La estrategia de los nacionalistas persigue ahondar en la bipolarización de las elecciones, tras conocerse las últimas encuestas, que pronostican un empate técnico entre ambos candidatos. CiU y el Partido Popular (PP) han unido sus votos para impedir la emisión en TV-3 de un cara a cara entre Pujol y Maragall.
Maragall, a quien Pujol ha calificado como "humo" el pasado mes de julio, se ha transformado dos meses después en una amenaza real para la consecución de las aspiraciones de los nacionalistas. El nerviosismo se ha apoderado hasta tal punto de las filas de CiU que el líder de Unió Democràtica, Josep Antoni Duran, ha desbaratado el pasado lunes la estrategia mediática diseñada por el equipo de campaña de la coalición. Estaba previsto que fuese el propio Jordi Pujol, en la presentación de la rebaja de tres peajes de autopistas esta semana, quiene iniciara el nuevo discurso de acoso contra la candidatura socialista de Maragall. Pero Duran se le ha adelantado. La descoordinación de Duran provocó el enfado de los socios convergentes y una llamada de atención a los democristianos.
La táctica que se impone es la de un discurso mucho más duro, contundente y agresivo contra los socialistas, destacando sobre todo las posibles incoherencias de su mensaje, e ignorando al resto de los partidos de la oposición. Es decir, el Partido Popular o Esquerra Republicana de Catalunya, dos posibles aliados tras las elecciones del próximo 17 de octubre si la coalición nacionalista no obtiene una amplia mayoría.
El ataque directo contra Maragall refuerza ante el electorado el factor de bipolarización que CiU quiere imprimir a estos comicios y presentarlos como un referéndum a Jordi Pujol, en las que serán sus últimas elecciones como candidato. El presidente de la Generalitat ha acusado a los socialistas de entorpecer la rebaja de los peajes y de proponer nuevas vías de peaje en Cataluña en su programa electoral de las anteriores autonómicas de 1995.