Hacia fines de la década del sesenta, un fenómeno *único* sacudió la iglesia católica romana argentina y tuvo repercusiones inmediatas en buena parte de América latina.
Un grupo de curas, alentados por los aires de cambio de la iglesia universal y por la dinámica social en ebullición en todo el continente, constituyó el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM).
Veintiún sacerdotes participaron en la reunión constitutiva del Movimiento, realizada a principios de marzo de 1968 , momento en que buena parte del continente vivía bajo el imperio de dictaduras militares.
Sólo cuatro meses más tarde, en julio del mismo 1968, ochocientos sacerdotes latinoamericanos – entre ellos 400 argentinos – forjaban una posición común ante la Asamblea de la Conferencia Episcopal Latinoamericana que se iniciaba en Medellín, Colombia, convocada por el Papa Paulo VI.
La respuesta fue inmediata. ½ Chispa en la pólvora + como lo enfatiza Miguel Ramondetti, cura-obrero argentino, uno de los promotores de este movimiento naciente y primer secretario general del mismo.
El MSTM, creci¢ aceleradamente, marc¢ el destino de la iglesia argentina y latinoamericana de esa ‘poca, hasta vivir su propia crisis cinco a_os m s tarde. Su programa fue tan simple como profundo: multiplicar el compromiso de la iglesia-instituci¢n en el cambio socio-pol¡tico del continente. Alimentando con su experiencia todo el nuevo torrente de la teolog¡a de la liberaci¢n latinoamericana en germen.
En Buenos Aires, Argentina, Miguel Ramondetti, 77a_os , activo promotor ,hoy, de la organizaci¢n comunal local en localidades del Gran Buenos Aires , zona aleda_a a la Capital Federal, habla de aquel tiempo
Exilado en Francia y M’xico, a partir de 1977 durante la oltima dictadura , se integr¢ m s tarde al trabajo pastoral-militante en la Nicaragua sandinista hasta regresar nuevamente a Argentina, luego de 8 a_os de exilio.
A pesar de *darse la baja* de las estructuras eclesiales, Ramondetti mantiene una polifac’tica actividad. Sigue trabajando con grupos comprometidos a nivel barrial; impulsa ö Convergencia +, instancia de reflexi¢n militante; y escribe y publica, permanentemente, art¡culos y reflexiones que constituyen una referencia ‘tica y pol¡tica.
LOS MOVIMIENTOS NACEN…
P: ¨Mirando hacia atr s, m s de treinta a_os por medio, qu’ siente cuando piensa en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y ese momento tan intenso de su vida?
R: Extra_eza ante la reacci¢n actual. Todav¡a se sigue hablando, incluso hoy m s que hace algunos a_os, de aquella experiencia. Me extra_a por lo que perdura, me alegra en tanto protagonista de esa historia.
P: + C¢mo surgi¢ el MSTM?
R: Recordar el origen nos obliga a hacer referencia al momento hist¢rico que se viv¡a a fines de los a_os sesenta. Tanto a nivel de iglesia como de continente. A nivel latinoamericano, animado por la revoluci¢n cubana, se daba un avance considerable de la militancia en su lucha por un cambio real en lo pol¡tico, en lo econ¢mico en lo social. En Argentina, en lo particular, enfrent bamos desde 1966 una nueva dictadura represiva y f’rrea.
A nivel de Iglesia, tambi’n se viv¡an signos de apertura posterior al Concilio Vaticano II que se profundizar¡a, luego, con las conferencias de Medell¡n y Puebla revitalizando un proyecto progresista de iglesia en Latinoam’rica.
El Movimiento surgi¢ , por decirlo de alguna manera, casi espont neamente, impulsado por un contexto determinante y un mont¢n de factores favorables. Y explot¢ aceleradamente. De veintion sacerdotes que firmamos el primer documento pasamos r pidamente a coordinar m s de doscientos.
Tal vez es necesario introducir una reflexi¢n que me parece esencial: los movimientos no se crean, sino que nacen.
