Ninguna corriente, federación o "familia" socialista ha presentado una candidatura alternativa a la oficialista de Joaquín Almunia como candidato a la presidencia del Gobierno de España, en las próximas elecciones generales que se celebren. Almunia ha agradecido este gesto y se ha comprometido a "trabajar desde el primer día", una vez que su candidatura sea proclamada definitivamente, a finales de este mismo mes.
Uno de los primeros dignatarios socialistas en apoyar públicamente al secretario general de su partido ha sido el anterior candidato socialista a presidente, que dimitió a mediados de mayo: José Borrell. El pasado sábado, Borrell pidió a los miembros del Consejo Nacional del PSC (Partido Socialista Catalán) que brindasen a Joaquín Almunia "el mismo apoyo entusiasta" que le habían brindado a él "y la misma ilusión" como candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales.
A renglón seguido, Borrell dijo que consideraba las primarias socialistas "un mecanismo necesario para designar a los candidatos", pero añadió que en el caso del actual secretario general del PSOE dichas "primarias" no se deberían de repetir.
Este apoyo explícito del ex candidato al candidato nuevo parece sincero, pero malpensados no faltan que opinen que lo que en verdad desea Borrell es que Almunia fracase en las elecciones generales próximas para poder verse reforzado y cobrarse así la deuda que algunos dignatarios socialistas le negaron a él cuando aspiraba a ser el siguiente morador de La Moncloa (sede de la presidencia del Gobierno español). Según estos últimos, decir que pide para Almunia "el mismo apoyo entusiasta" que le brindaron a él es "una maldad", pues José Borrell dimitió precisamente por la falta de apoyos que recibió de su partido.
