Los nacionalistas marroquíes ven con recelo el intento de Gil de extender su influencia al norte del país. «Lo mejor sería que colocaran un muro alrededor de Marbella, porque a cualquiera que pase ahora por allí lo van a señalar como a un apestado», ha llegado a decir Tarik Yahya, alcalde de Nador y diputado. «Lo grave es que se utilice en Marruecos a Jesús Gil, con quien sólo he conversado cinco minutos en mi vida, como arma arrojadiza», añade.
Yahya dice que la única vez que ha conversado con Jesús Gil fue en enero de 1998. «Me invitó la Unión Europea a mantener varios contactos en España, y, cierto, visité Marbella y hablé con Gil… de fútbol y por teléfono. Sus colaboradores me propusieron hermanar Marbella y Nador, cosa que no me pareció mal, y todos los concejales de mi ciudad aprobaron la iniciativa, que nunca se concretó. Eso es todo. No se puede usar la figura de Gil para ocultar los abusos cometidos por la dictadura que ha establecido en Marruecos el ministro Driss Basri», explica.
El culebrón que han protagonizado los dirigentes de estas dos localidades ha reavivado el resquemor que levanta el dirigente español en Marruecos y los reclamos del nacionalismo alauí, que resumía con especial sarcasmo el diario Al Maghrib en su edición del día 24: «El folletín de Ceuta y Melilla revela la extraña, por utilizar un eufemismo, situación política que reina en los dos presidios ocupados (sic), últimos vestigios del colonialismo en el planeta».
Los dirigentes de Tánger, Tetuán o Nador, las tres principales ciudades enclavadas en las inmediaciones de Ceuta y Melilla, desconfían del alcalde marbellí, hasta el punto de que su homólogo de Tánger, Abdelhamid Khalili, califica su presencia en Ceuta como «nefasta».