La carne de vacuno británica volvió el domingo pasado a los mercados europeos, después de tres años de embargo, tras los casos que se produjeron de encefalopatía espongiforme bovina (EEB), más conocida como el mal de las "vacas locas".
Las condiciones para la exportación de este tipo de carne son muy estrictas: sólo puede venderse carner deshuesada de animales mayores de seis meses y menores de treinta meses, cuyas madres no hayan sufrido este mal. El Reino Unido debe de ser capaz, además, de identificar el origen de cada animal y haber registrado toda la trayectoria de la vida de la res.
A pesar de ello, la carne británica ha sido recibida con escepticismo, lo que hace augurar que los exportadores sufrirán un nuevo revés económico, tras el sufrido hace tres años por culpa de esta enfermedad, que costó vidas humanas.