P: Todo indicar¡a que el Movimiento no naci¢ a pesar de la iglesia oficial – como sucede con otras experiencias de la teolog¡a de la liberaci¢n – sino en el marco de una din mica eclesial favorable…
R: S¡, pero teniendo en cuenta algunos matices. Estoy persuadido , dada la involuci¢n conceptual y de compromiso de la Iglesia institucional, que si hoy se diera el nacimiento de un Movimiento de nuestra naturaleza, no nos dejar¡an estar dentro sino que nos expulsar¡an de inmediato.
P: + Esta involuci¢n es producto de una pol¡tica consciente de la jerarqu¡a y del actual papado ?
R: M s que todo, producto de tendencias. Creo que existen leyes de la historia, ciertas tendencias, como sucede tambi’n en el orden natural. La din mica de aquella ‘poca provoc¢ una reacci¢n contraria. El surgimiento de un poderoso proyecto conservador y de involuci¢n.
P: +La actualidad que tiene hoy el pensamiento que ustedes impulsaron hace 30 a_os con el Movimiento, es producto de la *genialidad* del aporte de entonces o, sobretodo, de una cierta par lisis de producci¢n teol¢gica posterior?
R: Es una buena observaci¢n y la comparto. Si ven¡amos a 100 kil¢metros por hora en cuanto a renovaci¢n teol¢gica cuando surge la teolog¡a de la liberaci¢n, en estos oltimos 15 a_os se da un frenazo considerable. No s¢lo de parte de la estructura sino de nosotros, los cristianos comprometidos. Y por eso, pienso, que las nuevas generaciones buscan referentes del pasado. Nosotros en cambio no ten¡amos referentes anteriores claves, debimos inventar todo. Partimos casi de cero…
P: + Empezaron una historia?
R: En cierta manera s¡. Y asistimos al cierre de una etapa hacia mediados de los setenta. No s¢lo en lo que hace al Movimiento, sino en general. Fue la etapa previa de la oltima dictadura encabezada por Videla (Jorge), que luego destruy¢ toda una generaci¢n: la desapareci¢, la encarcel¢, la exil¢, la tortur¢ y la silenci¢.
LA RECONSTRUCCION DE LA UTOPIA
P: Saltando del pasado al presente.+ A pesar de esa ruptura, de ese quiebre hist¢rico dictatorial – que implant¢ el actual modelo econ¢mico-social polarizante – hay nuevas din micas participativas, dentro y fuera de la iglesia argentina, qu’ consideran portadoras de futuro?
R: Sin duda alguna. Se realiz¢ en febrero pasado en Buenos Aires el Seminario de Formaci¢n Teol¢gica que convoc¢ a casi dos mil cristianos – laicos, curas, hermanas – de toda Argentina, identificados con un nuevo modelo de iglesia y sociedad. Nuestro MSTM no logr¢ algo as¡ en su momento, si bien es cierto que nos limit bamos a agrupar s¢lo sacerdotes.
Sin embargo, cuando se ve hoy la producci¢n teol¢gica de avanzada en Argentina – y creo que corresponder¡a con lo que pasa en Chile, Uruguay -, me parece que todav¡a no alcanza el vuelo de lo que se produjo hace treinta a_os.
P: +Nos podr¡a ejemplificar este concepto?
R: Hay cristianos de avanzada , entre ellos sacerdotes, que hoy hacen pr cticamente un culto de lo que significa la *religiosidad popular*. Por ejemplo, en Argentina, lo que expresa las grandes procesiones anuales en torno a la Virgen de Luj n. El argumento de esos cristianos es que ö la gente est all¡, y por lo tanto no podemos quedar afuera +.
No se dan cuenta que si bien mucha gente est all¡ (ndr esta procesi¢n puede convocar a un mill¢n de cat¢licos), hay tanta o m s gente que no participa de eso, que sigue siendo cristiana, que sigue convencida de un cambio social. Se comete un error que a veces tambi’n se repite en pol¡tica: confundir mayor¡a con totalidad.
Percibo un enorme oportunismo en el tratamiento de la *religiosidad popular*. Atenci¢n: no digo que no debemos tenerlo en cuenta como fen¢meno social, religioso. Pero no implica que debemos jugarnos la vida all¡ pensando que profundizamos la teolog¡a de la liberaci¢n.
