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Cultura

MISIÓN IMPOSIBLE EN NEW YORK

escrito por Jose Escribano 2 de julio de 2000
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Sin embargo, por experiencia, estaba yo algo consciente de las dificultades que, como salteadores de caminos, iban a salir al paso para impedir que esto se realizara. En primer lugar, no contamos con un espacio adecuado para hacer una presentación teatral –o, vergonzosamente, de ninguna otra clase. En segundo, no tenemos apoyo de nadie. En realidad, lo segundo es causa de lo primero. De todas maneras, la falta de espacio fue resuelta, luego de hablarle y escribirle una carta al cónsul del Ecuador, Hernán Holguín, quien amablemente nos facilitó el uso del recinto consular. No obstante, días más tarde, recibí una carta firmada por el mismo funcionario, en la que se nos cobraba ochenta dólares, «por concepto de limpieza». No hace falta decir que en seguida llamé al consulado para exigir la exoneración de dicho pago, cosa que, para alivio de la actriz y nuestra, finalmente se logró.

La segunda y más insidiosa de nuestras dificultades ha sido la carencia de apoyo por la cultura que, en general, existe en nuestro pa¡s y, por extensi¢n, en nuestra comunidad ecuayorquina. Imag¡nense, si se pretende cobrarnos por utilizar el consulado que, de juris, es territorio ecuatoriano, y que, de facto, deber¡a ser alma mater y santuario de nuestras expresiones culturales, +entonces qu’ podemos esperar de los dem s?

Mientras el periodista David Ram¡rez y yo nos atare bamos en promover el evento y en encontrar la forma de retribuirle a la actriz Roc¡o Reyes un emolumento digno de su trabajo, este tipo de «requisitos» menoscababa y seguir  menoscabando nuestra labor, convalidando una actitud –mental y burocr tica– que entorpece la promoci¢n de la cultura, dentro y fuera del Ecuador.

A falta de un espacio propio donde funcionar, deben eliminarse estos grav menes que, en verdad, son un impedimento a la gesti¢n cultural de nuestro Nocleo. Tanto m s si viene de la entidad que –de todos los consulados y embajadas del Ecuador en el mundo– m s recibe; precisamente de nosotros, los cientos de miles de usuarios y contribuyentes, o sea de los ecuatorianos afincados en el  rea metropolitana de Nueva York.

Dicho de otro modo, el consulado de Nueva York –as¡ como el Ecuador entero– tiene y mantiene una inmensa deuda con nosotros. Deuda que –al igual que las «otras»– es virtualmente impagable no s¢lo en su totalidad econ¢mica, sino –y m s aon– en sus fructuosos r’ditos afectivos, sociales y culturales; los mismos que –por honorabilidad, sentido de justicia y gratitud imprescindibles– deben devolv’rsenos equitativamente. Aqu¡ no se trata de obtener d divas, sino de recibir lo que nos corresponde, como justa retribuci¢n a lo que con tanta largueza aportamos al referido consulado, al Ministerio de Relaciones Exteriores, al Estado y a la naci¢n en general.

No olvidemos que en 1944 el escritor Benjam¡n Carri¢n –cuya visi¢n era convertir el pa¡s en una «potencia cultural», puesto que dif¡cilmente pod¡a aspirar a ser una potencia militar o econ¢mica– funda la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Siguiendo este lineamiento, en 1986 se establece el Nocleo de la llamada «Capital del Mundo», desde donde difundimos la m s aut’ntica identidad de un pueblo: su cultura. Pero para llevar a cabo esta trascendental labor, lo menos que necesitamos son obst culos, demagogia, evasivas y ofrecimientos incumplidos. Por otro lado, lo que –y con extremada urgencia– s¡ precisamos es de un local adecuado, a m s de fondos proporcionados para funcionar debidamente, y as¡ continuar y ampliar una gesti¢n cultural aut¢noma, sin injerencias burocr ticas, paternalistas, pol¡ticas, nepotistas, regionalistas, clasistas, elitistas o de ninguna otra ¡ndole.

En agosto pasado, el poeta Jaime Montesinos (ex presidente y fundador de nuestro Nocleo ecuayorquino) y yo visitamos la Canciller¡a en Quito. Tuvimos entonces la oportunidad de entrevistarnos con el embajador Gonzalo Salvador Holgu¡n, subsecretario pol¡tico de dicha entidad, con quien intercambiamos interesantes puntos de vista respecto a las leg¡timas y harto postergadas necesidades de la comunidad ecuatoriana internacional y, espec¡ficamente, del m s de medio mill¢n de ecuatorianos residentes en el  rea del Gran Nueva York.

