Comentaristas e intelectuales se mostraron sorprendidos cuando muchos líderes y activistas de organizaciones no gubernamentales (ONG) se unieron a la campaña electoral de Vicente Fox y, tras su victoria, esperan recibir puestos dentro de su nuevo gobierno. La idea de que líderes «progresistas» de las ONG se unan a un régimen abiertamente partidario del «libre mercado» parece anómala. No obstante, un análisis más profundo de la historia y antecedentes de funcionarios de ONG en América Latina, así como de su ideología y nexos con donantes externos, podía haber vaticinado este escenario.
En la transición hacia la política electoral en Chile, Bolivia, Argentina y América Central, numerosos líderes de ONG se aliaron a regímenes neoliberales que utilizaron su experiencia organizacional y retórica progresista para controlar protestas populares y socavar movimientos de clases sociales.
Desde el principio de la década de los 80, las clases dominantes neoliberales, junto con el gobierno de Estados Unidos y gobiernos europeos, se percataron de que las pol¡ticas del «libre mercado» estaban polarizando a las sociedades en Am’rica Latina. Mediante fundaciones privadas y fondos estatales empezaron a financiar a las ONG, mismas que expresaban una ideolog¡a contra el Estado y promov¡an la «autoayuda». A finales de este milenio, existen unas 100 mil ONG en todo el mundo que reciben cerca de 10 mil millones de d¢lares y compiten con los movimientos sociopol¡ticos por la lealtad de las comunidades militantes.
Aun cuando las ONG han criticado violaciones a los derechos humanos, rara vez denuncian a sus benefactores en Europa y Estados Unidos. A medida que aument¢ la oposici¢n al neoliberalismo, el Banco Mundial (BM) increment¢ los donativos destinados a las ONG. El punto fundamental de convergencia que comparten las ONG y el BM era el rechazo de ambas entidades al «estatismo». Superficialmente, las ONG criticaban al Estado desde un perspectiva de «izquierda» en la que defend¡an a la «sociedad civil», mientras que al BM lo criticaban en nombre del «mercado».
En realidad, el BM y los reg¡menes neoliberales aprovecharon las ONG para minar el sistema de seguridad social estatal, y fueron utilizados y reducidos a medios para compensar a las v¡ctimas de las pol¡ticas neoliberales. Mientras los reg¡menes neoliberales disminu¡an los niveles de vida y saqueaban la econom¡a, las ONG se fundaron para promover proyectos de «autoayuda» que absorber¡an, temporalmente, a peque_os grupos de desempleados pobres, a la vez que reclutaban l¡deres locales.
Las ONG se convirtieron en «el rostro comunitario» del neoliberalismo y se relacionaron ¡ntimamente con los de arriba y complementaron su labor destructiva. Cuando los neoliberales transfer¡an lucrativas propiedades estatales, privatiz ndolas para los ricos, las ONG no fueron parte de una resistencia sindical. Por el contrario, se mostraron activos en la creaci¢n de proyectos privados, promoviendo el discurso de la iniciativa privada («autoayuda») al dedicarse a fomentar la microempresa en las comunidades pobres.
Las ONG crearon puentes ideol¢gicos entre peque_os capitalistas y los monopolios que se beneficiaron de las privatizaciones –todo en nombre del antiestatismo y la construcci¢n de la sociedad civil. Mientras los ricos creaban vastos imperios financieros a partir de las privatizaciones, profesionales de clase media que trabajaban con las ONG recib¡an peque_os fondos para financiar sus oficinas, sus gastos de transporte y sus actividades para promover actividades econ¢micas a peque_a escala.
Lo importante aqu¡ es que las ONG despolitizaron a sectores de la poblaci¢n, ignoraron sus compromisos hacia actividades del sector poblico y se valieron de l¡deres sociales potenciales para la realizaci¢n de proyectos econ¢micos peque_os. En realidad, las ONG no son no gubernamentales. Reciben donativos de gobiernos extranjeros o funcionan como agencias subcontratadas por gobiernos locales.