Me irrita el argumento simplista que *la gente est all¡…por lo tanto debemos estar tambi’n all¡*. +O acaso nos olvidamos que Jesos termin¢ solito y solo en la cruz?. Seguro que ‘l no quer¡a quedarse solo. Pero su mensaje, radical y no populista, lo conden¢ , en ese momento, a la soledad…
P: + Qu’ significa para Usted, hoy, el concepto de la *opci¢n preferencial por los pobres* que tanto anim¢ la teolog¡a latinoamericana ?
R: Creo que puede convertirse en un contrasentido. No existen los pobres. Es una mentira! Lo que existen, y cada vez m s, son los empobrecidos, que no es lo mismo. Cuando hablamos de empobrecidos, estamos admitiendo que existen otros semejantes, tambi’n seres humanos, que los empobrecieron.
Por analog¡a, siempre pienso mucho en la Par bola del Buen Samaritano y me parece incompleta. Es verdad, el buen samaritano, se ocupo del hombre ca¡do, golpeado. Esta bien.+ Pero qui’n se ocupa y hace justicia con los ladrones que lo maltrataron hasta dejarlo por muerto en el camino?
+ C¢mo explicar el hambre en el mundo, habiendo suficiente alimentos, para todos? + C¢mo explicar que haya gente que vive en la miseria en un pa¡s como Argentina, o un continente tan rico como Latinoam’rica?
P: + Justamente, c¢mo reaccionar entonces desde la teolog¡a de la liberaci¢n a estos interrogantes tan actuales?
R: Imposible prescindir del planteo de la lucha. Tiene que haber una lucha a fondo, encarnizada, contra esos seres humanos e instituciones internacionales responsables de lo que est pasando en el mundo!
P: Algunos intelectuales afirman que lo prioritario hoy es fortalecer una Teolog¡a de la Contenci¢n, como forma concreta, en esta etapa, de actualizar la Teolog¡a de la Liberaci¢n…
R: Sin duda, pienso que hay que tener en cuenta al *ca¡do en el camino* y socorrerlo. Pero sin olvidar nunca qui’n lo tumb¢. Es decir reactualizando permanentemente las causas de esta situaci¢n, busc ndolas y clarific ndolas
Si no lo hacemos y nos quedamos en la asistencia, entramos en un juego muy arriesgado. Podemos incluso desnaturalizar la realidad hist¢rica. Y entonces esa asistencia *humanitaria* desnaturalizar el hecho mismo de haberlo socorrido.
P: + Quiere decir que m s que la asistencia entra en juego la modificaci¢n de las causas y el *enjuiciamiento* de los responsables?
R: En efecto. Por ejemplo, en nuestra situaci¢n, podemos preguntarnos porqu’ existen tantos argentinos en estado de miseria. Para desviar la verdadera respuesta y deformar la realidad, nos pueden decir que el pa¡s es pobre. Entonces debemos preguntar: + qu’ hacen tantos ricos en un pa¡s pobre? Y llegaremos , por uno u otro camino, a la situaci¢n de fondo de injusticia radical y fundamental.
P: Si empezamos nuestro di logo en el pasado, con la experiencia del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, me gustar¡a que lo cerr ramos, en el futuro. ¨C¢mo reconstruir fortalecer o consolidar la Teolog¡a de la Liberaci¢n?
R: El elemento tal vez clave de la Teolog¡a de la Liberaci¢n y el aporte m s positivo es afirmar que no se empieza por la teor¡a sino por la pr ctica. Es decir, que la teor¡a se construye a partir de la pr ctica. Si no tenemos una pr ctica de lucha, liberadora, entonces cualquier elaboraci¢n te¢rica puede quedarse reducida a eso: una buena teor¡a que no sirve para nada.
Am’rica latina, nosotros, la Teolog¡a de la Liberaci¢n, tiene que abrir los ojos a las pr cticas cotidianas del continente que se est n dando. No me imagino poder reformular la Teolog¡a de la Liberaci¢n hoy, sin tener en cuenta el aporte del zapatismo en M’xico, los trabajadores sin tierra en Brasil, la lucha ind¡gena en Ecuador y en otros pa¡ses, el movimiento popular y social del planeta entero… (Mu/QR/Ig/Pp-Dh/pt).
Sergio Ferrari