Las medidas económicas implementadas no sólo no reactivarán la economía, sino que sumirán en una mayor pobreza a la ya empobrecida clase media. Y a los más pobres se les robarán no sólo los pocos bienes materiales. También la esperanza.
El ministro de Economía tiene íntegras sus funciones perceptivas y mentales e informa a los argentinos sobre supuestos «beneficios» de las tarjetas POS (point of sale). Sin embargo, si analizamos los supuestos beneficios que anuncia queda demostrado que el señor ministro tiene patológicamente alterada su conducta social.
La implementación de las terminales POS, en la forma en la que se hace, sólo produce daño. De allí que las características psicosociales de Cavallo hubieran sido calificadas con precisión por Freud; yo sólo las describo porque carezco de conocimientos suficientes para encasillarlas.
Llegar a esta conclusión no requiere ser un experto en economía, sino simplemente verificar los datos que el ministro envía en forma masiva y advertir -al analizarlos- que son falsos.
En la actualidad, segon datos de la agencia Posnet, hay s¢lo 30 mil m quinas POS en todo el pa¡s y la gran mayor¡a est en manos de supermercados o grandes cadenas comerciales, es decir en manos de los grandes comerciantes. En este momento, hay s¢lo 15 mil terminales disponibles. O sea que habr¡a que fabricar 385 mil para satisfacer la demanda de toda la actividad comercial. Por esta raz¢n, el POS s¢lo conducir al enriquecimiento de los grandes comercios. Pero all¡ no termina la cosa. Esas m quinas no se fabrican en la Argentina y habr que importarlas de dos grandes productores: Estados Unidos y Francia.
Supongo que en poco o largo tiempo, de acuerdo a los intereses de sus due_os, las tarjetas proveer n de m quinas a los peque_os comerciantes. Todas han informado que no las vender n sino que las alquilar n, y ya ellas y el gobierno fijaron que el alquiler mensual ser de treinta pesos m s IVA, es decir que no hay libre competencia sino cartelizaci¢n. Pero aqu¡ no termina el problema: estas generosas empresas cobrar n al comerciante un 3 por ciento por cada transacci¢n de d’bito (por las compras con tarjeta de cr’dito se cobra actualmente un 5 por ciento). Adem s, la autorizaci¢n en el momento de la compra se realiza necesariamente a trav’s de la l¡nea telef¢nica. Unos pesitos m s para las empresas de servicios que m s depredan nuestro sistema econ¢mico. Esto implica que muchos comerciantes deber n consumir obligadamente -asumiendo ellos el costo- dos servicios que hasta ahora no necesitaban.
En conferencia de prensa, el ministro «tranquiliz¢» a los comerciantes diciendo que el costo del alquiler del aparato se les deducir¡a de impuestos. Lo que el se_or ministro no dice es que la gran mayor¡a de los peque_os comerciantes son monotributistas y que ellos no gozar n de ese supuesto beneficio.
As¡, el POS s¢lo trae perjuicios para los peque_os comerciantes, perjudica en forma especial a los monotributistas, aumenta los intereses que las empresas de tarjetas de cr’dito cobrar n a sus v¡ctimas (los comerciantes), da mayor ganancia a las telef¢nicas, carteliza el sistema y sigue enriqueciendo a los m s ricos.
Queda claro que la imposici¢n del POS como casi onica alternativa para hacer compras (dada la escasez de efectivo) crea un mercado cautivo a ser explotado por un oligopolio en perjuicio de la ciudadan¡a. Precisamente, una caracter¡stica que las privatizaciones le dieron a los servicios poblicos en la Argentina en la oltima d’cada. Esta experiencia permite afirmar que la transformaci¢n del POS en un servicio poblico no s¢lo garantizar nuevamente ganancias extraordinarias al sector financiero, sino que generar una nueva burocracia estatal -a la que se denominar pomposamente «organismo de control»- cuya onica utilidad ser la convalidaci¢n de los abusos de las empresas y de los incumplimientos de los deberes del Estado.
La descripci¢n de los hechos advierte sobre la mentira y el da_o.
C¢mo habr¡a calificado esta conducta Freud no lo sabemos. De lo que s¡ estamos convencidos es de que somos sus v¡ctimas.
Alicia Oliveira
Defensora del Pueblo de la Ciudad Aut¢noma de Buenos Aires.