La muerte de Hassan II representa para España una convulsión en su política bilateral. El Gobierno de José María Aznar recibe constantemente informes cifrados de todos sus servicios secretos sobre las posibles variaciones que puedan darse en el equilibrio bilateral hispano-marroquí. El Ejecutivo teme que la llegada al trono del nuevo monarca, Mohamed VI, suponga un factor de inestabilidad interna en el país vecino, con un reforzamiento de las posturas islámicas y un intento por parte de la oposición para ganar posiciones políticas y acabar con la monarquía absoluta del régimen alauita.
Ello puede repercutir en la política exterior marroquí. En concreto, españa teme un endurecimiento de Marruecos con respecto al Sahara, a las islas Canarias, a las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla y los convenios bilaterales de pesca, fundamentalmente. De hecho, los servicios secretos españoles ya había detectado hace unos días que el Gobierno marroquí pensaba hacer nuevas reivindicaciones sobre Melilla y Ceuta. En esta última ciudad, el delegado del Gobierno esapñol, Luis Vicente Moro, había solicitado que se limitara el paso de ciudadanos marroquíes porque, en su opinión, "una buena parte de la delincuencia que tenemos está ligada a la permeabilidad de la frontera". A Ceuta pasan diariamente 21.000 marroquíes.