A pesar del gran adelanto de las mujeres en todos los órdenes y que los pronósticos les aseguran tiempos de liderazgos para el siglo XXI, resulta difícil para aquellos que se acercan a los libros de historia, recibir información de qué aconteció a esa mitad de la humanidad, cuyo devenir en los siglos sigue permaneciendo en las sombras.
En cada país puede existir una heroína o una figura de la ciencia o el arte que sea de conocimiento general, pero en casi todas partes sobran los dedos de la mano para contar cuando se les menciona, y en la mayoría de los casos, pocos son los datos que de ellas pueden compilarse. Muchas son conocidas como «la madre de…», «la hija de…», «la esposa o la amante de…».
Tal vez lo más próximo y fácil de constatar es la ausencia de nombres de mujeres dados a calles y avenidas de las ciudades. En ocasiones se da su nombre a la calle donde nacieron o murieron las celebérrimas, pero ni siquiera ésta es una regla fija.
En fecha reciente, un grupo de entusiastas alemanas se dispusieron a imprimir un folleto de biograf¡as y retratos de mujeres de cierta relevancia y de distintos pa¡ses, ‘pocas y esferas de actividad. Llegaron a la triste conclusi¢n – tras consultar las m s diversas frentes – que s¢lo pod¡an reunir informaci¢n de un reducido nomero de ellas y en moltiples casos no encontraron retratos de estas figuras importantes de la historia.
Acertadamente Virginia Woff apuntaba que la misi¢n de las mujeres en la sociedad, si quer¡an lograr algon espacio en ella, era la de «reflejar como un espejo la imagen de los hombres, al doble de su tama_o original».
Si bien «las hermosas» de los grandes pintores de todos los tiempos han sido s¢lo eso, an¢nimas modelos, ningon hombre de estado, del arte o de la ciencia qued¢ sin ser registrado por un pintor de moda sin la debida identificaci¢n.
A ellos se les dedicaron y dedican plazas y monumentos, se acu_an sus rostros en el dinero, y se nombraron en su honor la mayor¡a de los accidentes geogr ficos. Tal vez s¢lo se salvaron de este olvido algunas mujeres devenidas en reinas o emperatrices, cuyo m’rito no ven¡a de sus valores personales sino de la absurda genealog¡a de la sangre
Por Sonia Moro (Historiadora)
LA INVISIBILIDAD DE LA MUJER EN LA HISTORIA
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