críticas que los adultos vertemos sobre los programas de televisión, cada día más orientados a la evasión y al espectáculo banal, como medio para conseguir grandes cuotas de audiencia que permitan atraer las inversiones de los anunciantes que financian, en parte o en todo, la maquinaria y el funcionamiento de las cadenas de TV, tanto privadas como públicas. Pero, +cómo son esos programas televisivos dirigidos específicamente a los más pequeños de la casa y a los que tan poca atención prestamos?.
CONSUMER ha intentado responder a esta pregunta, analizando 103 horas de programación infantil (dirigidas al público de entre 4 y 12 años) de 11 canales de televisión (TVE1, La 2, Tele 5, Antena 3, Canal Plus, ETB1, Canal 9, Canal 33, Telemadrid, Canal Sur y TVG), tanto nacionales como autonómicos y privados como públicos, en las que se ha estudiado prácticamente todo lo emitido específicamente para los niños. La conclusión es decepcionante: estos contenidos televisivos son, salvo contadas excepciones, pobres t’cnica y art¡sticamente, y trasmiten en ocasiones unos valores (agresividad, sexismo, discriminaci¢n del diferente, consumismo irracional y compulsivo…) poco adecuados para los ni_os, que se encuentran en pleno proceso de formaci¢n de su personalidad. Adem s, contienen mucha publicidad, tanto en los minutos anteriores y posteriores a los programas, como en su propio interior o durante las interrupciones de la emisi¢n.
El tiempo que los ni_os dedican al televisor debe controlarse, pero no reloj en mano sino estudiando la programaci¢n. Seleccionar los programas por su calidad, por el inter’s de los contenidos o por la satisfacci¢n del ni_o, dej ndole elegir si tiene la edad o criterio suficientes.
Los ni_os no deben ser espectadores solitarios, al menos no siempre.
Los padres se deben informar sobre lo que ven sus hijos, y argumentarles, con paciencia y razones convincentes, por qu’ un programa es adecuado para ellos o no. Y si ven emisiones o escenas que consideramos inadecuadas (por la raz¢n que sea), lo mejor es acompa_arles: as¡ podremos responder a sus dudas o hacerles comentarios sobre lo que est n viendo.
Proporcionemos a los ni_os lecturas, actividades, juegos, di logo familiar, la posibilidad de estar con amigos… como alternativa al uso indiscriminado de TV.
En el dormitorio de los ni_os no debe haber TV.
Prediquemos con el ejemplo, y hagamos un uso sensato de la TV. Leamos, dediquemos tiempo a escuchar a los hijos, a hablar y jugar con ellos. Con la TV apagada, por supuesto.
No mantengamos conectado el televisor cuando los ni_os comen, juegan o estudian. Ni para que concilien el sue_o.
La TV no debe entrar en el mecanismo de premios o castigos.
Para enjuiciar y seleccionar los programas:
Si se trata de ficci¢n- una pel¡cula o una serie de dibujos animados o de imagen real-, habr que analizar la historia que se cuenta, el tema que trata, su desarrollo y su acci¢n dram tica. Tambi’n, la calidad desde el punto de vista de la imagen. Y, por oltimo, la cantidad y calidad de la publicidad que acompa_a a los programas infantiles. En cuanto a los contenidos, fij’monos c¢mo son los personajes. Analicemos su comportamiento: +Es violento o agresivo? +Amable y tolerante? ¨Sexista? +Evidencia actitudes discriminatorias? Y la reacci¢n que nos produce y el modelo de identificaci¢n que se propone. Puede hacerse id’ntico recorrido con respecto a la publicidad. Conviene comentar con los ni_os -sin excesos de rigor, y de una forma amable- las conclusiones que hemos sacado, invit ndoles a que ellos tambi’n las hagan, porque la TV debe verse de forma racional y cr¡tica y ello requiere un cierto aprendizaje. La TV abre una gran ventana al mundo y es una inigualable (por c¢moda y barata y por su universal implantaci¢n) herramienta socializadora, informativa y de entretenimiento para los ni_os, siempre que sea bien utilizada. Y siempre que existan programas infantiles interesantes, divertidos y no contradictorios (al menos, no con la frecuencia detectada en este informe) con el sistema de valores que intentan trasmitir padres y educadores. Y que no propicien el deterioro del lenguaje o reduzcan la expresividad de los peque_os ni inciten al consumismo m s desaforado y frustrante. Hay, al respecto, responsabilidades que competen al emisor, a las cadenas de TV y sus profesionales. Veamos algunas cosas que podr¡an hacer mejor:
Las cadenas de televisi¢n deben poner m s inter’s y cuidado en la calidad general de los contenedores, como Club Megatrix o Club Disney, m s atenci¢n en los guiones de cosido entre programas, y utilizar un lenguaje menos precipitado, m s elaborado y correcto. Y dirigir mejor a los presentadores. Y diferenciar bloques independientes, de series y programas, dentro de los contenedores, uno para cada etapa: preescolar, infancia y adolescencia.
La publicidad (y los anuncios de promoci¢n de programas para adultos) debe respetar la edad, mentalidad y necesidades de la audiencia infantil. Y diferenciarse de la programaci¢n con una cortinilla o r¢tulo que la identifique como lo que es, mera publicidad. No deber¡a existir publicidad dentro de los programas.
La calidad t’cnica y est’tica de las series, sean de animaci¢n o de imagen real, debe mejorar y cuidarse m s, al igual que el inter’s de los contenidos y su riqueza en valores. El mercado ofrece producci¢n de calidad superior a lo que se programa en nuestras televisiones.
Las series de dibujos deber¡an alternarse con las de imagen real de forma equilibrada, teniendo en cuenta la intensidad y la velocidad de las im genes, cuidando el ritmo para dar respiro al espectador.
Frenar y controlar la violencia gratuita o su trivializaci¢n, y la incitaci¢n (por muy indirecta que sea) al racismo, la xenofobia, la discriminaci¢n del diferente o el sexismo.
E impulsar valores como la amistad y las relaciones humanas, la solidaridad, la paz, el optimismo, la tolerancia, el humor, la generosidad, la creatividad, la cultura…