Nadie, en los servicios de seguridad de La Moncloa, se dio cuenta de ello a pesar de que en Presidencia del Gobierno escudriñan todos los detalles pasados y presentes del historial de cualquier persona que vaya a ser contratada para trabajar para el presidente. La mafia albanesa, una de las más activas de Europa desde la muerte de Hoxa y la apertura del país al extranjero, se dedicaba al tráfico de armas y al contrabando en los países del Este. Pero desde el comienzo de la crisis de los Balcanes se dedica también al mercado negro de las ayudas internacionales para los kosovares, que previamente roba en sus asaltos a los convoyes humanitarios, y al tráfico de los propios refugiados, a los que ayuda a salir de la zona en conflicto hacia los países europeos occidentales, a cambio de dinero o para utilizarlos como esclavos en los "negocios" que tienen montados.
El mafioso albanés contratado por Aznar como intérprete era uno de los más buscados por la Guardia Civil española, cuya presencia en nuestro país detectó hace ya varias semanas. Los responsabñe de la Benemérita se quedaron literalmente de piedra al ver en un informativo de televisión al susodicho acompañando al mismísimo presidente del Gobierno y a su esposa, Ana Botella, en el seminario de Sigüenza donde se alojan los refugiados kosovares.