La coincidencia entre los detalles jurídicos específicos que fundamentan el fallo inglés con los avances públicos que algunos personajes cercanos al caso hicieron antes de su conocimiento formal confirma que éste se había filtrado anticipadamente y ya era del dominio de las partes interesadas, aunque todos supieron guardar las apariencias.
Analizando toda la situación y sus tres escenarios geográficos, Chile, Londres y España, se concluye que hubo inteligencia, sabiduría y habilidad política abundantes aplicadas tanto en la elaboración del fallo como en el procedimiento empleado para mantener controlados los efectos de su conocimiento. No hubo lugar para sorpresas. Pero desplaza una parte de la carga subjetiva emocional, jurídica y política hasta la primera semana de abril próximo.
El blanco de la presión restante es, ahora, Jack Straw.
Decimos, en modo sumario, que el fallo contiene los siguientes elementos modulares y trascendentes:
1.- La resolución sobre la inmunidad de Pinochet admite dos lecturas con id’ntico significado pero cuyas interpretaciones subjetivas permiten asumir opuestas pusturas triunfalistas.
1.a) Se acepta su inmunidad respecto de acusaciones fundadas en delitos cometidos hasta 1988.
1.b) Se rechaza su inmunidad respecto de acusaciones fundadas en delitos cometidos desde 1988 en adelante.
La contradicci¢n ‘tica se resuelve sobre la base de la No Retroactividad de las leyes brit nicas.
2.- Pinochet es extraditable y sujeto de enjuiciamiento por acusaciones fundadas en delitos imputables ocurridos desde 1988 en adelante.
3.- No est cuestionada la soberan¡a de pa¡s alguno.
Visualizo que la Humanidad no ha experimentado un cambio favorable respecto de los Derechos Humanos gracias al caso Pinochet sino en virtud de Tratados anteriores a su detenci¢n y ‘l ha salido beneficiado, en gran medida, porque los abusos cometidos desde el ejercicio del Poder Dictatorial son juzgables si datan desde 1988 en Inglaterra o desde que los Tratados Internacionales son suscritos, independiente de la gravedad de los hechos. Al mismo tiempo, con Pinochet se inaugura oficialmente la «temporada mundial de caza» sobre Dictadores que hayan cometido (o cometan), desde ese a_o, violaciones a los Derechos Humanos sancionadas en ellos. El mensaje directo a los Dictadores vigentes y futuros es que deben refinar prolijamente sus procedimientos de «blanqueo».
Por eso es que, ya antes de la enunciaci¢n poblica del fallo, algunas figuras poblicas, relacionadas con la defensa del ex Dictador, se dieron el placer de afirmar que «el fallo de Londres dejar¡a vac¡a (sin sustancia) a la causa de Garz¢n». Eso est por verse aon. Cu n inconsistente quedar la causa de Garz¢n depender de su habilidad y la de sus colaboradores. El caso obliga, ahora, a una meticulosidad extrema para presentar hurgando en tipos de delitos de comisi¢n por confabulaci¢n juramentada y para los que hubo y persiste encubrimiento y amparo premeditados, elaborado con asesor¡a legal y pol¡tica de alto nivel, con fragmentaci¢n de las responsabilidades y eliminaci¢n de evidencias.
El natural regocijo que la impunidad con fecha l¡mite ha provocado en los partidarios del ex Dictador, si bien ella se ampara en la Ley, debe producir natural repulsi¢n por cuanto no se basa en una demostraci¢n de inocencia sino en la imposibilidad de aplicar la Ley de modo retroactivo. Una consagraci¢n de «cr¡menes perfectos» con fecha tope y con opci¢n de vanagloriarse de ellos poblicamente sin riesgo alguno. Tema para un posible Best Seller de Memorias conteniendo confesiones irrestrictas. (Propongo el t¡tulo: «Los mat’ porque eran bestias».)
Cabe evocar, aqu¡, la im gen de una maffia organizada, administrando el Poder Total, las leyes y la voluntad de personas claves, cubriendo sus espaldas frente a riesgos jur¡dicos nacionales e internacionales como predecible resultado de metodolog¡as criminales institucionalizadas, con voluntad y medios suficientes para revertir efectos indeseados. La evocaci¢n es completa puesto que, en casos maffiosos precedentes, para lograr enjuiciamientos y condenas ha sido necesario recurrir a detectar evasiones tributarias o infracciones menores y de naturaleza diferente a las verdaderas atrocidades que no dejaron huellas y pruebas suficientes, dentro de plazos legales admisibles.
