Javier Solana está "quemado" por los bombardeos aliados a Yugoeslavia. Considera que su buena imagen de político eficaz se está viniendo abajo por la cantidad de veces que ha tenido que salir a explicar los fallos de los aviones durante los ataques de la NATO. Harto ya de contar "daños colaterales indeseados", o sea, muertos y heridos civiles (hombres, mujeres, niños, ancianos… algunos de ellos enfermos que se encontraban hospitalizados en Belgrado); cansado de que Slodoban Milosevic continúe como presidente de Serbia y de la Federación Yugoeslava, el secretario general de la NATO ha expresado su deseo de dejar el puesto.
Solana ya dijo hace unos meses que echaba de menos España. Pero ahora está sufriendo como pocos las consecuencias del fracaso que está suponiendo el hecho de que Milosevic no parezca ceder terreno ante los duros ataques militares de la NATO. A esto hay que añadirle que Javier Solana se siente impulsado a aspirar a convertirse en el líder de su partido, el PSOE (Partido Socialista Obrero Español), que ha entrado en crisis como consecuencia de la dimisión del hasta hace días candidato socialista a la presidencia del Gobierno, José Borrell.
El secretario general no tiene quien le escriba
De hecho, Javier Solana siempre ha sido uno de los políticos más brillantes del socialismo español y su nombre ha sonado como futuro sucesor de Felipe González como líder indiscutible del partido. Pero a día de hoy, en el Partido Socialista consideran a Solana "quemado" por los ataques aliados. Los socialstas creen que si Solana se presentase a candidato a la presidencia del Gobierno español, muchos votantes le "castigarían" en las urnas no votándole en señal de protesta por lo que la NATO leva más de dos meses haciendo en los Balcanes.
Consciente de esto, Solana también ha dicho que estaría dispuesto a optar por un cargo institucional en la Unión Europea. La Comunidad habia valorado positivamente la figura del secretario general de la NATO, pero ahora las autoridades políticos más influyentes de Europa no están por la labor de "ficharle", también precisamente por los ataques aliados de la NATO contra Yugoeslavia.
Así pues, y parafraseando al ilustre escritor Gabriel García Márquez, se puede afirmar sin miedo al error que "Solana no tiene quien le escriba", y que Javier Solana puede verse condenado a "cien años de soledad" política, bien como secretario general de la Alianza Atlántica o bien fuera de dicho cargo.