José María Aznar y su vicepresidente primero visitaron juntos Asturias, por primera vez en los tres años que llevan en el Gobierno. Asistieron a un mitin en Gijón, para tratar de paliar el más que previsible "batacazo" electoral que se llevará el Partido Popular en las próximas elecciones locales, autonómicas y europeas en esta autonomía, por haber desatado la mayor crisis institucional de una comunidad gobernada por el PP: el enfrentamiento visceral entre el presidente autonómico, Sergio Marqués, y el vicepresidente Alvarez Cascos, que terminó con la salida de Marqués del PP para fundar la Unión Renovadora Asturiana (URA), que sin duda restará votos al partido de Aznar y Cascos.
En el mitin, Aznar quiso brindar un homenaje público, y en su tierra, a Alvarez Cascos. Aznar denunció la manera en que le habían «dado toda la cera que no está en los escritos» a su fiel colaborador Paco Alvarez Cascos y aventuró que recibirá más en el futuro, aunque Cascos había aguantado «para bien del Gobierno y de Asturias».
Tras estas palabras, el presidente Aznar prometió a Cascos que nunca le faltaría su apoyo, "allá donde se encuentre", y son precisamente estas palabras las que han dado pie a pensar que el hasta el momento vicepresidente primero del Gobierno podría dejar el Ejecutivo a corto o medio plazo, puesto que si no no vendría a cuento hablar de ningún otro sito que no sea la vicepresidencia primera del Gobierno.
Una fuente de conflictos
Alvarez Cascos ha destapado la caja de los truenos en más de una ocasión como vicepresidente primero del Ejecutivo de Aznar, lo que ha puesto a éste en más de un difícil aprieto.
En 1996, se casó en Córdoba con su actual esposa, después de haber abandonado, primero, y separado, después, de su primera mujer. Su boda provocó una verdadera polémica política, porque originó al Ayuntamiento de Córdoba cerca de 400 millones de pesetas, entre preparativos, arreglo de las calles por las que pasaría el cortejo nupcial y algunas celebraciones sociales. Además, el Ayuntamiento cordobés retiró de estas calles a los pobres pedigüeños, inmigrantes y demás ciudadanos de sectores sociales marginales para que no puedieran ser vistos por nadie durante la celebración.
Asimismo, hubo un despliegue extraordinario de policías nacionales y de escoltas, a costa de las arcas del estado, a la ciudad cordobesa, precisammente en una época en la que algunos grupos políticos habían pedido a la Delegación del Gobierno en Andalucía más presencia policial y más vigilancia, por los índices de delicuencia que entonces se estaban dando. La Delegación del Gobierno hizo caso omiso de tales peticiones.
Otro conflicto iniciado por Francisco Alvarez Cascos fue el que provocó con el vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Economía y Hacienda, Rodrigo Rato. Cascos aprovechó que Rato estaba siendo puesto en entredicho por los despidos que se estaban produciendo en su empresa famliar, Rebecasa, de comercialización de refrescos, para exigir al presidente del Gobierno mas poder dentro del Ejecutivo. Rato aguantó en envite, pero desde entonces las relaciones entre ambos vicepresidentes fueron tensas y difíciles.
Igualmente, Francisco Alvarez Cascos quiso que todo lo referente a los servicios de "inteligencia" e información del Gobierno dependieran exclusivamente de él. Entonces, Rodrigo Rato se opuso a tales intenciones, e hizo valer sus buenos resultados como ministro de Economía para demostrarle a Aznar que el verdadero "hombre fuerte" del Ejecutivo era él, y no Cascos, quien ya entonces estaba metido en otra tempestad iniciada por él: la "guerra" con el presidente autonómico asturiano, Sergio Marqués.
Los enfrentamientos entre Marqués y Cascos comenzaron por un asunto exclusivamente personal. Cascos y Marqués habían sido hasta entonces muy buenos amigos y el vicepresidente primero del Gobierno había invitado al presidente asturiano a su boda en Córdoba. Pero éste no acudió, porque de la misma manera en que se sentía amigo de Alvarez Cascos, le unía una muy buena amistad con la primera esposa de éste, a la que Cascos abandonó y de la que luego se separó. Así pues, excusó su asistencia.
Francisco Alvarez Cascos no se lo perdonó, y desde ese mismo instante inició una operación de acoso y derribo a su hasta entonces amigo, lo que ocasionó la más fuerte crisis institucional entre el Gobierno central y uno autonómico. Crisis que se vió agraviada por el hecho de que uno y otro ejecutivos estaban en manos del mismo partido: el PP.
El Partido Popular sufrió entonces una fuerte crisis de imagen y cohesión, lo que obligó a varios "notables" del PP a exigir a Aznar que pusiera orden y cortase tajantemente las maniobras de Cascos contra Sergio Marqués. Pero el presidente del Gobierno y del PP asistió impertérrito al espectáculo, que acabó con la salida de Sergio Marqués del PP, junto con otros miembros del partido, y la fundación de la Unión Renovadora Asturiana (URA), con el apoyo de una gran mayoría de ciudadanos.
La salida de Cascos del Gobierno podría depender ahora del resultado que el PP pueda sacar en Asturias, en las elecciones municipales y autonómicas del próximo 13 de junio. Sin dura, el más que previsible desastre electoral será utilizado por numerosos miembros influyentes del Partido Popular contra Alvarez Cascos, lo que podría llevar a Aznar a prescindir de él en la próxima legislatura.