Como la necesidad m s urgente y ejecutable a corto plazo, tratamos el caso de la falta de un espacio f¡sico para llevar a cabo un decoroso y m s efectivo funcionamiento de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Nocleo de Nueva York. En efecto y en referencia a este cardinal punto, el embajador Salvador Holgu¡n nos garantiz¢ el uso de dicho espacio en el consulado ecuatoriano de esta ciudad. Hasta la presente esto no se ha materializado.

Siendo un pa¡s peque_o, el Ecuador tiene en la proyecci¢n de su cultura el recurso m s id¢neo, acaso el onico, para justificar su existencia, como entidad geopol¡tica, y para abrillantar y engrandecer su deslucida y disminuida imagen internacional. Por consiguiente, resulta impostergable la necesidad de internacionalizar la cultura ecuatoriana, a trav’s de una din mica y permanente proyecci¢n de los diversos exponentes de las artes pl sticas, la literatura, la mosica, el cine y el teatro de nuestro pa¡s. Para ello, es preciso el apoyo, decidido y concreto, del Estado ecuatoriano, que hasta hoy no ha hecho nada en este sentido. A tal punto que, luego de 14 a_os de funcionamiento en Nueva York, la Casa de la Cultura Ecuatoriana ni siquiera cuenta con un local propio.

Debo mencionar que, siguiendo el concepto de la Casa de la Cultura Ecuatoriana de Nueva York, el gobierno dominicano, yendo hasta donde nosotros –por l¢gica y sentido comon elementales– debimos haber llegado hace ya mucho tiempo, en 1999 abre la Casa de la Cultura Dominicana, con un local de primera en el Alto Manhattan, para cuyo inicial funcionamiento entrega la cantidad de cien mil d¢lares y establece un presupuesto mensual de treinta mil d¢lares, suma que, segon el mismo mentalizador de este gran logro y ex titular del consulado de la Repoblica Dominicana en esta ciudad, Bienvenido P’rez, sale del dinero que sus compatriotas pagan por tr mites consulares en Nueva York.

En otras palabras, los dominicanos por fin se dieron cuenta de lo que los franceses, espa_oles y otros ya sab¡an hace tiempo, que la cultura, m s que ninguna otra actividad humana, proyecta y vende la imagen de un pa¡s, y es la m s aut’ntica identidad de un individuo y un pueblo. Si no recordemos tambi’n el Instituto Albert Camus, la Alianza Francesa, el Instituto Cervantes (con un soberbio local y biblioteca en la calle 42). Igualmente, los colombianos tienen el Instituto Colombiano de Cultura; y los mexicanos, el Instituto de la Cultura Mexicana. Reitero que todos los nombrados cuentan, aqu¡ en Nueva York, con local propio, personal pagado y presupuesto subvencionados por sus respectivos gobiernos. Y el m s de medio mill¢n de ecuatorianos en Nueva York lo onico que tiene es promesas incumplidas… y trabas burocr ticas.

Lamentablemente, la ceguera mental, la modorra y el provincianismo tienen encajonado y rezagado a nuestro pa¡s. Como resultado, nadie nos conoce –ni siquiera entre nosotros mismos nos (re)conocemos. Y cuando cada cinco o diez a_os se habla de nosotros a nivel internacional, es por acci¢n de una desquiciada que le corta el pene al marido, o de un pol¡tico pintoresco que es elegido presidente y a los pocos meses es destituido por «incompetente mental», o de una alguna otra barbaridad sensacionalista y vergonzante.

Desde 1994 (a_o de mi vinculaci¢n al Nocleo de Nueva York), la comunidad ecuayorquina ha disfrutado de un aut’ntico renacimiento cultural y de un despertar pol¡tico sin precedentes. Durante estos oltimos seis a_os, hombro a hombro, junto a Jaime Montesinos hemos organizado y participado en lanzamientos, lecturas y ferias de libros; encuentros de escritores; adem s de conciertos, exhibiciones de artes pl sticas y fotograf¡a, obras de teatro, festivales art¡sticos; lo mismo que simposios sobre la doble nacionalidad, derecho al voto extraterritorial y defensa del inmigrante; conferencias y un sinnomero de publicaciones. Es decir que no todos los ecuatorianos en estas latitudes nos hemos dedicado a organizar bailes, colectas, rifas, coronaciones de reinas, desfiles o a hacerles la corte a los mangoneadores de turno. Si alguna labor de cierto m’rito hemos realizado, ha sido la de promover y diseminar nuestro acervo cultural, concientizando al poblico, no s¢lo ecuatoriano, sino tambi’n hispano hablante de esta gran ciudad.

