Stuttgart (RFA) Redacción.- El hallazgo, en el desván de un departamento de la localidad de Hildesheim en el sur de Alemania, de una maleta que perteneció al héroe civil alemán Oskar Schindler y que contenía un ejemplar de la lista de 1200 personas de religión judía que el ya fallecido Schindler salvó de la muerte en las cámaras de gas del nacional socialismo alemán, ha puesto en la opinión pública alemana – nuevamente – el tema de la resistencia en los 12 años del régimen de Adolf Hitler y su banda de criminales.
La maleta fué entregada el lunes 25 de octubre al Archivo Federal, donde los documentos serán microfilmados para luego ser enviada al Centro de Estudios Históricos de Jad Vashem en Jerusalem. La maleta de Oskar Schindler contiene cartas personales, un ejemplar de la lista que se hizo mundialmente famosa con el film de Spielberg «La Lista de Schindler» , fotos, certificados y notas, facturas y otros documentos que son un testimonio de la vida del industrial y comercante Oskar Schindler, de sus victorias y fracasos y sobre todo, son un mosaico que revela la historia menuda de Alemania en la ‘poca en que este pa¡s estuvo seducida por los nacional socialistas.
La viuda de Schindler, Emilie Schindler de 92 a_os y que vive en Buenos Aires manifest¢ su inter’s en la maleta. La anciana apareci¢ en la televisi¢n alemana exigiendo que le entregaran su herencia y asegurando que ella iniciar¡a un juico por recuperar los documentos de su marido, del cual nunca se divorci¢ legalmente. Despu’s de la guerra Emilie Schindler no tuvo contacto alguno con su marido en Alemania por 14 a_os hasta el d¡a en que este falleci¢ en 1974 en Hildesheim.
El diario Stuttgarter Zeitung de Stuttgart que public¢ una serie de reportajes acerca del hallazgo asegura en su edici¢n del 26 de octubre que existe una opini¢n fundada en la redacci¢n y en los medios hist¢ricos alemanes: la maleta debe ser puesta a disposici¢n de los investigadores de la historia del nacional socialismo alem n y posteriormente depositada en Yas Vashem. «¨Que sentido tiene que la maleta sea depositada en alguna parte en Argentina, donde desaparecer quiz s para siempre?», pregunta el diario a sus lectores en un amplio reportaje sobre el tema.
La viuda de Schindler no ha presentado demanda judicial alguna en Alemania para recuperar lo que ella considera que es su herencia.
LOS MITOS TIENEN LARGA VIDA El desmontaje de la mitolog¡a nacionalsocialista en Alemania aon no termina en este pa¡s de 80 millones de habitantes y que ya viven 50 a_os con un r’gimen democr tico. La exposici¢n de fotos de la Wehrmacht que documenta la participaci¢n directa del Ej’rcito Alem n en las matanzas de ciudadanos de religi¢n u or¡gen jud¡o en Europa que circula por Alemania; las series documentales acerca del per¡odo hitleriano, los debates acerca del grado de culpabilidad de los alemanes comunes y corrientes que se beneficiaron por poco tiempo de las victorias del «f_hrer» en todos los frentes, son temas recurrentes en la opini¢n poblica alemana y van contribuyendo a desmontar los mitos nazis: la Wehrmacht era un ej’rcito «limpio», fueron los SS, los «comunistas» los que hicieron las limpiezas ‘tnicas en los territorios ocupados; los alemanes estaban todos «obligados» a seguir a los nacionalsocialistas, no recibieron beneficio alguno y s¢lo sufrieron las consecuencias de la guerra de los nazis, la poblaci¢n «no sab¡a nada» de lo que estaba pasando con los jud¡os…
La pel¡cula de Spielberg caus¢ – cuando fu’ exhibida y se constituy¢ en ‘xito de taquilla – un debate acerca de la falta de una resistencia civil generalizada de los alemanes en contra de Hitler. La soluci¢n f cil que est fuertemente anclada aqu¡, es que la poblaci¢n desconoc¡a la existencia de Auchwitz, Sobibor, Mathausen, Treblinka y los otros cientos de campos de exterminio y concentraci¢n que instalaron los nazis para exterminar a su enemigos y a los que ellos consideraban «razas inferiores»; «basura humana» o «gen’ticamente sin valor».
