Desde el principio, el dirigente petrolero Carlos Ortega tuvo la primera opción pero no logró demostrar con los hechos, más allá de la retórica, que representa una propuesta ajena al viejo y corrupto sindicalismo y que no es la mera fachada de Acción Democrática y COPEI, los partidos tradicionales de los 40 primeros años de democracia formal venezolana, señaló el analista Rubén Armendáriz.
«Lo difícil de entender es cómo hará Chávez para seguir con su revolución pacífica sin el apoyo de los trabajadores, de los estudiantes ni de la clase media y cómo, sin un arreglo político puede conformarse la directiva de la CTV», añadió.
Sin duda, la interferencia de los partidos políticos en el proceso de totalización electoral, puso en entredicho la transparencia de los comicios, ante la pasiva mirada de los «observadores» del llamado sindicalismo interamericano. «Todo parece indicar que la lucha sindical se va a trasladar a las barricadas de la calle», señaló el director del vespertino TalCual y ex ministro de Planificaci¢n del gobierno anterior, Teodoro Petkoff.
La Comisi¢n Electoral Nacional de la CTV se_al¢ el 16 de noviembre que no garantiza la transparencia de m s del 50 por ciento de las actas que aon no han sido consignadas ante ese organismo.
Parad¢jicamente, Daniel Santolo, presidente de esa instituci¢n comicial sindical, coincide con las denuncias del candidato chavista Arist¢bulo Istoriz, quien tras reconocer poblicamente su derrota exigi¢ al organismo una respuesta ante la desaparici¢n de m s de 22 mil actas.
Mientras, un sector de la misma comisi¢n electoral sindical emiti¢ un comunicado en el que otorga el triunfo a Ortega, con 64,06% de los votos, contra 19,25% de Istoriz, lo que garantizar¡a al primero ser el pr¢ximo presidente de la CTV y al candidato oficialista secretario general de la central obrera.
Al frente de una marcha de trabajadores, Istoriz introdujo ante el Tribunal Supremo de Justicia una medida precautelar para anular todo el proceso y se_al¢ que «s¢lo un acuerdo pol¡tico podr avalar el proceso de la CTV, lo cual implica unma repartici¢n de los cargos del Comit’ Ejecutivo de la confederaci¢n.
Para Santolo, la repetici¢n del proceso electoral es imposible, porque la CTV no posee las condiciones t’cnicas ni los recursos para emprenderlo.
Ortega, virtual ganador de la presidencia de la CTV, responsabiliz¢ al presidente Hugo Ch vez, de entorpecer el proceso electoral sindical y consider¢ que si no existe una rectificaci¢n por parte del gobierno, los trabajadores podr¡an tomar acciones de calle. «Esa desobediencia civil ser realmente conducida por los trabajadores venezolanos, por la dirigencia sindical y el resto de la sociedad civil», afirm¢.
Mientras, las opciones intermedias (Alfredo Ramos, Froil n Barrios y el socialcristiano Carlos Navarro) fueron engullidas por la tenaza polarizadora.
Un proceso dif¡cil
Aon bajo protesta, las fuerzas que integran la junta de conducci¢n sindical -alineados en la oposici¢n al gobierno- aceptaron finalmente participar en los comicios sindicales fijados para el 25 de octubre por el Consejo Nacional Electoral, tras provocar se_alamientos de una presunta manipulaci¢n gubernamental »para ganar tiempo».
A las fuerzas «bolivarianas» le cost¢ mucho tiempo encontrar un candidato para enfrentar a la vieja dirigencia sindical en la lucha por la presidencia de la Confederaci¢n de Trabajadores de Venezuela, sobre todo por falta de dirigentes gremiales carism ticos y cre¡bles. -sto oblig¢ a desenterrar la figura del carism tico Arist¢bulo Istoriz, ex alcalde de Caracas y dirigente del partido Patria para Todos (PPT) -un aliado del chavismo-, negro y maestro de profesi¢n.
Y nuevamente la estrategia de Ch vez es marcar una clara polarizaci¢n en la contienda, de forma de sacar partido de su carisma y ascendencia popular, y a la vez recomponer, al menos en ‘pocas electorales, el alica¡do Polo Patri¢tico que lo llev¢ a ganar siete comicios seguidos en apenas dos a_os.
