacón del Tratado del Atlánico Norte no levanta cabeza. En poco más de un mes (39 días de ataques, desde que se inciaron el pasado 24 de marzo), el cúmulo de errores cometidos es tal, y tan graves sus consecuencias, que pueden convertirse en el peor enemigo de la NATO. De hecho, ya hay algunos gobiernos aliados que empiezan a cansarse de tanto desacierto y empiezan a abogar por la búsqueda de otras salidas al conflicto.
Estos errores, sumados al coste económico de la guerra y a la perspectiva de que sea larga (en vez de "unos cuantos días", como se dijo al principio de la campaña) están provocando la desmoralización de algunos miembros de la NATO.
Los aviones aliados disparan misiles "discolos" que no obedecen a los pilotos, y cuando no impactan sobre un tren lo hacen sobre un autobús o una ambulancia, como ha sucedido hace escasas 48 horas. O eso, o caen en territorio de un país "amigo", como lo es Bulgaria. El misil en cuestión impactó a sólo 15 kilómetros de la capital búlgara, Sofía, cuando el objetivo se encontraba a sesenta kilómetros de allí, cerca de Belgrado. Sólo la milagrosa casualidad de que cayese en un terreno deshabitado ha evitado una tragedia humana de impresivisbles consecuencias políticas para la Oraganización Atlántica.
El último "error" de la NATO ha provocado una cuarentena de muertos civiles. Más de sesenta, según fuentes serbias. En total, ya son 175 (más de 400, según Belgrado) los muertos yugoeslavos como consecuencia de los ataques aliados.