Cuando se pretende enjuiciar a una Dictadura Criminal o al Dictador en Jefe, se enfrentan tipos de delitos concebidos, planificados y ordenados por personas investidas con autoridad gubernamental y cometidos con fines pol¡ticos y econ¢micos espec¡ficos, algunos de los cuales ocurren, justamente, para eliminar a posibles delatores. Tambi’n se debe contar con que haya existido y puede persistir la estructuraci¢n de una complicidad culpable de organismos y personalidades, establecida deliberadamente para asegurar el m s amplio radio posible de manto protector. La dificultad para personalizar las culpas estriba en que de trata del Aparato de Gubierno estructurado y orientado a emplear las violaciones a los DD. HH. como un procedimiento rutinario consciente y validado invocando, eufem¡sticamente, razones de Estado. El ex Comandante en Jefe de la FACH y ex miembro de la Junta Militar, General(R) Mathei afirm¢, ante las c maras de TV, con oportunidad del primer fallo adverso de Londres y refiri’ndose a la responsab
ilidad de Pinochet: «Todos somos culpables». Una frase elocuente.
Para la comisi¢n de delitos, una Dictadura invoca razones superiores de la Naci¢n y, en virtud de tal argumento, los justifica como necesarios o como males menores imprescindibles para restablecer (o establecer) un orden institucional preconcebido por quienes asumen el Poder Total e impuesto por la fuerza. Este razonamiento omite deliberadamente decir que la finalidad b sica es eliminar a los opositores para poder disponer de todo el conjunto de la sociedad de un pa¡s como si se tratara de una multitud de siervos a quienes s¢lo les cabe obedecer. As¡, todo opositor es un delincuente subversivo, enemigo de la sociedad o elemento peligroso para la «sana convivencia», esta oltima entendida como obediencia o sumisi¢n incuestionable. El opositor es un delincuente y el opresor es un heroico salvador patri¢tico y gratificable. Cuando la situaci¢n se hace insostenible en el tiempo y se busca reparar las injusticias se ofrece un cuadro parejo y equivalente de v¡ctimas, independiente de la cantidad de ca¡dos y de la c
alidad de los argumentos de «ambos bandos» ante un espectador que deber¡a ser imparcial para sopesar los hechos. Tal imparcialidad s¢lo se manifestar¡a si el espectador no se inclina por ninguna de las dos «partes». El Poder Superior del Estado legitima, as¡, los abusos de poder ejercido y culmina su ciclo exigiendo la reconciliaci¢n de las partes mediante olvido y perd¢n mutuos en aras del futuro bien comon y anclando las responsabilidades en un pasado hist¢rico desplazable hacia atr s tanto como convenga.
Respecto del caso puntual que nos ocupa, el Presidente Eduardo Frei ha dicho a Chile que el fallo lo ha alegrado profundamente y que el gobierno chileno no emprender nuevas acciones sino hasta despu’s de conocida la decisi¢n que adopte Jack Straw. Estas declaraciones coinciden con las expresiones vertidas a los medios de comunicaci¢n por el Canciller Insulza. Esto contrasta con el emplazamiento poblico hecho por los partidos pol¡ticos chilenos de derechas, militares de alto grado en retiro y la Fundaci¢n Pinochet al gobierno para que ‘ste emplee m xima celeridad, diligencia y voluntad para aplicar todos los mecanismos de presi¢n posibles sobre Straw para influir sobre su decisi¢n. Ninguno de estos actores pol¡ticos dice una sola palabra sobre generar, en Chile, las condiciones que hagan posible un adecuado juzgamiento de Pinochet. Peor aon. Vallerino, un ex general en retiro, advierte por TV que el pa¡s debe «actuar con prudencia» porque si se pretende juzgar a Pinochet «equivale a juzgar al Ej’rcito chilen
o» y «eso no se va a tolerar».
Una cuesti¢n anecd¢tica puede emplearse como «la cereza del bocado». Entre las m s recientes declaraciones del Canciller Insulza hubo una que prefiero calificar como un asunto de «crueldad mental refinada pero fruto de una respuesta improvisada ante c maras de TV». Afirm¢ que, como el fallo de Londres otorga inmunidad a Pinochet por delitos cometidos antes de 1988, «… es m s aconsejable, por este motivo, juzgarlo en Chile…».
Valentin Marchant Q.
24/marzo/99
Desde Santiago de Chile.