Al gobierno de Hugo Ch vez le ha resultado muy dif¡cil apoderarse del aparataje laboral, imprescindible para la reestructuraci¢n del Estado y la paz social en apoyo a su «revoluci¢n pac¡fica y en democracia», y la oposici¢n no logra deshacerse de la desastrosa imagen que la copula sindical hab¡a mantenido durante m s de cuatro d’cadas.
Luc¡a muy dif¡cil la sentencia de la Fuerza Bolivariana de Trabajadores, lanzada por el mismo presidente Hugo Ch vez, de demoler a la Confederaci¢n de Trabajadores de Venezuela (CTV), que -quiz por incompetencia de los l¡deres oficialistas-dar¡a la oportunidad al esquema sindical tradicional de relegitimarse con imagen remozada.
El chavismo -aon en su momento de mayor apoteosis electoral- no pudo implantarse org nicamente en el movimiento obrero, pese a que, sin dudas, muchos trabajadores sufragaran por Ch vez como candidato. Lo cierto es que los partidos que le sirvieron de base de sustentaci¢n siguen teniendo una
d’bil presencia sindical.
Y ahora, despu’s de m s de dos a_os de desgaste de la expectativa de cambio alimentada por Hugo Ch vez «queda m s que comprobado que el voto pol¡tico no se extrapola exactamente en las elecciones sindicales. El primero se motiva por adhesi¢n a una ideolog¡a o a un l¡der carism tico y la segunda consulta intereses propios y necesidades inmediatas», se_al¢ el analista Manuel Felipe Sierra, del diario El Nacional.
Tampoco los sindicatos
Tras lograr en poco m s de un a_o el cambio de la estructura pol¡tica del Estado venezolano y la aprobaci¢n de una nueva Constituci¢n «bolivariana», el gobierno de Ch vez realiz¢ un refer’ndum el 3 de diciembre oltimo, en el cual se le pregunt¢ a los venezolanos si estaban de acuerdo con la renovaci¢n completa del movimiento sindical y se dio un plazo de 180 d¡as para ello. El s¡ tuvo la mayor¡a en medio de una abstenci¢n del 70 por ciento.
Este refer’ndum fue rechazado por la mayor¡a de organizaciones sindicales, las cuales parad¢jicamente reconocieron el mandato y se han dedicado en los oltimos meses a prepararse para un complejo proceso electoral simult neo en unos 3.000 sindicatos, una docena de federaciones y una confederaci¢n nacional.
En Venezuela, la afiliaci¢n sindical es baja y llega a 12,6 por ciento de los 10 millones de personas que conforman la poblaci¢n econ¢micamente activa. La sindicalizaci¢n sube al 58 por ciento en el sector poblico, lo que algunos analistas relacionan con la importancia que le da el gobierno de Ch vez a la cuesti¢n e las elecciones sindicales. En el rea privada es de s¢lo seis por ciento.
De acuerdo con el cronograma, desde el 1 de septiembre se cumplieron las elecciones sindicales de base, que dieron paso a los comicios en las federaciones para desembocar en la escogencia de la nueva directiva de la CTV, originalmente prevista para el 25 de septiembre, pero que el Consejo Nacional Electoral (CNE) decidi¢ posponer para un mes despu’s.
Ch vez se_al¢ que «estamos en plenas elecciones sindicales. Por primera vez se est n haciendo elecciones por la base. Hemos roto la tiran¡a que ten¡an los partidos de la llamada democracia del r’gimen anterior». Y en su habitual tono sarc stico, agreg¢ que «era m s f cil ser Papa que presidente de la CTV».
Al sindicalismo tradicional -en manos durante d’cadas de la socialdem¢crata Acci¢n Democr tica-no le gust¢ la maniobra y esta vez cont¢ con todo el apoyo de la prensa -radio, diarios, televisi¢n, enfrentados al gobierno de Ch vez-, y con fuegos de artificio lanzados por el paname_o Luis Anderson, secretario general de la Organizaci¢n Regional Interamericana del Trabajo (ORIT).
Pero las elecciones directas para escoger a la dirigencia de la CTV no se pudieron llevar a cabo ese d¡a en varias zonas, y fueron pospuestas hasta el 14 de noviembre, en medio de agresiones verbales y f¡sicas, inconsistencia de actas, robo de muchas de ellas y apat¡a del pueblo en general.