Como creador y administrador cultural expatriado, me identifico plenamente con las necesidades y aspiraciones de la gran colectividad ecuatoriana internacional. Despu’s de todo –junto a los mexicanos, puertorrique_os, cubanos, dominicanos, haitianos, centroamericanos y colombianos– conformamos un fen¢meno sociol¢gico insoslayable. Somos parte de una di spora, de un ‘xodo masivo propiciado, precisamente, por las condiciones objetivas (y opresivas) de los pa¡ses donde nacimos y crecimos. Los inmigrantes ecuatorianos en este pa¡s somos en una gran mayor¡a lo que los soci¢logos han llamado «refugiados econ¢micos y culturales». Estamos aqu¡ porque aspiramos a una vida mejor. Hemos venido escapando de las lacerantes lacras y limitaciones de nuestro nativo pa¡s. Y ahora, los cuatro millones de compatriotas esparcidos por todo los Estados Unidos constituimos una formidable fuerza que est  –y seguir — haci’ndose o¡r y respetar (como lo prueban la obtenci¢n de la doble ciudadan¡a, y la irreversible campa_a a favor del voto y representaci¢n pol¡tica en el exterior).

En otras palabras, estamos conscientes de nuestra posici¢n hist¢rica y nosotros mismos procuramos los recursos para avanzarla. No olvidemos que nuestras aportaciones en d¢lares, insumos, giros idiom ticos, productos culturales, estilos de vida, movilidad geogr fica y socioecon¢mica, entre muchas m s, nos convierte en el estamento m s creativo y din mico de la sociedad ecuatoriana. Ac  tambi’n estamos haciendo cultura y patria, por nuestros propios medios y con difusi¢n internacional. Nuestro Nocleo, hu’rfano de cualquier apoyo gubernamental, ha logrado consolidar una imagen respetada, utilizando locales a pr’stamo en las universidades y llevando a cabo una verdadera autogesti¢n. Hoy por hoy, el Nocleo ecuayorquino cuenta con un estimable capital simb¢lico, pero ya es hora de reforzarlo con una estructura f¡sica y financiamiento propios.

Cu nto ganar¡amos, todos sin excepci¢n, si la Casa de la Cultura Ecuatoriana en Nueva York tuviese un local y presupuesto, como hasta la m s insignificante de las provincias lo tienen. Por si alguien no lo supiera, ‘sta es la capital cultural y econ¢mica del mundo postmoderno y globalizado. +sta no es una capital de provincia cualquiera, sino Nueva York; ac  es donde tenemos que proyectarnos, porque, aparte de los productos culturales por antonomasia (libros, cuadros, esculturas, piezas teatrales, pel¡culas, conciertos, etc.), la cultura vende de todo y para todos: desde vinos hasta maquinaria y alta tecnolog¡a; promueve el turismo (como bien lo saben espa_oles y franceses), ya que crea inter’s en potenciales visitantes; y, por supuesto, atrae la atenci¢n de los inversionistas.

El Nocleo de Nueva York representa a una aut’ntica y peculiarmente urbana provincia cultural, conformada por m s de medio mill¢n de ecuatorianos, integrados en una pujante comunidad, conformando la tercera ciudad –en t’rminos demogr ficos–, y la primera –en t’rminos econ¢micos– del Ecuador. Creo que, en justicia, los ecuayorquinos nos merecemos un local propio, como lo tienen los veinte Nocleos provinciales del Ecuador. Este local y su mantenimiento podr¡a financiarse f cilmente, si –con ese fin– se destinara un porcentaje del pago por cada pasaporte, cuyo costo total es la onerosa suma de 120 d¢lares, y de otros tr mites y transacciones consulares –como los poderes, cuyo costo es nada menos que ochenta d¢lares cada uno. O sea que el financiamiento de nuestro Nocleo no le costar¡a ni un solo centavo al Estado ni a nadie, ya que el dinero provendr¡a de nosotros mismos: los ecuatorianos que vivimos y trabajamos en Nueva York.

Por lo tanto, exhorto a los directivos y miembros de los Nocleos hermanos, a los artistas, a los intelectuales, a las autoridades competentes, a los medios de comunicaci¢n, al gallardo pueblo ecuatoriano y sus instituciones (dentro y fuera del Ecuador, como ya lo ha hecho la Universidad de Cuenca) a que nos respalden vigorosamente, haciendo audible y visible esta demanda, cuyo cumplimiento resultar  en beneficio de todos sin excepci¢n. Y, lo que es m s, nos ayudar  a promocionar y a prestigiar –sistem tica, democr tica, pluralista y permanentemente, en vitrina internacional y cosmopolita–, aqu¡ nada menos que en la capital cultural y financiera del planeta, la aut’ntica imagen de nuestro pa¡s; esto es, la cultura nacional –elaborada dentro y fuera de las fronteras patrias– en todas sus moltiples y riqu¡simas manifestaciones.

Petronio Rafael Cevallos
Presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana

Nocleo Internacional de Nueva York

E-mail: EcuaYork@worldnet.att.net

Tel. 718-443 2955

Autor

  • JAE
    Jose Escribano

    Responsable de Contenidos en Informativos.Net

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