Barak ha comenzado el miércoles a ensayar con una fórmula mágica que le permita conciliar en el seno de su gobierno a enemigos irreconciliables.
El nuevo primer ministros israelí,- al que no le faltan dilemas por resolver-, tiene 45 días para formar su gobierno. La mayor de las dudas es si integra o no al todopoderoso partido ultra-ortodoxo Shass ( 17 diputados), ya que de hacerlo así, perdería inmediatamente el apoyo de las formaciones laicas ( 15 diputados).
Si hace entrar en su gobierno al partido Likoud ( derecha, 19 diputados), podría en peligro el proceso de paz debido a la naturaleza nacionalista de dicho partido y si renuncia al apoyo de los religiosos y la derecha nacionalista, se encontraría con una coalición de centro-izquierda débil, apoyada desde el exterior por los partidos árabes ( 10 diputados).
Para evitarse la decisión, Barak anunciará la próxima semana las líneas generales a seguir por su gobierno, invitando así a los que comulguen con sus ideas a seguirle.
BARAK: TODO UN DILEMA
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