Schindler y su gesta de salvar, desde el seno mismo del nacionalsocialismo (el mismo era miembro del partido y exitoso industrial en Polonia, donde se apropi¢ de una f brica de esmaltados), a mil 200 jud¡os de todas las nacionalidades con m’todos propios de un estafador de alto vuelo, es un ejemplo de lo que podr¡a haber ocurrido si muchos Schindlers se hubiesen comprometido con la suerte de sus conciudadanos en esa ‘poca.
La historia oscura de codicia, ego¡smo e ignorancia voluntaria no se ha escrito en este pa¡s. Los jud¡os alemanes eran una comunidad religiosa asentada desde el siglo XVI y antes, en Alemania; Polonia y otros pa¡ses. Eran alemanes, muchos de ellos eran intelectuales, acad’micos, otros eran ricos, ten¡an cuantiosos bienes.
Cuando Hitler y su banda deciden «arizar» la propiedad jud¡a en el Reich, se inici¢ la repartija. Cadenas de multitiendas, bancos, compa_¡as de seguros estaban en la lista que se remat¢ al mejor postor y en condiciones de dictadura. Los m’todos de traspaso de esas propiedades eran completamente oscuros y generalmente decididos por amistad, parentesco, afinidad pol¡tica, como pago por servicios prestados pol¡ticamente, por delaci¢n.
Desde las altas esferas, pasando por los negocios peque_os, los peque_os talleres en las aldeas que eran propiedad de jud¡os, hasta los enseres familiares de los vecinos jud¡os pobres que eran «transportados» al Este europeo, pasaron a manos de «arios», a precios de baratillo. M s de alguna fortuna aparecida en la postguerra en Alemania est fundada en la rapi_a a los bienes jud¡os en esa ‘poca.
Schindler particip¢ del juego, pero para salvar vidas. Todos sus negocios en Polonia fueron una gigantesca pantalla para salvar jud¡os condenados a muerte. No se conoce en este pa¡s un caso de resistencia en contra del fascismo omnipotente y sostenido por el entusiasmo del pueblo, que sea comparable. La complicidad con el nacionalsocialismo alem n se extendi¢ como una mancha por toda Europa.
En Francia, el alto funcionario del gobierno de Vichy, Papon, ha protagonizado una an’cdota con su hu¡da a Suiza y su posterior captura, luego de ser condenado a 10 a_os de prisi¢n por ser c¢mplice en al deportaci¢n de 2 mil jud¡os franceses a los campos de exterminio.
En Holanda, los herederos del principal comerciante en arte de ese pa¡s en los a_os 40 y al que el mismo Estado holand’s, por presi¢n de los nazis, expropi¢ sus tesoros que hoy est n exhibidos en los museos holandeses, est n reclamando su herencia.
Los miles de trabajadores esclavos que fueron desterrados de sus pa¡ses en Rusia y en el Este europeo por los nazis reclaman sus sueldos impagos. Los obligaron a trabajar en las f bricas del Reich por una magra raci¢n de comida y viviendo en condiciones inhumanas. Algunos de ellos quedaron lisiados para toda la vida.
Las compa_¡as de seguros como Allianz, por ejemplo, se beneficiaron con el no pago de p¢lizas de segros de vida a los parientes de los asesinados por la v¡a de un truco administrativo y hoy el consorcio de seguros m s grande y rico de Europa y el segundo del mundo debe enfrentar aczusaciones en ese sentido.
Los nazis vendieron el oro propiedad de los pa¡ses ocupados por ellos y sobre todo el oro robado a los jud¡os exterminados. El oro de los dientes de los asesinados en Auchwitz, el oro de los anillos de matrimonio que obligaban a sacarse a los que conduc¡an a las c maras de gas con el anga_o de que se trataba de un «ba_o sanitario». Del negociado con toneladas de oro se beneficiaron bancos, y sociedades. En las transacciones con el oro manchado de sangre participaron bancos suizos, la Espa_a de Franco, el gobierno de Estados Unidos y otros.
En ninguno de esos casos, de las innumerables tragedias que se dieron, hubo un Schindler que apoyara, que ayudara, que intentara algo. Oskar Schindler yace enterrado en el cementerio de los justos en Jerusalem. Es un h’roe en memoria del cual un rbol crece en el jard¡n de los justos. En Alemania muri¢ solo y acompa_ado de una pareja de samaritanos que lo acompa_aron en sus oltimos momentos. Dej¢ una maleta con documentos en un desv n. Su onica propiedad en vida. Los recuerdos.
ALVARO ROJAS
En Stuttgart, Alemania.