La dramática historia de Anabel, rehén de Fidel Castro, con una foto que mostraba su fisionomía inocente y sus trencitas de adolescente, conmovió a la opinión pública brasileña, despertó la solidaridad de los mayores medios de comunicación de ese gigantesco país e hizo que las más altas autoridades políticas y diplomáticas brasileñas ejercieran crecientes presiones sobre La Habana, obligando al gobierno comunista a liberar a Anabel a comienzos de noviembre.
Sí, afortunadamente mucho se habló del «caso Anabel». Sin embargo, poco se ha analizado lo que podría denominarse el «efecto Anabel», que abarca un conjunto de consecuencias y logros del gesto valiente de sus cariñosos padres, que van inclusive mucho más allá de la tan anhelada reunificación familiar.
En efecto, venciendo los terribles condicionamientos impuestos por el miedo, que oprimen las conciencias de los cubanos, el matrimonio Soneira se atrevió a denunciar públicamente el chantaje castrista de que venía siendo objeto. El instinto paterno y el materno fueron m s fuertes que las amenazas comunistas. Con lo cual se abri¢ un significativo precedente y una considerable brecha en los poderosos mecanismos de par lisis, basados en el terror, que asfixian a los habitantes de la isla y que atenazan a muchos cubanos que est n fuera de ella pero que mantienen v¡nculos familiares en Cuba.
Numerosos lances de determinaci¢n y coraje de este matrimonio merecer¡an ser citados. Por ejemplo, a mediados de este a_o, en el tercer intento para traer a su hija, Leticia Antigua viaj¢ a Cuba. Llevando en sus brazos a la hijita brasile_a del matrimonio, Nicole, de 2 a_os, recorri¢ ministerios, organismos estatales y reparticiones de Inmigraci¢n clamando y exigiendo la liberaci¢n de Anabel, advirtiendo que en caso contrario expondr¡a esa injusticia ante el mundo entero. Graves amenazas de un alto oficial del Ministerio del Interior la obligaron a abandonar Cuba. Pero la hicieron retornar a Brasil con la convicci¢n de que la denuncia poblica era la v¡a para recuperar a su hija.
La actitud de los Soneira es sumamente significativa y con alto contenido simb¢lico, a la vista de aquello que un grupo de locidos sacerdotes del Oriente cubano denomin¢ «s¡ndrome de desesperanza inducida» o de «indefensi¢n aprendida», por el cual el aparato comunista, con una eficacia que esos religiosos califican de «diab¢lica», ha conseguido mantener hasta hoy la falsa impresi¢n de que la realidad totalitaria es una situaci¢n monol¡ticamente s¢lida, sin la m s m¡nima posibilidad de ser enfrentada o cambiada (cfr. «Comunismo cubano, ‘barreras de horror’ y psicolog¡a social», «Cuba: movilizaciones de masas y ‘control social'», «Comunismo cubano y ‘control social'», DIARIO LAS AMRICAS, Jun. 23, 2000, Enero 18, 2000 y Oct. 13, 1999).
Miguel y Leticia Soneira reconocen que juntaron fuerzas para librarse de ese s¡ndrome de indefensi¢n y desesperanza, inspirados en el ejemplo de otro matrimonio cubano residente en Brasil, los ingenieros Vicente Becerra y Zaida Jova, estudiantes de doctorado en la Universidad de Campinas. En abril de este a_o, el matrimonio Becerra decidi¢ denunciar poblicamente el literal secuestro en Cuba de su hijita Sandra, de 11 a_os, consiguiendo su liberaci¢n en junio pp. con la decisiva colaboraci¢n de medios de comunicaci¢n y de autoridades brasile_as.
El «efecto Sandra» inspir¢ el «caso Anabel». A su vez, el «efecto Anabel» podr traducirse en un renovado impulso para el rescate de otros ni_os y j¢venes mantenidos como rehenes por La Habana y, qui’n sabe, en un movimiento psicol¢gico que quiebre las tenazas del miedo y de la par lisis, acelerando los anhelados d¡as de libertad para Cuba.
Gonzalo Guimaraens