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Cultura

HISTORIA DE LA NOCHE: EL-AS LETELIER

escrito por Jose Escribano 24 de septiembre de 2000
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256

Elías Letelier. Historia de Noche (Fragmento VI) 1999. Ed. LÆHexagone. Montreal, Quebec.

VI
Y aquí,
en el esplendor escalonado de este territorio,
donde los pasos feraces del universo
congregaron el magisterio de su opulencia;
el hombre erige parapetos de ónice,
labra caballos de frisa
y transforma la belleza del paisaje
en un anfiteatro de patíbulos y desechos.

Bajo un poncho de silicio
desaparece el hombre
con su mobiliario de nervio indómito,
castigado en los balcones de una péndola inmóvil,
confundiéndose con los orígenes de la libertad.

Capitanes blindados como un erizo,
sedientos de jinetas y de oro,
haciendo sudar los enigmas manchados
de la nomenclatura del aliño,
durante siglos pasaron,
en todas las direcciones,
escupiendo al espíritu de nuestros tambores:

Entre Dios, la espada y la lanza;
entre Dios, el cepo y el torniquete;
entre Dios, la horca y el fusil;
entre Dios, el bombardeo y el destierro,
y entre Dios y las multitudes que desaparec¡an
con las amables teor¡as de los sabios humanistas;
en las riberas de los estambres,
por donde ten¡a que pasar la vida,
ellos legaron a nuestros poros
la afilada jurisprudencia de los cuchillos.

En la conciencia de los museos de historia
con sus modelos de ejemplos nacionales,
donde se filtra la memoria de la humanidad:
al pobre, al m¡sero,
al que padeci¢ de hambre,
al que fue reventado por los guardias de la libertad,
hoy lo desvanecen en los alambiques presidenciales,
como un ejemplo de: ?¥Viva la patria, mierda!

El propietario de nuestro paisaje,
envilecido con la gula de su raro testamento,
a escondida de las multitudes celebra
la erudici¢n de su di fano dominio,
como el pescador hambriento
que, al final de la ruta del salm¢n,
en una celada lanza la red
y luego, se retira cantando
a los salones de su fortaleza.

¨Porqu’ nos traen tanta lluvia?
¨Porqu’ cae sobre nosotros el azufre?

Ellos salen a buscarnos
a los intestinos de la tierra
entran a manosear el nido de los p jaros,
sacuden las sombras de los muertos
para saber donde est n nuestros pies,
para hacernos esclavos en nombre de la patria,
de Dios y otros criminales menores.

Me trajeron desde la magia de la selva,
y la agitaci¢n de las hojas
con su inalterable manufactura de farmacias,
no fueron testigos:
las ramas en los bosques
no escuchan los reflejos que caen
dilatados por la p¢lvora
o el malvado pu_al.

¥All¡, no hay nada!
¥Siempre est , todo vac¡o!

Los mismos que engordan
los intestinos  ridos del d¢lar
con las fibras de nuestras fam’licas cucharas,
nos quitan las escaleras de la prote¡na;
niegan el fuego de nuestras danzas
y juegan al fotbol con nuestra emancipaci¢n.

¨Qu’ cambi¢?
¨Qui’nes son los nuevos conquistadores?

Hasta aqu¡ me trajeron desnudo
para que no insista en mis sue_os
y no perturbe el saqueo
al aroma ancestral de nuestras begonias,
y como el ave que canta,
muera de desolaci¢n
y para siempre.

Pero la doctrina del viento
continua rodando en los intestinos de la materia,
muy sujeta al ejercicio ca¢tico de su proeza,
como los genotipos del bej¡n
que despliega las vigas
de los negros domos musculares
en las fisuras parietales de una celda
y es.

En el balanc¡n de este cautiverio,
sigo de poro en poro
la e¢lica cabalgata del viento,
hasta perderme en las f’rtiles galer¡as
de los impert’rritos volcanes andinos.

Salgo de viaje:
libre, donde nadie me toca;
libre, para danzar con el agua.
Libre.

El¡as Letelier. El Origen del fuego: sonetos de amor y tres canciones jud¡as. Octubre 2000. Ed. L’Interligne. Ottawa, Ontario.