Sindicalismo oficial
La pregunta est en boca de muchos: +qu’ esperar de un sindicalismo que podr¡a estar conform ndose bajo el impulso del propio gobierno?. Jos’ Khan, diputado del oficialista Movimiento Quinta Repoblica, insiste en distinguir la Fuerza Bolivariana de Trabajadores de una maquinaria pol¡tico-partidista, por el temor que sea como la que hace 40 a_os sirvi¢ de cuna a sindicatos que, lejos de representar a la clase trabajadora, crecieron y actuaron como ap’ndices de los partidos pol¡ticos.
öLa Fuerza Bolivariana de Trabajadores no es gobiernera y muestra de ello es que en el reciente conflicto petrolero fueron despedidos trabajadores nuestros, afiliados a nuestras agrupaciones +, dice El Chino Jos’ Khan, diputado del MVR, uno de los fundadores de la FBT.
öPero tampoco podemos ser un obst culo: somos un movimiento sindical realmente revolucionario, buscamos la presencia activa y protag¢nica frente al Estado, al gobierno, a la sociedad. Tenemos que construir un sindicalismo fuerte, para poder incidir.+
Khan sostiene que la idea es que los trabajadores puedan gerenciar el poder, que tengan derecho a discutir, evaluar y plantear las pol¡ticas de la empresa en la que laboran.
öQueremos un movimiento sindical donde los trabajadores tengan un papel preponderante en las direcciones de las instituciones importantes del poder gremial, que luchen por mejorar la calidad de vida de la poblaci¢n en general, que vaya m s all de la reivindicaci¢n econ¢mica, con presencia en el mbito internacional, que fije posici¢n frente a las decisiones que toman por ejemplo los centros de poder econ¢mico como el FMI, el BM, sobre el proceso de la globalizaci¢n que imponen condiciones para que el capital sea competitivo y las empresas tengan beneficios como son las contrataciones individuales+, se_ala el dirigente.
Khan sostiene que, dado el deterioro de la credibilidad de los sindicatos, soportado en ese 88 por ciento de trabajadores que no se ha afiliado a ninguna organizaci¢n, se debe ir m s all . öEstamos hablando de afiliar a 4,5 millones de trabajadores, mientras que en unas elecciones de la CTV reunir¡a m ximo a unos 500 mil trabajadores+, se_ala Khan.
öTenemos que determinar el nuevo rumbo del movimiento sindical, devolv’rselo a los trabajadores, para que tengan el control sobre las decisiones. Hasta ahora se centraba en que una copula decid¡a sobre cualquier tema sindical sin que pasara por una asamblea de trabajadores+, dijo.
Como consecuencia de la excesiva partidizaci¢n de los sindicatos, Khan observa otro legado del viejo esquema: la fragmentaci¢n del movimiento sindical öEst atomizado tras la creaci¢n de sindicatos y federaciones de malet¡n. Se deform¢ el inter’s colectivo, el 88% no est sindicalizado ni afiliado a ninguna federaci¢n, porque esas estructuras no generaban credibilidad+, dice mientras recuerda los casos de corrupci¢n m s connotados de las copulas sindicales.
«Los trabajadores saben reconocer a sus l¡deres, no los puedes inventar de un d¡a para otro. Los nuestros son luchadores sociales de toda la vida, que conocen al movimiento sindical, pero que antes eran minor¡a por tanto no se les permit¡a tomar decisiones, porque no estaban en las copulas. La estructura que exist¡a ya se agot¢ porque no le ofrece soluciones a los trabajadores. Ah¡ tienes a Carlos Navarro y a Carlos Ortega (viejos dirigentes de la CTV) de candidatos», se_ala.
Khan admite que la crisis de nuestro sindicalismo, si bien era el reflejo del declive de los partidos pol¡ticos que los alimentaron, tambi’n era consecuencia de la decadencia mundial del movimiento laboral. öEl sindicalismo mundial se ha olvidado de fijar posiciones ante los problemas internacionales y de las propias luchas de los trabajadores en el nivel mundial, tenemos que rescatar esa situaci¢n+, relexiona.
Agrega que ötambi’n hay un cuestionamiento fuerte sobre las organizaciones internacionales del trabajo. Vemos como los sindicatos italianos han propuesto una nueva OIT. Hay en estos momentos una tendencia mundial a reestructurar los sindicatos, ante los nuevos retos, como la globalizaci¢n+.