Igualmente importante es el hecho de que sus programas no son calificados por las comunidades a las que ayudan, sino por sus benefactores extranjeros. Es en ese sentido que las ONG sabotean la democracia al arrancar programas sociales de las manos de las comunidades y de sus l¡deres oficiales, para crear dependencias a cargo de funcionarios no electos, provenientes del extranjero, quienes eligen y ungen a sus interlocutores locales.
La ideolog¡a de las ONG en cuanto a sus actividades privadas y voluntarias destruye el sentido de lo «poblico»; la idea de que el gobierno tiene la obligaci¢n de procurar a todos sus ciudadanos. Contra esta noci¢n de responsabilidad poblica, las ONG fomentan la idea neoliberal de una responsabilidad privada hacia los problemas sociales y la importancia de los recursos para resolver estos problemas. De tal suerte, las ONG imponen una doble carga sobre los pobres: el pagar impuestos para financiar a un Estado neoliberal que sirve a los ricos; y el autoexplotarse de manera privada para satisfacer sus propias necesidades.
Muchos de los l¡deres y militantes de las ONG son ex marxistas o «post marxistas», quienes toman prestada mucha de la ret¢rica referida a «dar poder al pueblo», «el poder popular», «la igualdad de g’nero» y «el liderazgo de las bases como el onico que logra legitimidad», mientras que alejan la lucha social de las condiciones que marcan la vida de las personas. Las ONG se convierten en un veh¡culo organizado que permite la movilidad social ascendente para desempleados o profesionistas ex izquierdistas mal pagados. El lenguaje progresista disfraza el nocleo conservador de las pr cticas de las ONG. Ejemplo de esto es el hecho de que la naturaleza local de las actividades de las ONG tiene siempre que ver con «dar poder», pero los esfuerzos de estos organismos rara vez van m s all de una influencia en peque_as reas de la vida social, utilizando los recursos limitados y siempre dentro de las condiciones permitidas por el Estado neoliberal. En lugar de dar educaci¢n pol¡tica sobre la naturaleza del imperialismo y sobre las bases clasistas del neoliberalismo, las ONG discuten sobre «los excluidos», «los indefensos» y «la extrema pobreza» sin jam s pasar de sus s¡ntomas superficiales para analizar el sistema social que produce estas condiciones.
Al incorporar a los pobres a la econom¡a neoliberal a trav’s de acciones voluntarias que son exclusivamente de la iniciativa privada, las ONG crean un mundo en el que la apariencia de una solidaridad y acciones sociales ocultan una conformidad hacia las estructuras nacionales e internacionales del poder. No es casual que las ONG se hayan convertido en entes dominantes en ciertas regiones donde las acciones pol¡ticas independientes han deca¡do y el neoliberalismo rige sin oposici¢n alguna.
La conversi¢n de l¡deres de las ONG; de abanderados del «poder popular», a simpatizantes del presidente electo conservador, Vicente Fox, es por lo tanto perfectamente comprensible. Los funcionarios de las ONG proporcionan la ret¢rica «populista» en torno a la sociedad civil que legitiman las pol¡ticas del libre mercado. A cambio, sus nombramientos como funcionarios gubernamentales satisfacen sus ambiciones de movilidad y ascenso social. Para los ex izquierdistas, el antiestatismo es el pasaje que les conceder tr nsito ideol¢gico de la pol¡tica de clases y el desarrollo comunitario hacia el neoliberalismo. Para los intelectuales cr¡ticos, el problema no es s¢lo el neoliberalismo del «libre mercado» que viene de las copulas, sino tambi’n el neoliberalismo de la «sociedad civil», que proviene de abajo.
Por James Petras
Profesor de Etica Pol¡tica en la Universidad de Binghamton, Nueva York
Red Resistencia