Soneto XVIII.

Yo fui un oficial dentado como un erizo de azufre
que march¢ solfeando a trav’s de las l¡neas de fuego
y rug¡, hasta que call¢ el alma fr¡a del rel mpago
y la paz adquiri¢ la forma de una m gica flor solana.

Ahora, sin pertrechos ni coraza estoy frente a ti
desnudo en las fauces de tu fogata y siento
el temor del que cae en las guerras y danzando
en esa humareda, no tengo respuesta para mi.

¨C¢mo llegu’ a este perdido territorio de orfandad?
¨Porqu’, si eres tan fr gil, lento me consumo?
¨Qui’n invent¢ estas subversivas invasiones?

Ahora, que no soy el intr’pido soldado, am ndote
he olvidado mi cerril voz de guerrero y las guerras
y libre he elegido mi camino de dorada esclavitud.

El Poeta y el Estado Populista
(Cr¢nicas Literarias)

Se han dicho muchas cosas en torno al rol de los poetas en las luchas sociales, tanto as¡, que pareciera existir una tendencia a dictar lo que el poeta tiene que observar, oblig ndolo, muchas veces, a amoldar las im genes que percibe a un mero cuadro aceptable al orden establecido. Sin dudas que el poeta no requiere pedir permiso a nadie para estampar las im genes que observa y construye en su discurso est’tico.

Unos de los graves problemas que podemos ver en la poes¡a actual, se encuentran en los cultistas, quienes han optado por tomar a la literatura como referencia, y con esta actitud, negando la realidad. Al parecer, evadidos en superar el car cter rudimentario de la lengua escrita y bosqueda de una exactitud de la formal, optan por tomar a la literatura como referencia inmediata y con ello, negar a la realidad donde se encuentra inmersa la sociedad, atareadamente tratando de vislumbrar un camino hacia la felicidad.

Al observar estos hechos, los que tienen un car cter pendular, tenemos que reconocer aquello que empuja a algunos poetas a refugiarse en las sombras de la realidad y al hacer este esfuerzo, logramos ver la corrupci¢n social y el crimen que termina por amenazar al poeta y llevarlo a un estado de lujuria y negaci¢n de la realidad.

Cuando los estados no pueden comprar al poeta, le restringen el acceso a la publicaci¢n de su obra, les niegan los recursos, y si no es suficiente, lo amenazan hasta terminar con aislarlo de la poblaci¢n.

Tomemos el caso del actual gobierno chileno, con un presidente socialista, el que opta por continuar con la pol¡tica econ¢mica de la dictadura militar que caus¢ tantos muertos que se opusieron a este modelo econ¢mico. Esta nueva clase gobernante, no militar y menos burguesa que la anterior, amparada en la necesidad de establecer una imagen diferente al modelo anterior, cae en un populismo, no en el  mbito pr ctico, sino en un grado intelectual. Necesita que el discurso social sea absorbido por la poblaci¢n y para ello, requiere de los intelectuales para que recreen el discurso en im genes asociativas y terminen por establecer una conciencia social colectiva adecuada a los intereses de la nueva trova gubernamental.

En nuevo gobierno populista, opta por comprar a los poetas, primeros con premios y reconocimientos y luego con becas especialmente establecida para tales fines. Claro que tenemos que establecer que, tales reconocimientos son para aquellos que entran al circulo de los defensores del gobierno de turno, creado con esta f¢rmula, tres grupos est’ticos: los representantes de la derecha, los nuevos representantes de la izquierda y los que se negar n a ser partidario de cualesquier sistema que pretenda utilizar la fuerza creadora en beneficio de un enga_o de la realidad.

Todo gobierno populista tratar  de comprar a los poetas, para que los decodificadores de la imaginaci¢n no insistan en algo que el nuevo orden estatal no quiere escuchar y, de esta manera, canalizar las aspiraciones del pueblo a trav’s de un discurso est’tico, vendido o echo para un consumo espec¡fico.

Elias Letelier
elias@letelier.com

Autor

  • JAE
    Jose Escribano

    Responsable de Contenidos en Informativos.Net

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