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Los norteamericanos han demostrado, una vez más, cómo su interés por una noticia puede mover millones de dólares a través de la publicidad televisiva. Tras producirse el accidente de John F. Kennedy, las cadenas de TV del país cortaron su programación habitual y dedicaron espacios informativos especiales durante ocho horas. La NBC triplicó sus cifras de audiencia y la ABC las dobló.
Unos ocho millones de personas siguieron entre el sábado y el domingo las retransmisiones especiales de la NBC, la ABC y la CBS. Sólo el programa Dateline, de la NBC, obtuvo dos millones más de espectadores y logró una audiencia de casi doce millones de televidentes.