En el marco de lo que parece una marcha atrás de las provocaciones de los últimos días, Jesús Gil también mandó una carta a Sampietro en la que trataba de reafirmar el «enorme respeto» que su grupo tiene, según él, a «la Monarquía y las instituciones del Estado».
Jesús Gil había anunciado «sorpresas» en las relaciones con Marruecos, pero parece haber cambiado de estrategia para convertirse en un partido monárquico a la antigua e institucionalista al máximo. El simple hecho de que Sampietro se refiriera a las «fuerzas vivas», un término en desuso, así lo atestigua.
El discurso de Sampietro dejó una vez más muy claro cuál es su caballo de batalla: la lucha contra esa inseguridad ciudadana de la que todos hablan, pero que no se refleja en las cifras. Esta vez, el líder del GIL en Ceuta moderó los términos y ya no habló de limpiezas indiscriminadas, sino de «cooperación con las fuerzas vivas de la ciudad, especialmente con el delegado del Gobierno de la Nación, para establecer cauces de cooperación».
También dijo Sampietro que su Gobierno será «inflexible en la aplicación de cuantos instrumentos tengamos al alcance para garantizar el cumplimiento de las normas».